El Papa, el cielo y el infierno

Como cura, me ha producido una extra?eza supina el que se hayan escandalizado tantos incr¨¦dulos ante las ¨²ltimas declaraciones del Papa sobre el para¨ªso y el averno, cuando, seg¨²n mi opini¨®n, estas afirmaciones han sido de las pocas acertadas a lo largo de sus casi veinti¨²n a?os de pontificado. Ya mi madre, cuando yo apenas ten¨ªa cinco a?os, me contaba que el m¨¢s all¨¢ (la trascendencia) no era un lugar, sino una situaci¨®n de la persona fuera del espacio y del tiempo, y que los textos neotestamentarios estaban escritos en un lenguaje apocal¨ªptico (fuego, nubes, terremotos, cataclismos, choques de astros...) tan de moda al inicio de nuestra era, estilo literario que Jes¨²s us¨® como buen hijo de su tiempo. En vez de recordarnos estas perogrulladas, m¨¢s le valdr¨ªa a Wojtyla que revalorase al Concilio Vaticano II (se lo ha cargado de un plumazo), que canonizase a Juan XXIII (uno de los mejores papas de todos los tiempos), que levantase la condena sobre los te¨®logos que se ponen de parte de los m¨¢s pobres y oprimidos y que volviera a publicar sus declaraciones en defensa del celibato opcional de los curas (las quemaron al hacerlo Papa) cuando era obispo all¨¢ en su Czestochowa querida.- .