Recuerdos de Tom¨¢s Alfaro Fournier
JOSU BILBAO FULLAONDO En un ejercicio constante por la recuperaci¨®n de la historia de la fotograf¨ªa, el Fotomuseum de Zarautz ha organizado para este mes de agosto una exposici¨®n bajo el titulo: Guerra de ?frica 1921-1922. Las im¨¢genes que recuerdan el evento fueron tomadas por Tom¨¢s Alfaro Fournier (Valladolid 1892-Vitoria, 1965), un c¨¦lebre personaje de la sociedad vitoriana, que particip¨® en la contienda como capit¨¢n de Complemento de Infanter¨ªa. Son fotograf¨ªas que no reflejan en ning¨²n caso el gran desastre del ejercito espa?ol, en Annual (Marruecos), contra la guerrilla del Rif. No se trata de un reportaje; se remite m¨¢s bien a un recuerdo personal de valor singular. Tom¨¢s Alfaro Fournier tuvo una infancia c¨®moda. Su padre, conocido industrial textil, y su madre, heredera de la prestigiosa imprenta Heraclio Fournier, desde una posici¨®n econ¨®mica holgada, le ayudaron a conformar un esp¨ªritu abierto a las artes y al conocimiento. Primero hizo estudios mercantiles y con cerca de cuarenta a?os, en 1930, interesado por la actividad pol¨ªtica, estudi¨® Derecho en la Universidad de Valladolid. Miembro de Acci¨®n Republicana, el partido de Aza?a, desempe?¨® desde una posici¨®n independiente un papel destacado en la uni¨®n del espectro republicano alav¨¦s, dividido en numerosos grupos y corro¨ªdo por sus luchas internas. De esta manera lleg¨® a teniente de alcalde, y alcalde en funciones de Vitoria, entre 1931 y 1936. Durante la guerra civil, detenido por los militares rebeldes, pas¨® por varias c¨¢rceles franquistas. Su actividad intelectual abarc¨® diferentes vertientes. Adem¨¢s de sus art¨ªculos period¨ªsticos, sus libros Vida de la ciudad de Vitoria y Una ciudad desencantada, referencia obligada para el estudio de la capital alavesa, en el Ateneo se preocup¨® por otros aspectos art¨ªsticos y creativos. Fue la revista de esta instituci¨®n la que reprodujo litograf¨ªas de calles y rincones vascos por ¨¦l realizadas. Su faceta de pintor resalta por el delicado tratamiento del color y la originalidad de sus paisajes, una tem¨¢tica y precisi¨®n que no se prodiga en el resto de su obra gr¨¢fica. Sus fotograf¨ªas se guardan con esmero en el Archivo Municipal de Vitoria. Las primera tienen fecha de 1907 y llegan hasta 1930. Son composiciones elementales, con iluminaci¨®n frontal, que no manifiestan esfuerzos creativos de ning¨²n tipo, como s¨ª ocurre en sus otras actividades pl¨¢sticas. Relega la fotograf¨ªa a una funci¨®n de recuerdo, documentos que revelan su vida privada. Ventanas para una detallada biograf¨ªa donde se recupera el ambiente familiar donde vivi¨®. El retrato de su padre inicia un prolongado relato lleno de sabores ic¨®nicos. En la casa de P¨®veda se celebran fiestas y lunchs familiares. Los d¨ªas de nieve se aprovechan para el esqu¨ª y el trineo. En el Tenis Club las a?as cuidan de los beb¨¦s. Las calles de la ciudad son tambi¨¦n escenario adecuado para retratar a los ni?os. La luz del verano resulta propicia para recoger las escenas m¨¢s diversas. Regatas en San Sebasti¨¢n, el paseo por La Concha, Fuenterrab¨ªa o Saturraran. Los chiquillos juegan desnudos en la playa de Ondarroa. El txintxorro guiado por un marinero permite la pesca con hilo y anzuelo. El resultado es una merluza, un besugo, que cuelga de la mano de uno de los improvisados pescadores. San Vicente de la Sonsierra muestra la actividad cineg¨¦tica. El grupo de bateadores posa para la foto. El zagal sostiene en su mano la perdiz y la liebre. D¨ªas de ocio y descanso que se dejan acompa?ar por alg¨²n viaje a Francia o a Madrid. El servicio militar en ?frica resulta tambi¨¦n anecd¨®tico. La llegada en barco y una vista del puerto de Melilla dan paso a fotos de oficiales al mando, trincheras, campamentos, cuarteles, mulos cargados, instalaciones hospitalarias, o desfiles de escuadrones tras la bandera. Algunos aborigenes son rara nota ex¨®tica. Recuerdos de una guerra dulce, donde no se ven los muertos de aquello que fue, como reza la canci¨®n popular, un matadero, donde matan a los hombres como si fueran corderos.
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