Marbella, SL
ANA L. ESCUDEROSi Marbella figurase en el registro, adem¨¢s de los accionistas conocidos por todos, figurar¨ªa su apellido mercantil: Sociedad Sin L¨ªmites (SL), porque la desmesura y el surrealismo son las caracter¨ªsticas de esta ciudad. No es s¨®lo por el vestido de lazos rojos que Gunilla escogi¨® para darse un homenaje a 19.000 pesetas el cubierto en la Gala contra el sida, sino que as¨ª lo afirma Juan Carlos Reina que, con medio siglo de profesi¨®n, es uno de los periodistas m¨¢s veteranos de la localidad. "Siempre ha sido un lugar at¨ªpico", dice. Y ¨¦l ha sido testigo. Reina, tras haber dado a conocer las historias secretas de la ciudad, ha recogido el futuro de la localidad en un nuevo libro: Marbella 20 a?os despu¨¦s. Relata, por ejemplo, que en las primeras legislativas, cuando apareci¨® por aqu¨ª Blas Pi?ar -con un s¨¦quito tan variopinto como el del Rey Fahd- a una leona que viv¨ªa en una terraza le dio por escapar y salt¨® sobre un coche propiedad de un afiliado a Fuerza Nueva. El damnificado vio intenciones ocultas en el suceso y grit¨®: "Han sido los comunistas. Estos hijos de puta me la van a pagar". Reina asegura que el negocio de la SL est¨¢ a punto de convertirse en Sociedad An¨®nima (SA), porque cada vez son menos los famosos que pasan por aqu¨ª. "Los que viene son unos pelados", comenta, a pesar de Banderas y de Ana Obreg¨®n. Nada que ver con cuando se paseaban por estas tierras gente como el banquero Ignacio Coca, la Duquesa de Alba o Gina Lollobr¨ªgida. "Son ellos los que dieron fama mundial a esta Marbella que pretenden descubrir los que llegaron mucho despu¨¦s". Y tras ellos se esconde, seg¨²n Reina, una clase media que desaparece poco a poco porque "el aparente desarrollo de la ciudad no revierte en la econom¨ªa local". El que Marbella, SL, no deje tantos beneficios a sus habitantes como aparenta quiz¨¢s tenga que ver con algo que los economistas conocen: Un rango inferior al de SL: el de Sociedad Decadente (SD). El obispo de M¨¢laga en 1985, Ram¨®n Buxarraix Ventura, vision¨® con un punto apocal¨ªptico el peligro marbell¨ª: "Se tiene la impresi¨®n de encontrarse ante un espect¨¢culo dantesco, donde las carcajadas de los ricos parecen ahogar los gritos de los pobres". Donde Reina ve gente de relumbr¨®n, ¨¦l visionaba "labios hartos de los mejores vinos espumosos", cuyos propietarios, "para m¨¢s inri dicen creer en Jesucristo o seguir al profeta Mahoma".
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