Sombras del pasado
Hayedos de una rara especie, casi extinguida en Madrid, jalonan una senda del monte escurialense
El haya ha sido desde antiguo un s¨ªmbolo cabal del ocio campestre. En la ¨¦gloga primera de Virgilio puede leerse: "T¨², T¨ªtiro, a la sombra descansando/ de esta tendida haya, con la avena/ el verso pastoril vas acordando". Ninguna otra frondosa proyecta una sombra tan prieta como la Fagus sylvatica, a tal punto que bajo su espeso follaje no crece nada, salvo el alivio del excursionista veraniego o los carrillos de un zagal soplando amorosamente la zampo?a.En Madrid, hoy, no tenemos m¨¢s hayedos que el archifamoso de Montejo, pero, como est¨¢ terminantemente prohibido abandonar la estela del gu¨ªa que lo ense?a a toda mecha de hora en hora, puede decirse que en nuestra regi¨®n es irreproducible la pl¨¢cida escena virgiliana. No siempre hubo tal escasez de hayas. En 1864, don Casiano del Prado dec¨ªa haberlas visto, adem¨¢s de en Montejo, en Somosierra, en El Paular y en Cercedilla. Pero ya advert¨ªa que "eran antes m¨¢s comunes a uno y otro lado de la sierra, y de ellas se hac¨ªan cortas hasta mediados del sigloXVIII. En la actualidad est¨¢n a punto de desaparecer del todo si no se procura su reproducci¨®n" (Descripci¨®n f¨ªsica y geol¨®gica de la provincia de Madrid).
Se dir¨ªa que a don Casiano lo oyeron en la Escuela de Ingenieros de Montes, porque en 1870, nada m¨¢s establecer su sede en San Lorenzo de El Escorial, profesores y alumnos comenzaron a repoblar las peladas laderas del monte Abantos, fundamentalmente con pinos resineros y silvestres, pero tambi¨¦n con ¨¢rboles ex¨®ticos -cedros, alerces, pinsapos...- y con otros que, pese a su probada autocton¨ªa, andaban muy al cabo en la sierra, cual era el caso de las hayas. A aquella iniciativa debemos los bosquetes de hayas que hoy asombran la senda m¨¢s directa entre San Lorenzo y el puerto de Malag¨®n, la que sube culebreando entre los arroyos del Romeral y del Arca del Helechal; una senda a la que, en el rigor del verano, no le gana en frescor ni el pante¨®n de los Reyes de El Escorial.
La senda en cuesti¨®n nace entre el Eurof¨®rum FelipeII y la presa del Romeral, por encima de unos pelda?os que hay a la derecha del asfalto, para ascender de inmediato a repecho por una ladera poblada de pinos resineros y jaras pringosas. Siguiendo inicialmente la alambrada que cerca el embalse y luego la m¨¢xima pendiente, nos toparemos en un cuarto de hora con una chapucera portilla: una valla como las que se utilizan en las obras, sujeta con dos alambres -antes era a¨²n peor: hab¨ªa un somier-. Y, tras franquear este churro de puerta, saldremos a lo que parece una ancha pista forestal, pero que en realidad es un viejo ramal de la Ca?ada Real Leonesa.
A unos veinte metros a mano derecha, la senda reaparece y prosigue monte arriba coincidiendo con el sendero que sube al Arboreto Luis Ceballos -se?alizado con estacas e iconos-. En la primera bifurcaci¨®n, empero, se separa de ¨¦ste hacia la derecha para continuar su ascensi¨®n en solitario; media hora despu¨¦s cruza la carretera del puerto y, a partir de aqu¨ª, emprende un prolongado zigzag entre pinos silvestres, alerces -reconocibles por sus ramillas colgantes- y, ?al fin!, hayas. Nosotros hemos contado 44 ejemplares, varios de ellos de muy corta edad, lo que demuestra que, pese a la dureza del clima guadarrame?o, las hayas se reproducen y, con suficiente ayuda, a¨²n podr¨ªan recuperar el espacio perdido en nuestra sierra. Como a una hora y media del inicio, tras rebasar el ¨²ltimo grupo de hayas, la senda desemboca de nuevo en la carretera del puerto de Malag¨®n, a unos trescientos metros de ¨¦ste. Muy cerca, al noreste, camino de la cima del Abantos, se alza la cruz de Rubens sobre un risco reputado como el mejor observatorio del monasterio de San Lorenzo. Pero el otro Lorenzo pega aqu¨ª de lleno, y lo que m¨¢s apetece es bajar cuanto antes por la misma senda, a sentir en el espinazo resudado el gozoso escalofr¨ªo del hayedo sombr¨ªo. Quiz¨¢ por eso, Machado se preguntaba: "?Qui¨¦n ha visto, sin temblar,/ un hayedo en un pinar?".
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