La m¨²sica sube a la monta?a
Acercar la m¨²sica cl¨¢sica a un p¨²blico apenas iniciado en ella, sin encorsetamientos ni premisas, en plena naturaleza viva, donde la ac¨²stica puede jugar malas pasadas, es un reto conseguido con ¨¦xito por segundo a?o consecutivo por la cita musical del pintor Eduardo Arroyo y la pianista Rosa Torres-Pardo en Robles de Laciana, un pueblo de la monta?a leonesa, del que es originario el primero, con poco m¨¢s de 200 vecinos, que asistieron en pleno a cada apartado del singular encuentro junto con numerosas personas que acudieron desde los pueblos de los alrededores, interesados por la convocatoria. La respuesta fue la deseada, incluso super¨® las expectativas. Hacer m¨²sica, con calidad, sin m¨¢s, ni menos, era lo pretendido, y as¨ª fue. Los convocantes e int¨¦rpretes de esta cita la definen como el antifestival, un encuentro en el que no caben pol¨ªticos ni altos cargos de la cosa. A su juicio perder¨ªa la espontaneidad y naturalidad, que pretenden que sea su caracter¨ªstica principal desde la primera a la ¨²ltima convocatoria. El encuentro se inici¨® el pasado viernes con un concierto de piano y canto en la casa del pintor Eduardo Arroyo, un antiguo caser¨®n de sus abuelos, restaurado con gusto para conservar la sobria est¨¦tica de la arquitectura de la zona. En la primera parte del concierto, presentado por Arnoldo Liberman , Rosa Torres interpret¨® al piano Goyescas (Los requiebros, Coloquio en la reja, Quejas o la maja y el ruise?or y El amor y la muerte), de Enrique Granados. El tenor Enrique Viana con Antonio L¨®pez Serrano al piano desgran¨® diversas arias de Gioacchino Rossini (Tancredi, La gazza ladra, La Scala di Seta, Zelmira y Semiramide), ante un silencio estremecedor del p¨²blico. Entre los asistentes hab¨ªa desde ni?os de corta edad hasta ancianos. La afluencia fue tal que ning¨²n rinc¨®n del jard¨ªn de la casa del pintor qued¨® vac¨ªo. Los p¨¢jaros acompa?aron en todo momento al resto de los m¨²sicos, y aunque el tiempo amenazaba lluvia, la tormenta no lleg¨® a descargar, para alivio de los int¨¦rpretes y el p¨²blico all¨ª congregado. Al medio d¨ªa del s¨¢bado, el reci¨¦n nombrado director de las Artes Esc¨¦nicas y de la M¨²sica(Inaem), Andr¨¦s Ruiz Tarazona, en calidad exclusivamente de experto music¨®logo, acompa?ado de Enrique Viana y Gabriel Loidi, ofrecieron una charla en la iglesia rom¨¢nica de San Juli¨¢n, calificada de "ligera", en torno a la m¨²sica, la voz y sus int¨¦rpretes. El conocido tenor explic¨® de forma cercana las reglas del bel canto y la manera de distinguirlo de otras escuelas de la ¨®pera. Viana se sinti¨® conmovido por el silencio y el gran respeto del p¨²blico durante m¨¢s de una hora y media, algo que incluso falla en ocasiones en los c¨ªrculos de los que se consideran entendidos. El colof¨®n del domingo musical no pudo ser mejor. El concierto estrella, clausura de la cita de este a?o, en la plaza inclinada de la iglesia de Robles tuvo una primera parte en la que la mezzosoprano Marina Pardo con Rosa Torres-Pardo al piano interpretaron siete canciones de Manuel de Falla. El cuarteto Assai quiso en esta ocasi¨®n llevar al valle de Laciana el encanto y la magia de Mozart y Brahms. Los ensayos en un local con buena ac¨²stica de Villablino precedieron al concierto en plena naturaleza, sin retornos, pero con la fuerza de una idea alternativa, brillante y con una importante respuesta del p¨²blico. Algunos de los int¨¦rpretes tuvieron tiempo para pasear por este maravilloso entorno que alberga los ¨²ltimos osos pardos de la cordillera cant¨¢brica.
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