Arroyo cree que a¨²n no ha conseguido esa obra importante que ans¨ªa todo artista

Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) se niega a instalarse en la comodidad, a aposentarse en su madurez pict¨®rica y renunciar a crear esa obra que ans¨ªan todos los artistas. El pintor cree que a¨²n no ha ganado la batalla frente al lienzo. Pero apostilla: "Eso no significa que no mantenga la ilusi¨®n banal de conseguirlo". Arroyo, artista multidisciplinar, pronunci¨® ayer en la casa Olerti de Zarautz (Guip¨²zcoa), una conferencia sobre las vanguardias que conoci¨® en su exilio voluntario y reivindic¨® el valor de todo tipo de arte "si existe una ¨¦tica y un deseo de superaci¨®n".

El Premio Nobel de Literatura Jos¨¦ Saramago dijo en una ocasi¨®n que la pintura es la literatura hecha con pinceles. A Arroyo, quien quiso ser antes escritor que un maestro del lienzo, la ocurrencia no le disgusta. "Podr¨ªa estar de acuerdo con eso", afirma, "pero no me considero un escritor; me considero un pintor que escribe". Pintor, escen¨®grafo, escultor y escritor, Eduardo Arroyo ha protagonizado una carrera siempre comprometida y cr¨ªtica con la sociedad y, sobre todo, con el poder. Sus cuadros, enmarcados en la nueva figuraci¨®n, incorporan acontecimientos pol¨ªticos y referencias expl¨ªcitas de la vida cotidiana. Es todo fruto de su insaciable curiosidad. El artista tiene una oculta vocaci¨®n de periodista. Ya desde su juventud, cuando decidi¨® exiliarse voluntariamente en Francia, vivi¨® inmerso en lo que ¨¦l llama "obsesi¨®n pol¨ªtica de Espa?a", una preocupaci¨®n latente que ha hecho de ¨¦l un lector de prensa compulsivo. Forma parte de de su personalidad y, por lo tanto, de su obra.Arroyo nunca ha flirteado con el discurso abstracto en 40 a?os de profesi¨®n, lo que no quita para que aprecie este lenguaje. "Todo tipo de arte", sentencia, "tiene su funci¨®n si hay una moral, una ¨¦tica y un deseo de superaci¨®n. Deben coexistir. Mi pintura ha sido siempre muy figurativa y muy literaria, pero tambi¨¦n hay mucha ambiguedad en mis cuadros. Yo tambi¨¦n soy muy secreto, no quiero desvelarme, no quiero ser claro", reconoce.

Eduardo Arroyo alcanz¨® hace ya tiempo la madurez art¨ªstica y, sin embargo, no ha dejado de crear, aunque piense que las ¨²ltimas retrospectivas que se le han dedicado "tienen un ligero tufo funerario", a pesar de que cuando echa la vista atr¨¢s reconoce "carencias" en cuadros de los que hace ya tiempo se olvid¨®. Y es que, para Arroyo, las obras de arte tienen personalidad propia. "El cuadro", dice, "encuentra su camino, porque creo que son seres vivos que se lanzan a la vida y hablan bien o mal de ti cuando vuelven". Quiz¨¢ sea eso lo que le haga persistir en "la batalla que siempre se pierde" frente al lienzo.

Ante todo, a Arroyo se le conoce por su esp¨ªritu rebelde, por su inconformismo, por ese ¨¢nimo de hacer "una obra importante, que no se har¨¢". ?Cree que no la ha hecho? "Estoy seguro de que no lo he conseguido", responde, "pero eso no significa que no mantenga esa ilusi¨®n banal". Lo dice el Premio Nacional de Artes Pl¨¢sticas de 1982 y Caballero de las Artes y de las Letras francesas, entre otros reconocimientos. Mientras tanto, sigue regalando ensayos, escenograf¨ªas o esculturas. Dice que ha vivido "de una manera un poco neur¨®tica. Al final, ya no eres de nada, ya nada te pertenece en cierto sentido". Reconoce como ¨²nica patria, la pintura.