Un Cordob¨¦s versallesco
El Cordob¨¦s se puso versallesco. Cosas veredes. . . Asumi¨® plenamente las formas de un cortesano de Versalles y le hizo el rendez vous al presidente con todos los pronunciamientos. Ahora bien, el 'presidente, por lo que pudo apreciarse, cogi¨® un globo, tir¨® de tel¨¦fono, y quienes conocen los Usos y costumbres de los palcos presidenciales entendieron que le estaba poniendo • al versallesco artista u?a multa. Luego se supo que no, y debi¨® ser porque El Cordob¨¦s pidi¨® perd¨®n.
El enojo del presidente no ten¨ªa fundamento, pues el saludo de El Cordob¨¦s fue de una finura exquisita: se inclin¨® reverente, una pierna adelante otra atr¨¢s, un brazo a la espalda, la otra mano discurriendo en c¨ªrculos por delante de la boca y del coraz¨®n hasta quedar abajo extendida...
Alcurruc¨¦n / Litri, Ponce, Cordob¨¦s
46), Duscher, To?ito (Viveros, m.89), Rui Jorge (Kmet, m.78); Edmilson (Iordanov, m.81) y Krpan (Ayew, m.46). Atl¨¦tico de Madrid: Toni; Gaspar (Solari, m.78), Santi, Gamarra; Pilipauskas (Toni, m.46), Valer¨®n (Bejbl, m.46), Hugo Leal (Ventur¨ªn, m.66), Capdevilla; Jos¨¦ Mari (Juninho, m.76), Hasselbaink (Lard¨ªn, m.86) y Correa (Baraja, m.46).?rbitro: Antonio Marcal. Amonest¨® a Schemichel y Hasselbaink. Partido de vuelta de la Copa Reebok disputado en el estadio Jos¨¦ Alvalade de Lisboa ante unos 15.000 espectadores. El resultado de la ida, disputada en Marbella, fue de 1-1, por lo que el Sporting logra el trofeo por el doble valor de los tantos en campo contrario.
Cinco toros de Alcurruc¨¦n, bien presentados, varios sospechosos de pitones, 2¡ã muy flojo, de encastada nobleza en general
De Montalvo: 2¡ã y 6¡ã (sobrero), bien presentados, muy flojos, pastue?os.
Litri: pinchazo, estocada atravesada y descabello (bronca), estocada tirando la muleta y rueda 'de peones (pitos)
Enrique Ponce: pinchazo y estocada (oreja), estocada corta trasera (oreja) El Cordob¨¦s: estocada tendida delantera perdiendo la muleta, rueda de peones y descabello (petici¨®n, gran ovaci¨®n y salida a los medios); nueve pinchazos y estocada ladeada (gran ovaci¨®n y salida al tercio).
Plaza de Illumbe, 13 de agosto
6? corrida de feria. Lleno.
Distinto habr¨ªa sido que El Cordob¨¦s le hubiese: hecho al presidente la peseta, o un corte de mangas Lo que pasa es que las buenas maneras ya no se llevan. Las hace uno y parece que ofende. Ocurre igual con el toreo, que tambi¨¦n es de la vida. Ahora mismo se aplauden m¨¢s las revoleras tontas que las medias ver¨®nicas hondas; los pases por alto a un costado lejano llamados "de pecho" que los naturales cargando la suerte; los circulares, que los redondos con las de parar, templar mandar. Y tal cual vamos llegar¨¢ el d¨ªa en que dar¨¢ un torero la media ver¨®nica honda, o el natural cargando la suerte, o el redondo con las de parar, templar y mandar, y le mentar¨¢n a la madre .
Lo que le sucedi¨® a El Cordob¨¦s fue que el presidente le hab¨ªa hecho v¨ªctima injustifica da de un estridente agravio comparativo. Unos minutos antes Enrique Ponce reedit¨®, superficial y repetitivo, una de sus acostumbradas faenas, y a petici¨®n mayoritaria del p¨²blico el presidente se la premi¨® con una oreja. Vino a continuaci¨®n El Cordob¨¦s, que a?adi¨® a los derechazos ejecutados con aseo, pases de rodillas, manoletinas y dem¨¢s frusler¨ªas, y a pesar de que la petici¨®n de oreja fue en esta ocasi¨®n clamorosa, el presidente le deneg¨® el trofeo. El Cordob¨¦s se neg¨® entonces a darla vuelta al ruedo. Se limit¨® a salir a los medios para agradecer la ovaci¨®n enorme y, de regreso, le hizo al presidente el reverencioso saludo conforme a las reglas de Versalles, que le deben venir de cuna.
Las corridas en Illumbe tienen estas an¨¦cdotas que vale elevar a categor¨ªa. Todo en Illumbe se eleva a categor¨ªa. Y, en cambio, lo que en tauromaquia pura verdaderamente importa, lo probable es que pase desapercibido. Por ejemplo, los toros de Alcurruc¨¦n, que a diferencia de d¨ªas anteriores, estuvieron bien presentados y desarrollaron encastada nobleza, y no consta que nadie lo celebrara. El toro, en estas plazas triunfalistas, no pasa de constituir un pretexto para aplaudir a quien los toree. M¨¢s o menos; enti¨¦ndase.
La segunda faena de Ponce, en la que hizo alarde de la facilidad que atesora para pegarles pases a los toros f¨¢ciles, se aclam¨® entera. En la anterior la banda toc¨® el pasodoble Las Islas Canarias, que encajaba perfectamente en aquel vergel de belleza sin par.
Litri dio un sainete en su lote. El hombre no paraba quieto pegando trapazos y logr¨® sacar de sus casillas a la bondadosa concurrencia. . Largaba pico, con lo que ofende. En eso de largar cOn el pico Litri es una eminencia; si lo sabr¨¢ la afici¨®n, con ella un servidor, que a veces coge onda y se percata.
El Cordob¨¦s sali¨® a por todas en el sexto. Primero compareci¨® bajo el palco, pidi¨® perd¨®n por el saludo anterior y le brind¨® el toro al presidente. Luego dio unos arrojados muletazos de rodillas, se abri¨® a los medios y cuaj¨® una faena vibrante, pese a que estaba tocada por la vulgaridad propia de los pegapasista contumaces. Casi toda con la derecha pues por la izquierda el boyante sobrero de Montalvo iba menos. Ten¨ªa ganadas las orejas pero mat¨® a la que hac¨ªa diez, perdi¨® la ocasi¨®n de salir por la puerta grande y hubo de contentarse con saludar a la afici¨®n. Aunque esta vez sin rendez vous, no fuera a ser que lo llevaran al cuartelillo.
Babelia
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