"La guerra de las galaxias" en la galaxia rusa
Con 17 a?os de retraso, La guerra de las galaxias, un cl¨¢sico del cine estadounidense, acaba de estrenarse en Mosc¨². Los cin¨¦filos no son los ¨²nicos en alegrarse. Los analistas pol¨ªticos se inspiran en el t¨ªtulo de la pel¨ªcula para describir las innumerables guerras preelectorales en la galaxia rusa.La m¨¢s ruidosa opone desde el 17 junio a las dos principales cadenas de televisi¨®n, la ORT y la NTV, con motivo de la candidatura del alcalde de Mosc¨², Yuri Lujkov, a la presidencia de la Rep¨²blica. Es cierto que los dos editorialistas que la comenzaron est¨¢n de vacaciones, pero los informativos son m¨¢s que suficiente para indicar cada d¨ªa las preferencias de una y otra cadena.
Vlad¨ªmir Gussinski, del Banco Most y propietario de NTV, s¨®lo ofrece en su cadena noticias positivas para Lujkov, su viejo c¨®mplice. Por el contrario, Bor¨ªs Berezovski, que controla la ORT, da ¨²nicamente la palabra a los adversarios del alcalde que pretenden que en Mosc¨² no se puede solucionar nada sin sobornos. La ruidosa divisi¨®n entre estos pesos pesados del nuevo capitalismo ruso basta para demostrar que el escenario de 1996, cuando todos los banqueros se pusieron al servicio de Bor¨ªs Yeltsin, no va ha reproducirse en las elecciones del a?o 2000.
Para los cuatro principales polit¨®logos, reunidos d¨ªas atr¨¢s en torno a una mesa redonda, estas batallas en las ondas no tienen pr¨¢cticamente objeto alguno. En efecto, tres de ellos est¨¢n convencidos de que Bor¨ªs Yeltsin aplazar¨¢ las elecciones presidenciales, al no tener un candidato capaz de continuar su pol¨ªtica. La vuelta del presidente al Kremlin, "para evitar la can¨ªcula en el campo", seg¨²n ha dicho, despierta serias dudas sobre sus intenciones. A todas luces, prepara medidas extraordinarias, pero ?contra qui¨¦n? ?Contra los comunistas? ?Contra Lujkov? ?Contra las cr¨ªticas en la prensa? ?Quiere cambiar la fecha de las elecciones?
De repente, el 23 de julio, la Niezavissimaia Gazeta public¨® una entrevista sensacional con el ex ministro del Interior el general Anatoli Kulikov. Peque?o, rechoncho, muy implicado en la guerra de Chechenia, este hombre, que pasaba por ser un incondicional de Bor¨ªs Yeltsin, cuenta en ella, con todo lujo de detalles, el intento de Yeltsin de dar un golpe de fuerza la v¨ªspera de las anteriores elecciones. El domingo 17 de marzo de 1997 -dice Kulikov- fue convocado, a las once de la ma?ana, en el Kremlin, donde Yeltsin le dio la orden de poner sus tropas en estado de alerta porque hab¨ªa decidido disolver la Duma, ilegalizar el Partido Comunista y aplazar dos a?os los comicios presidenciales previstos para el mes de junio. "Tengo que seguir dos a?os m¨¢s en el poder", repiti¨® para convencer a su desconcertado interlocutor. "Usted es el comandante en jefe y sus ¨®rdenes no pueden ser discutidas, pero conc¨¦dame unas horas para consultarlo con mis colaboradores", respondi¨® Kulikov, y fij¨® una nueva cita en el Kremlin para las cinco de la tarde.
Tras lo cual, y antes incluso de convocar a los generales de las tropas del interior, Kulikov telefone¨® al presidente del Tribunal Constitucional, Tumanov, y al fiscal general, Skuratov, para saber si el decreto de Yeltsin pod¨ªa tener alguna base legal. Tanto el uno como el otro le respondieron de forma negativa: la Constituci¨®n no autoriza al presidente a disolver la Duma durante los seis meses que preceden a su propia reelecci¨®n, ni a prohibir un partido inscrito legalmente, y menos a¨²n a aplazar dos a?os la fecha de las elecciones.
"?Por qu¨¦ no lo han dicho?", se extra?¨® el ministro, cada vez m¨¢s perplejo. A continuaci¨®n subi¨® al piso superior para hablar con los consejeros del presidente que redactaban el controvertido decreto. Desde el despacho se ve¨ªa la plaza Roja, llena de paseantes ese hermoso domingo de primavera. "Ma?ana, si el decreto que est¨¢n redactando est¨¢ firmado, todo arder¨¢ en esta plaza y no dispondr¨¦ de medios para protegerles", dijo Kulikov para frenar su exceso de celo y porque, en efecto, el grueso de sus tropas estaba ocupado en Chechenia. Lo mismo ocurr¨ªa con el Ej¨¦rcito y su ministro, Pavel Gratchev, que ni siquiera hab¨ªa sido consultado.
Los consejeros parec¨ªan muy nerviosos. Kulikov se llev¨® a dos de ellos a su cita de las cinco de la tarde con Yeltsin para intentar juntos convencerle de que renunciase a su proyecto. La tarea no fue f¨¢cil, y cuando Kulikov le cit¨® los nombres de las personalidades competentes que le preven¨ªan contra sus intenciones, se limit¨® a gritar: "?Todos se han vuelto comunistas!". Pero se dio la orden a las fuerzas del Interior de levantar el estado de emergencia y de dejar de bloquear la Duma, cerrada bajo pretexto de que hab¨ªa una bomba escondida en el edificio.
En el extranjero se supo de inmediato que se imped¨ªa trabajar a los diputados, pero no lo que se ocultaba tras esta alerta. Poco despu¨¦s, Bor¨ªs Yeltsin reprendi¨® a sus dos colaboradores, Korjakov y Barsukov, responsables de su seguridad, imput¨¢ndoles la idea de aplazar las elecciones y orden¨¢ndoles no volver a inmiscuirse en pol¨ªtica.
As¨ª pues, el relato detallado de Anatoli Kulikov establece la verdad sobre la jornada del 17 de marzo de 1996 y muestra que para el zar Bor¨ªs ni siquiera su propia Constituci¨®n es la ley. Ahora tiene muchas m¨¢s razones para querer aplazar las elecciones, porque su entorno, incluida su propia hija, ha acumulado "asuntos" que, en caso de un cambio de guardia en el Kremlin, les llevar¨ªan inevitablemente ante la justicia. Durante las semanas de vacaciones en Mosc¨², ya se lleva a cabo un verdadero pogromo entre los jueces de instrucci¨®n y los fiscales que se ocupan de estos casos. Se sabe que el futuro del fiscal general, Skuratov, Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior est¨¢ en suspenso, debido a la negativa del Senado a aceptar su destituci¨®n. Pero el jefe de la polic¨ªa judicial, ?gor Kojevnikov, acaba tambi¨¦n de ser destituido, al igual que el adjunto del fiscal general, Katuchov. Se habla de sustituir a Chaika, el adjunto de Skuratov, que en la actualidad ejerce las funciones de fiscal general de manera interina, por Ustinov, pr¨®ximo a Bor¨ªs Berezovski. Porque, evidentemente, el pogromo de los jueces tiene como objetivo ahogar las molestas denuncias dirigidas contra este ¨²ltimo, ya inculpado, y contra otras personalidades muy bien situadas en el Kremlin. El ex ministro Kulikov est¨¢ convencido de que si el Kremlin prosigue estas acciones y adem¨¢s aplaza las elecciones, Rusia vivir¨¢ una explosi¨®n similar a la de Indonesia.
Los polit¨®logos son m¨¢s esc¨¦pticos, ya que, seg¨²n ellos, los rusos est¨¢n demasiado cansados, son demasiado pasivos para salir a la calle. V¨ªctimas el a?o pasado de la crisis financiera, este verano sufren una crisis del petr¨®leo producto de una paradoja. Como el precio del oro negro ha subido un 118% en el mercado mundial, las compa?¨ªas rusas prefieren vender su petr¨®leo en el extranjero y estrangulan el mercado interior. Los veraneantes de Sotchi, la mayor estaci¨®n balnearia rusa, pasan horas ante las gasolineras, la mayor¨ªa de las cuales est¨¢n vac¨ªas o, si no, venden clandestinamente su producto a precios desorbitados. La situaci¨®n no es mejor en Kislovodsk, en Piatigorsk y en otros c¨¦lebres lugares de vacaciones para los pudientes. Los reportajes de la televisi¨®n muestran a unos veraneantes desesperados que protestan contra el personal de las gasolineras, desde hace tiempo privatizadas, y que, evidentemente, intentan sacar partido de todo ello. No hay que ser una lumbrera para comprender que esta subida "espont¨¢nea" de los hidrocarburos est¨¢ provocando un nuevo incremento de la inflaci¨®n, mientras el Gobierno proclama su determinaci¨®n de reducirla.
Pero ?qui¨¦n gobierna de hecho este pa¨ªs? El ministro de Energ¨ªa, V¨ªktor Kalujnyi, primero amenaz¨® a las compa?¨ªas petroleras con tratarlas con "mano dura" para obligarlas a respetar sus contratos con las diferentes regiones del pa¨ªs. Por su parte, el primer ministro, Sergu¨¦i Stepashin, proclam¨® su intenci¨®n de aumentar de forma radical las tasas aduaneras para hacer que la exportaci¨®n del petr¨®leo sea menos beneficiosa. Tras lo cual, ni uno ni otro tomaron las medidas anunciadas y se contentaron con celebrar una reuni¨®n a puerta cerrada "con los generales del petr¨®leo". Una vez terminada la reuni¨®n, el ministro Kalujnyi se desplaz¨® personalmente a Sotchi para prometer a los desamparados veraneantes la inminente llegada de 600 toneladas de gasolina. El remedio para la crisis no es ni "la mano dura" ni el aumento de las tasas aduaneras, sino una nueva privatizaci¨®n de todas las gasolineras, que deben ser gestionadas por las grandes compa?¨ªas, y no por los peque?os propietarios.
Rusia ofrece el triste espect¨¢culo de un pa¨ªs donde, a fin de cuentas, hay un empe?o en agradar a los m¨¢s ricos, en este caso, las compa?¨ªas petroleras, que ya est¨¢n favorecidas por el auge del mercado mundial. El r¨¦gimen actual no sabe funcionar de otro modo. Pero es posible que el general Kulikov tenga raz¨®n cuando considera que la paciencia de los rusos, tras tantos abusos e injusticias, empieza a agotarse.
K. S. Karol es experto franc¨¦s en asuntos del Este de Europa.
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