Mercosur es la soluci¨®n, no el problema
"Considerando que la ampliaci¨®n de las actuales dimensiones de sus mercados nacionales, a trav¨¦s de la integraci¨®n, constituye la condici¨®n fundamental para acelerar sus procesos de desarrollo econ¨®mico con justicia social... Teniendo en cuenta la evoluci¨®n de los acontecimientos internacionales, en especial la consolidaci¨®n de grandes espacios econ¨®micos, y la importancia de lograr una adecuada inserci¨®n internacional para sus pa¨ªses... Reafirmando su voluntad pol¨ªtica de dejar establecidas las bases para una UNI?N cada vez m¨¢s estrecha entre sus pueblos...". Tratado de Asunci¨®n, 26-3-1991. En estos ¨²ltimos d¨ªas hemos presenciado, con preocupaci¨®n creciente, c¨®mo se han agudizado las tensiones comerciales entre Argentina y Brasil. No se trata de un incidente m¨¢s entre pa¨ªses vecinos, sino de una guerra comercial que cuestiona los principios b¨¢sicos sobre los cuales se firm¨® el Tratado de Asunci¨®n en 1991. Este hecho reviste una especial gravedad no s¨®lo porque Argentina y Brasil son los pa¨ªses m¨¢s fuertes de Mercosur, sino porque la disputa se produce en un momento en que la propia din¨¢mica de la globalizaci¨®n econ¨®mica requiere un gran esfuerzo de coordinaci¨®n regional, como la mejor respuesta a las consecuencias negativas de una crisis que no es atribuible al Mercosur y en la que ambas partes tienen fundadas razones. La aparici¨®n de problemas en el comercio intrarregional no es algo nuevo en Mercosur, como no lo ha sido en el Mercado Com¨²n Europeo durante su larga historia. Desde el comienzo se acept¨® que el proceso de integraci¨®n regional traer¨ªa consigo algunos problemas, no tanto por tratarse de pa¨ªses con distinto desarrollo econ¨®mico, sino por los diferentes sistemas monetarios y arancelarios vigentes en los mismos. ?Qu¨¦ ha pasado ahora? ?Por qu¨¦ han surgido opiniones en Argentina y Brasil que cuestionan el propio Acuerdo de Mercosur? Se han ido acumulando desequilibrios porque no se han adoptado las medidas necesarias encaminadas a armonizar las pol¨ªticas monetarias y fiscales, y la grave crisis financiera -que tiene su punto de partida en Asia, golpea duramente a Rusia y se contagia a Brasil- ha provocado una reacci¨®n proteccionista de los Gobiernos, presionados cada vez m¨¢s por sus sectores productivos y de opini¨®n. Tras el tequilazo del 95, el antecedente inmediato de la crisis actual lo encontramos en enero de este a?o, cuando Brasil, para hacer frente a la tormenta monetaria y mantener sus compromisos con el Fondo Monetario Internacional, tuvo que devaluar su moneda. Esto dio una clara ventaja a las exportaciones brasile?as frente a las argentinas: en el primer trimestre del a?o, las ventas brasile?as de carburantes a Argentina aumentaron un 460% en comparaci¨®n al mismo periodo de 1998; las de tabaco, un 91,6%; las de calzados, un 68,9%; las de coches, un 53,1%... Si bien es cierto que la devaluaci¨®n era para Brasil la ¨²nica soluci¨®n para gestionar su propia crisis, tambi¨¦n lo es que ¨¦sta ha tenido enormes consecuencias negativas en la econom¨ªa argentina que, al mantener la paridad con el d¨®lar, ha sufrido una ca¨ªda del PIB mucho m¨¢s fuerte que la de Brasil. Esta situaci¨®n ha llevado a que, desde Argentina, se empiece a cuestionar la bondad de una integraci¨®n que provoca tales inconvenientes, proponiendo, como alternativa, el objetivo menos ambicioso de crear una simple zona de libre comercio. Tambi¨¦n hay quienes, del lado brasile?o, se preguntan sobre la eficacia de mantener un acuerdo cuyos compromisos se juzgan negativos para su econom¨ªa. En los medios de ambos pa¨ªses aparece con profusi¨®n este tipo de planteamientos. En ese ambiente, la decisi¨®n de Brasil de otorgar ventajas fiscales a la instalaci¨®n de una f¨¢brica de la Ford en el Estado de Bah¨ªa provoc¨® la inmediata reacci¨®n de Argentina, que dispuso la aplicaci¨®n de salvaguardias e introdujo cuotas a textiles brasile?os, y, adem¨¢s, habilit¨® la aplicaci¨®n de restricciones en el seno del Mercosur, fund¨¢ndolas en decisiones de la Asociaci¨®n Latinoamericana de Integraci¨®n (ALADI). Todos los analistas coinciden en se?alar que se ha llegado a una situaci¨®n de m¨¢ximo riesgo para el Mercosur en la peor crisis que atraviesa desde su constituci¨®n. Pero ?la gravedad de la situaci¨®n no deber¨ªa llevar a plantearse cu¨¢les han sido los fallos y qu¨¦ elementos podr¨ªan ayudar en el futuro? Un breve recorrido de la historia del Mercosur nos lleva a concluir que se han producido notables y constantes avances desde que se decidi¨® avanzar con fuerza en el proceso de integraci¨®n. La econom¨ªa de los pa¨ªses miembros ha ido creciendo a un ritmo sostenido, se han intensificado los intercambios comerciales y las inversiones entre los Estados miembros y se ha convertido en un importante actor pol¨ªtico internacional. Aunque se manifiesten algunos desequilibrios comerciales, como en la experiencia europea, tan s¨®lo este ¨²ltimo logro deber¨ªa ser motivo suficiente para que el Mercosur buscara soluciones a la crisis, teniendo en cuenta su voluntad constitutiva y sus ventajas ante el desaf¨ªo de la globalizaci¨®n. Ser un actor pol¨ªtico le ha permitido evitar un intento de golpe de Estado en Paraguay, preservar el adecuado funcionamiento de las instituciones democr¨¢ticas, o llevar a cabo un dise?o diferente de seguridad y defensa en estos pa¨ªses. Pero tambi¨¦n ha supuesto poder llegar a acuerdos comerciales con Estados Unidos desde una posici¨®n m¨¢s fuerte que la que representaba una negociaci¨®n Estado a Estado. El Mercosur es algo m¨¢s que la suma de los pa¨ªses que lo integran, porque tiene entidad y peso por s¨ª mismo. Sus posibilidades no se limitan al comercio intrarregional, ni siquiera al que se produzca en el conjunto latinoamericano, sino que ha sido capaz de llegar al primer Acuerdo de Cooperaci¨®n interregional que ha suscrito la Uni¨®n Europea. Esta dimensi¨®n que ha ido consolidando con Europa y con otras ¨¢reas, ?no deber¨ªa darle la suficiente fuerza para emprender las acciones encaminadas a armonizar los sistemas monetarios y desarrollar mecanismos autom¨¢ticos de arbitraje? Desde Europa, y en particular desde Espa?a, el Mercosur es la soluci¨®n y no el problema. Tambi¨¦n para los espa?oles, la soluci¨®n estaba en la Comunidad Europea. Pero todo proceso de integraci¨®n requiere periodos de acomodaci¨®n, pasa momentos de euforia integradora y momentos de pesimismo, en un camino siempre abierto. Ah¨ª radica su gran fuerza creadora. El saldo final, en la experiencia europea de cuatro d¨¦cadas y en la del Mercosur en los noventa, es claramente positivo. Se han necesitado 50 a?os para construir la Uni¨®n Europea que hoy tenemos y, afortunadamente, las crisis superadas desaparecen de la memoria colectiva. Los avances que se han producido en el ¨¢mbito del Mercosur en apenas diez a?os son espectaculares. Por eso, ahora es el momento de encontrar v¨ªas de soluci¨®n y remediar las carencias que todo proceso de integraci¨®n tiene que ir afrontando. El primer elemento que deber¨ªa ser revisado es el que afecta a los sistemas monetarios. Mientras que Argentina mantenga la paridad con el d¨®lar y Brasil el sistema de flotaci¨®n, en el momento en que haya una crisis financiera y cada uno adopte las medidas necesarias para atajarla se reproducir¨¢n los desequilibrios y, de nuevo, el proceso del Mercosur correr¨¢ peligro. Una respuesta a este problema llev¨® a Europa a la creaci¨®n de un sistema de fluctuaci¨®n dentro de una banda pactada. La experiencia podr¨ªa adaptarse a las necesidades del Mercosur, a?adiendo las medidas de adecuaci¨®n comercial cuando la banda se sobrepasa por uno de los socios. Pero tambi¨¦n habr¨ªa que buscar soluciones en el procedimiento de soluci¨®n de las crisis que ir¨¢n salpicando el proceso. Hasta el momento, cada vez que surge un conflicto, los presidentes de los pa¨ªses del Mercosur tratan, directamente, de dar una respuesta al mismo. Es muy arriesgado dejar la resoluci¨®n de los problemas a una sola instancia, y a¨²n m¨¢s si se trata de la m¨¢xima representaci¨®n del Estado. Todos los sistemas complejos requieren fusibles. Si falla el primero, siempre se puede activar el segundo o el tercero. Pues bien, el Mercosur necesita instancias intermedias que intenten llegar a acuerdos, permitiendo a los presidentes decidir, pero s¨®lo como ¨²ltimo recurso. La convocatoria de una reuni¨®n en Montevideo el d¨ªa 4 de agosto, despu¨¦s de d¨ªas de gran tensi¨®n y enfrentamiento, trata de cubrir este vac¨ªo. Las autoridades de Brasil y Argentina han intentado rebajar el tono de las cr¨ªticas y los reproches mutuos aceptando la celebraci¨®n de la reuni¨®n entre representantes de ambos pa¨ªses y, en el caso de que no se llegara a un acuerdo, la designaci¨®n de tres ¨¢rbitros cuya decisi¨®n ser¨¢ inapelable. El presidente argentino ha retirado las medidas arancelarias como gesto ante la negociaci¨®n prevista, pero parece evidente que el mecanismo es excepcional y fr¨¢gil. Resultar¨ªa parad¨®jico que los dos pa¨ªses que pusieron en marcha en 1986 el proceso de integraci¨®n del Cono Sur a trav¨¦s del Programa de Integraci¨®n y Cooperaci¨®n entre Argentina y Brasil (PICAB) no pudieran ahora superar sus diferencias despu¨¦s de los enormes esfuerzos realizados. En aquel momento se habl¨® del paso de la llamada "cooperaci¨®n por necesidad" a la "cooperaci¨®n por decisi¨®n". Hoy estamos ante una realidad nueva, con una mayor fuerza y peso pol¨ªticos. Ante un desaf¨ªo que merece la pena ganar: una regi¨®n que tiene un enorme potencial de desarrollo en todos los ¨¢mbitos, como lo muestra el simple dato de representar el cuarto producto bruto del mundo. Merece la pena explorar todas las v¨ªas posibles que ofrezcan una salida a la crisis actual y prevean mecanismos de futuro para consolidar el m¨¢s importante ejemplo de regionalismo abierto de la historia de Am¨¦rica Latina.
Felipe Gonz¨¢lez es ex presidente del Gobierno espa?ol.
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