Papandreu
Este curso pol¨ªtico concluye dejando en el ambiente una extra?a sensaci¨®n. Se recordar¨¢ que hacia su mitad, cuando se celebr¨® el 13? Congreso del PP, cund¨ªa la impresi¨®n de que al Gobierno le iban muy bien las cosas, pues sus expectativas de alcanzar la mayor¨ªa absoluta parec¨ªan bien fundadas, el PSOE se atascaba en su dif¨ªcil renovaci¨®n interna y la ¨²nica incertidumbre que oscurec¨ªa el ambiente era el Pacto de Lizarra, con su amenaza de crear una Asamblea de Municipios revestida de voluntad autoconstituyente. Pues bien, s¨®lo medio a?o despu¨¦s, las cosas han cambiado sobremanera, dejando un clima de opini¨®n que abre unas perspectivas muy distintas. Y el agente catalizador que ha provocado un giro tan espectacular ha sido el resultado del 13-J, que ha trastocado casi todas las expectativas.Si comenzamos con los pactos poselectorales, advertiremos que por lo general se han cerrado en contra del PP, con gran indignaci¨®n por parte de ¨¦ste. Ahora bien, ello resulta perfectamente explicable. Por un lado est¨¢ el hartazgo ante a?os de corrupci¨®n y abusos de poder, seg¨²n el ejemplo de Baleares. Tambi¨¦n es evidente que el regionalismo de centro derecha se asfixia cuando acepta el abrazo del oso que le ofrece el PP. Y por ¨²ltimo est¨¢ el efecto de la ley de Riker en Teor¨ªa de coaliciones, que determina la preferencia por elegir como socio al partido m¨¢s d¨¦bil con el que pueda formarse una coalici¨®n vencedora: esto hace que las bisagras prefieran pactar con el PSOE antes que con el PP, all¨ª donde ¨¦ste haya quedado por delante de aqu¨¦l.
El resultado ha sido que el partido del Gobierno pierda parte del poder local que ocupaba, apareciendo por primera vez el problema de qu¨¦ hacer con los cargos cesantes. Recu¨¦rdese la ca¨ªda de UCD, iniciada con sus luchas internas debidas a la p¨¦rdida del poder municipal tras la constituci¨®n de los ayuntamientos democr¨¢ticos. Pues bien, algo an¨¢logo podr¨ªa sucederle ahora al PP, tras perder cotas de poder local: como entre sus filas comienzan a darse los cesantes agraviados, no ser¨ªa raro que apareciesen las primeras divisiones internas, que podr¨ªan ser explotadas por l¨ªderes hoy marginados como Cascos.
Otro cambio del clima pol¨ªtico causado por el 13-J ha sido el pinchazo del globo nacionalista, cuyas ambiciosas expectativas se han desinflado en buena medida. En particular, los independentistas vascos aguardaban estas elecciones como agua de mayo, pues confiaban en que les catapultasen hacia la autodeterminaci¨®n y la soberan¨ªa. Pues bien, no ha sido as¨ª. El electorado nacionalista ha optado por premiar el giro hacia la moderaci¨®n de los radicales y a la vez castigar el giro hacia el radicalismo de los moderados, sin que por ello se ampl¨ªe ni un ¨¢pice su capital electoral conjunto: al rev¨¦s, pues han perdido bases de poder tan importantes como las de ?lava y Vitoria. En consecuencia, la apuesta por el soberanismo ha perdido credibilidad, y hoy la Operaci¨®n Asamblea ya no tiene tanto sentido como parec¨ªa antes.
Pero el giro copernicano m¨¢s llamativo lo dan las expectativas del PSOE, pues su recuperaci¨®n del poder local, con la capacidad de pactar lograda tras el hundimiento de IU, le hace sentirse en la mejor disposici¨®n para explotar el efecto Maragall en las auton¨®micas catalanas de oto?o. Y de ah¨ª a creer en la chance de Almunia para las legislativas del a?o que viene no hay m¨¢s que un paso, que su optimismo incurable les tienta a dar. Ahora bien, si recuerdan el cuento de la lechera, convendr¨ªa que no se hicieran demasiadas ilusiones, pues hay dos l¨ªneas de sombra que oscurecen tan buenos augurios. Por un lado, la victoria de Clos en Barcelona se dio con una participaci¨®n electoral del 51% tan s¨®lo: de ah¨ª que no sea extrapolable a las auton¨®micas. Y por otra parte, la cuesti¨®n esencial, que es la renovaci¨®n interna del liderazgo socialista, sigue sin resolverse, pues Almunia no es m¨¢s que un tapado que delata el dedazo de quien se oculta tra ¨¦l: la ominosa sombra de Gonz¨¢lez, que aspira, como Papandreu tras la catarsis, a regresar disfrazado de Almunia por la puerta grande.
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