Fuego fatuo
Todos los que perdieron la vida ayer a la hora del eclipse creyeron que se acababa el mundo. Qu¨¦ tontos. Se fueron convencidos de que no quedaba nadie en casa, y aqu¨ª estamos usted y yo viendo la tele tan tranquilos. Por un lado, da gusto sobrevivir a un fin del mundo m¨¢s, aunque fuera un fin del mundo un poco cutre, de soldadura aut¨®gena, a falta de verdaderos fuegos artificiales. Yo he superado una docena de apocalipsis y no recuerdo que ninguno alcanzara los niveles de ordinariez de ¨¦ste. Ni de tristeza. En Asturias, donde me encuentro, se retiraron un momento las nubes y todos miramos hacia abajo, cubri¨¦ndonos el rostro con la mano, como en esa imagen en la que Ad¨¢n y Eva, desnudos, son expulsados del para¨ªso. Nosotros est¨¢bamos en ba?ador, lo que lo hac¨ªa todo m¨¢s pat¨¦tico, si cabe. El ¨²nico que vio el eclipse con tranquilidad fue un ciego autorizado a mirar hacia arriba sin casco de soldador. Lo cont¨® bien, con gracia, aunque nos dimos cuenta de que ment¨ªa porque describi¨® un eclipse total cuando todos sab¨ªamos por los peri¨®dicos que en el Principado ten¨ªamos un descuento del 23%.Ahora bien, por otro lado est¨¢ uno desde lo de ayer un poco absurdo, como dudando si no se habr¨¢ acabado el mundo de verdad. Es cierto que nada ha cambiado, pero tambi¨¦n que todo parece al mismo tiempo el eco de algo extinguido, muerto. Enciendes la tele, ves la publicidad o el telediario, que viene a ser lo mismo, y te preguntas si todo eso puede ser real. Quiz¨¢ no, quiz¨¢ se trate de uno de esos fogonazos que permanecen en el ojo cuando apagas la luz de la mesilla de noche. Si el mundo se hubiera terminado de repente, no ser¨ªa raro que tuvi¨¦ramos la impresi¨®n de continuar vivos por una cosa de rutina (o de retina). A veces, el eco dura tanto o m¨¢s que la voz.
Los mismos peri¨®dicos de hoy, si ustedes se fijan, est¨¢n un poco p¨¢lidos, y muy delgados, como si hubieran salido por inercia m¨¢s que por una verdadera necesidad informativa. Hasta las esquelas han perdido ese vigor oscuro que las caracterizaba. Y ya no hay quien se crea lo de los santos sacramentos y la bendici¨®n de Su Santidad. No habr¨ªa dado abasto el pobre Papa si hubiera bendecido a todos los que estiraron ayer, incluidos quiz¨¢ usted y yo, nunca se sabe. Todo tiene, en fin, desde el eclipse una calidad como de fuego fatuo que le hace a uno dudar si el mundo se ha acabado o no. Lo siento por Froil¨¢n, que hab¨ªa empezado a decir pap¨¢ y mam¨¢. Y por el pr¨ªncipe, que parece que hab¨ªa ligado. No somos nadie.
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