El recitador de precios
RETRATOS,Como la mayor¨ªa de hombres de la mar, Gregorio Jerez Gonz¨¢lez posee esa mirada sabia y profunda que delata a quienes se han forjado a fuerza de bregar con la vida. Es due?o de un rostro trabajado que no hace honor a sus 48 a?os y le basta con un vistazo para conocer la calidad del pescado que acaba de llegar al puerto. Gregorio Jerez Gonz¨¢lez tiene una voz pausada y suave, todo lo contrario de lo que podr¨ªa parecer despu¨¦s de verle en acci¨®n subastando el pescado que entra cada tarde en la lonja del municipio almeriense de Garrucha. Le bastan una peque?a libreta, un bol¨ªgrafo y, desde hace unos a?os, un peque?o micr¨®fono, que le libera de forzar las cuerdas vocales, para cumplir cada tarde con el oficio que lleva ya 27 a?os desempe?ando: subastar el pescado de la lonja de Garrucha. Antes de acceder al puesto era administrativo en la Cofrad¨ªa de Pescadores de Garrucha. Cuando el antiguo subastador enferm¨®, la cofrad¨ªa confi¨® en ¨¦l para el trabajo y, desde entonces, cada tarde, hacia las cinco, se le puede ver en la lonja, rodeado de cajas de pescado y ajeno a las miradas curiosas de las decenas de turistas que cada verano acuden a disfrutar del curioso ritual de la subasta. "Esta es la mayor atracci¨®n del pueblo. La lonja se llena todas las tardes de gente. En invierno tambi¨¦n vienen excursiones de jubilados o grupos de gente a ver la subasta", comenta Gregorio. Est¨¢ acostumbrado a la expectaci¨®n que despierta un oficio que para ¨¦l ya no guarda secretos. Y no le molesta la curiosidad del turista. "A veces interrumpen m¨¢s los propios pescadores con las bromas que se gastan entre ellos", asegura. Por la lonja de Garrucha pasan unos 40 compradores al d¨ªa. Todos quieren hacerse con la mejor mercanc¨ªa de entre los cuatro o cinco mil kilos de pescado fresco que se subastan diariamente. Y todos permanecen atentos al trepidante recital de cifras que Gregorio va desgranando. Para quienes no conocen el pa?o, la subasta del pescado se presenta como una suerte de caos en el que parece imposible descifrar los endiablados vocablos que salen por boca del subastador mientras el bullicio de los pescadores hace las veces de coro. Tampoco se antoja sencillo comprender la capacidad de concentraci¨®n que permite a Gregorio Jerez percatarse de qui¨¦n para la subasta y a qui¨¦n corresponde otorgar la mercanc¨ªa. Pero la veteran¨ªa es un grado: "El comprador muchas veces va a la piller¨ªa. Pero a m¨ª, con los a?os que llevo en esto, a ver qui¨¦n me va a venir ahora con enga?os. Me los conozco a todos", explica Gregorio Jerez, que se toma muy en serio la responsabilidad de su trabajo. "No se puede jugar con padres de familia que viven de esto. Por eso, no admito ning¨²n tipo de piller¨ªa", explica orgulloso. Los salmonetes, la br¨®tola, la melva, el emperador o la preciada gamba roja de Garrucha, y muchas especies m¨¢s, mueven al d¨ªa entre tres y cuatro millones y medio de pesetas. El a?o pasado se vendieron en la lonja garruchera m¨¢s de 800 millones de pesetas en pescado fresco, reci¨¦n arrancado al mar por los hombres abnegados que cada madrugada suben a los 20 arrastreros del pueblo y a la treintena de barcos de artes menores que hay en Garrucha.
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