Champa?a despu¨¦s de la resaca
El murci¨¦lago, de Johann Strauss, es la quintaesencia de la opereta vienesa. La Quincena eligi¨® esta obra maestra para el primer d¨ªa de resaca despu¨¦s de la Semana Grande. Homenajeaba as¨ª a Johann Strauss en su centenario y contribu¨ªa, de paso, a mantener la fiesta. La soluci¨®n de San Sebasti¨¢n inclu¨ªa elementos m¨ªnimos de escenograf¨ªa y manten¨ªa el vestuario de los cantantes. Era un quiero y no puedo. Un vals en el espacio de un chotis.Correspondi¨® a Francisco Maestre el papel de narrador. Fue un pelmazo. Sobreactuando continuamente, reemplazando la sutileza del carcelero del tercer acto por una declamaci¨®n a gritos, inoportuno y egoc¨¦ntrico en su cometido pretendidamente did¨¢ctico.
Brill¨® entre los cantantes el contratenor Jochen Kowalsky, como Orlofsky. Fue un pr¨ªncipe vocal; destac¨® tambi¨¦n la soprano Oladz Saitua, en una actuaci¨®n de coraz¨®n, componiendo el personaje de Adele con muy buenas maneras. El resto del reparto cumpli¨® sobradamente. Andreas Mitisek dirigi¨® con orden y claridad. Le falt¨® un poco de chispa. La Sinf¨®nica de Euskadi comenz¨® con rigidez, pero se fue integrando en el esp¨ªritu de la obra conforme la funci¨®n se desarrollaba. Sali¨® airosa. Algo similar ocurri¨® con la coral Andra Mari.
El murci¨¦lago en San Sebasti¨¢n era una idea estupenda. Pudo haber sido champa?a, pero las burbujas no ten¨ªan coronas. El p¨²blico se lo pas¨® bien y agradeci¨® la presencia de Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno y Maite Arruabarrena (con Rossini y Saint-Sa?ns) a la fiesta del segundo acto.
Babelia
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