Falung Gong, un ej¨¦rcito de gente corriente
Sentados en torno a una mesa en la trastienda de un restarurante en el lado sur de Pek¨ªn, cuatro seguidores de la secta Falung Gong discuten sobre la preocupaci¨®n y la frustraci¨®n que les ha causado la dura represi¨®n que el Gobierno chino ha emprendido contra este movimiento espiritual. Los cuatro est¨¢n de acuerdo en que debe haber alg¨²n malentendido. Para ellos, Falun Gong es un camino salvador hacia el despertar espiritual y el bienestar f¨ªsico a trav¨¦s del ejercicio y la meditaci¨®n, por mucho que el Gobierno lo considere un grupo pol¨ªtico "diab¨®lico". "Prohibir un movimiento entero es imposible", dice Liang Zhenxing, carpintero de 34 a?os que lleva cuatro vinculado a Falun Gong. "Nuestras actividades son sanas. No vamos a renunciar a ellas. Vamos a continuar pidiendo ser reconocidos legalmente".
La represi¨®n contra Falun Gong tiene la apariencia de un t¨ªpico choque entre la cultura china tradicional y la dura y moderna realidad de la pol¨ªtica del Partido Comunista.
En un lado, hay todo un ej¨¦rcito de gente corriente, muchos de ellos mujeres, jubilados y parados, que buscan su realizaci¨®n espiritual. En el otro, un grupo de, cada vez m¨¢s paranoicos, l¨ªderes del Partido Comunista, que se sienten profundamente amenazados por un movimiento destinado a servir de contrapunto a la monoton¨ªa que ha infectado a un pa¨ªs cuya ideolog¨ªa oficial ha pasado a ser considerada rancia y sin sentido.
El jueves, la polic¨ªa china curs¨® una orden de detenci¨®n contra Li Hongzhi, el l¨ªder fundador de Falun Gong, una gesto sin sentido pr¨¢ctico, ya que Li vive en Nueva York, y Estados Unidos no tiene tratado de extradici¨®n con China. En su lugar, la orden refleja la primac¨ªa de la pol¨ªtica sobre los procedimientos legales en China. Tras un semana de persecuci¨®n pol¨ªtica contra el grupo, se espera que cada ministro demuestre su resoluci¨®n a combatir el grupo, y la respuesta natural del Ministerio de Seguridad P¨²blica ha sido manifestar que le gustar¨ªa arrestarlo.
El jueves, el bombardeo de los medios de comunicaci¨®n incluy¨® la cobertura televisiva de la destrucci¨®n de parte del mill¨®n y medio de publicaciones del movimiento, un acto que recuerda a las antiguas pr¨¢cticas de quemar libros en el transcurso de una ceremonia p¨²blica que los emperadores chinos celebraban tanto para mantener controlada la informaci¨®n como para mandar un mensaje sobre lo que estaba permitido. En la versi¨®n moderna, la represi¨®n tambi¨¦n incluye el bloqueo de diversas p¨¢ginas de Internet. Los seguidores de Falun Gong conf¨ªan profundamente en Internet, en los mensajes por correo electr¨®nico y en los tel¨¦fonos m¨®viles para transmitir informaci¨®n y poder movilizarse. En qu¨¦ medida triunfar¨¢n las autoridades es algo que a¨²n no est¨¢ claro.
"Quieren callarnos y que abandonemos nuestras pr¨¢cticas", dice Zhai Shulin, un cocinero de 32 a?os del noreste de China. "Pero no podr¨¢n. Somos demasiados". Cu¨¢ntos exactamente es una cuesti¨®n que permanece abierta. Zhai y otros seguidores de Falun Gong insiten en que suman m¨¢s de 100 millones, aunque los estudiosos dicen que la cifra m¨¢s fiable se sit¨²a probablemente entre los 20 y los 60 millones. Las autoridades, que no se caracterizan por su precisa descripci¨®n del movimiento, dicen que hay s¨®lo dos millones de seguidores. Uno de los principales misterios que rodean a Falun Gong es por qu¨¦ el 25 de abril sus l¨ªderes tomaron el imprudente paso pol¨ªtico de enviar a m¨¢s de 10.000 seguidores a rodear el Zhongnanhai (las oficinas gubernamentales) en Pek¨ªn para protestar por lo que consideraban un injusto tratamiento por parte de los medios de comunicaci¨®n oficiales.
Sin embargo, lo que m¨¢s ha afectado a los l¨ªderes chinos ha sido el descubrimiento de que altos cargos militares y funcionarios ministeriales no s¨®lo cre¨ªan que Falun Gong pod¨ªa realmente ayudar a sus practicantes a conseguir curaci¨®n m¨ªstica y poderes paranormales, sino que estaban induciendo abiertamente a sus colegas a unirse.
Falun Gong, una variante de los ejercicios tradicionales de qigong que muchos chinos creen que pueden aumentar y canalizar la fuerza vital, toma su nombre del t¨¦rmino falun (rueda de la ley) que los practicantes visionan movi¨¦ndose en el interior de su cuerpo, tanto emitiendo como absorbieno energ¨ªa.
Cuando la represi¨®n comenz¨®, la semana pasada, las autoridades consideraban a Falun Gong como la mayor amenaza para su seguridad desde el movimiento estudiantil de Tiananmen en 1989. Los l¨ªderes chinos tampoco han perdido oportunidad de criticar a Li, que fund¨® Falun Gong en 1992 y se exili¨® a Estados Unidos en 1997. La polic¨ªa le acusa de alterar el orden p¨²blico y de ser el responsable indirecto de la muerte de 743 de sus seguidores, algunos de los cuales trataron, gracias a sus supuestos poderes sobrenaturales, de realizar haza?as como volar o meterse en una hoguera. El peri¨®dico oficial del Partido Comunista ha publicado un reportaje citando a antiguos colegas de Li en el que se dec¨ªa que era un trompetista mediocre, un escritor vulgar y un solitario sin amigos. "En el trabajo ni siquiera redactaba buenos informes, as¨ª que no puedo creer que haya podido escribir un libro", declaraba su antiguo jefe.
Sin embargo, a sus seguidores en el restaurante de Pek¨ªn no les preocupan estas afirmaciones. Cuentan que han llegado a la capital de China desde el extremo noreste del pa¨ªs para protestar por la represi¨®n y no lo han podido hacer por la abrumadora presencia policial en la plaza de Tiananmen y en la afueras del Zhongnanhai. No saben si habr¨¢ m¨¢s protestas. Los cuatro hombres ofrecen simples ejemplos de por qu¨¦ ellos piensan que estudiar Falun Gong es el camino a la salvaci¨®n f¨ªsica y espiritual. "Yo sol¨ªa fumar, beber y buscar... uh, personas del sexo opuesto", dice Zhai, el cocinero, quien a?ade que fue despedido de su trabajo la semana pasada cuando su restaurante, como miles de otros lugares de trabajo por todo el pa¨ªs, realiz¨® una purga de miembros de Falun Gong.
"Ahora s¨¦ que ¨¦sa no era manera de vivir", dice. "Yo no hago nada que perjudique a la sociedad. He aprendido que, antes de actuar, debes pensar en c¨®mo afectar¨¢ a los dem¨¢s lo que hagas. Los otros, primero; t¨², despu¨¦s". Zhai afirma que fue detenido durante tres d¨ªas y fue golpeado por la polic¨ªa que le custodiaba.
Su amigo Liang es miembro del Partido Comunista, pero afirma que ¨¦l no ve¨ªa un choque de intereses entre practicar Falun Gong y creer en el Partido. "Los dos sirven a la gente", dice Liang, "pero si tengo que elegir, seguir¨¦ siendo miembro de Falun Gong".
Un tercer hombre, un pastor de vacas de un pueblo en el noreste de China, dice que al menos 70 de los 2.000 habitantes de su localidad practican Falun Gong. Puede que la represi¨®n no se extienda a las zonas rurales, donde el Gobierno no controla directamente a los trabajadores, pero el pastor, Ji Peng, asegura que sus paisanos estar¨ªan dispuestos a ir a Pek¨ªn a protestar contra el Gobierno si pensaran que podr¨ªan resultar de ayuda.
Los seguidores afirman que su movimiento no tiene una organizaci¨®n establecida, oficinas, ingresos o aspiraciones pol¨ªticas. "?C¨®mo vamos a ser una organizaci¨®n si no tenemos siquiera una sede?", pregunta el cuarto asistente a la reuni¨®n, un profesor de astrof¨ªsica en la Universidad de Pek¨ªn. "No tenemos fuentes de financiaci¨®n ni reconocimiento legal. Ni los queremos ni los necesitamos. Todo lo que deseamos es practicar Falun Gong en paz".
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