Los austriacos quieren orden
Michael Krammer y Georg Egger son educados y pausados. Con gesto tranquilo e imperturbable, van respondiendo por turnos. Jam¨¢s se interrumpen, cada cual hace su aportaci¨®n sin discutir. Son austriacos, claro, y por eso el orden forma parte de su cultura. Una circunstancia que choca de lleno con la tradicional anarqu¨ªa valenciana. "La gente me parece muy ca¨®tica. Los espa?oles con los que estoy organizan una comida, pero nunca saben a qu¨¦ hora", cuenta Michael. "Yo tuve un examen el a?o pasado y cuando pregunt¨¦ la hora me dijeron simplemente que por la tarde", recuerda Georg. Pero no les molesta, e incluso se declaran sorprendidos de que las cosas funcionen aunque no hayan sido planeadas. Georg y Michael, estudiantes de castellano en la Universidad de Alicante, aprenden a convivir con esta desorganizaci¨®n t¨ªpicamente espa?ola, y mientras tanto van adoptando algunas costumbres que se llevar¨¢n a Austria. La m¨¢s curiosa, la de Michael. Ya se ha comprado una bota de vino para compartirla con sus amigos cuando regrese. "Es m¨¢s divertido que estar cada cual con su vaso en la mano", explica. Con todo, peor que la anarqu¨ªa llevan el calor. "Me cuesta concentrarme. Si me estableciera en Espa?a, lo har¨ªa en el norte", dice Georg. Ambos echan de menos la vegetaci¨®n y el verde de las monta?as de su Austria natal. Pero coinciden en que no hay nada como la Comunidad Valenciana a la hora de salir de marcha. Pero este gusto por la diversi¨®n, que Michael desear¨ªa que se celebrara m¨¢s temprano, no les impide calificar de "demasiado ruidosas" las m¨²ltiples fiestas tradicionales que se conmemoran en la Comunidad Valenciana. En Austria tambi¨¦n hay muchas fiestas y reconocen que aqu¨ª la gente participa m¨¢s, pero hace m¨¢s ruido. Lo que m¨¢s les gusta. A Michael le encanta la Universidad de Alicante, el hecho de que todo est¨¦ junto en una gran ¨¢rea educativa. Considera que el ambiente es propicio para estudiar. Tambi¨¦n el sol, la playa y el mar. Georg es m¨¢s noct¨¢mbulo y, adem¨¢s de la playa, cita la vida de la noche y lo abierta que se muestra la gente al turismo. Lo que menos. Michael echa en falta un poco m¨¢s de oferta cultural. Le gustar¨ªa que Alicante fuese m¨¢s monumental. Georg considera que la playa de Alicante est¨¢ un poco sucia. Lo que m¨¢s les choc¨® al llegar. Michael est¨¢ obsesionado con el horario de ocio espa?ol. "No puedo entender por qu¨¦ salen a las 12 de la noche. ?No pueden salir a las ocho? ?Es necesario salir tan tarde?", se pregunta. Georg se asombra de que la gente pueda levantarse por la ma?ana para trabajar despu¨¦s de salir por la noche, algo para lo que se declara incapaz. Este ¨²ltimo se extra?a del comportamiento de los motociclistas. "Conducen muy r¨¢pido y van sin casco. Ya he visto dos accidentes", cuenta. Michael no esperaba que Alicante fuera una ciudad donde "todo est¨¢ un poco sucio, hay muchas cosas rotas y las casas parecen pobres", dice. C¨®mo nos ven. Ca¨®ticos y espont¨¢neos. Georg nos define como "muy abiertos y amables, siempre dispuestos a ayudar". Claro que a veces nos pasamos de hospitalarios. "Cuando voy con gente de aqu¨ª nunca pago, siempre invitan. Yo tambi¨¦n quiero pagar, pero te dicen la cuenta muy r¨¢pido, yo no lo entiendo y ellos pagan". Le hace sentirse inc¨®modo. ?l y Michael coinciden en se?alar que los valencianos "hablan mucho y muy r¨¢pido". Adem¨¢s, se extienden mucho en dar una respuesta. "La gente en Austria habla poco, lo justo para decir lo que quiere", se?ala.
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