Tres conceptos de arte
Buena dosis conceptual de arte en la corrida goyesca de Antequera. Toreaban Anto?ete, Curro y Paula. Los tres engallados y con ganas de triunfo. Los tres muy dispuestos. Pero cada uno con sus hechuras toreras deleitaron ante un encierro muy c¨®modo de El Pilar. No tocaron pelo, pero dejaron satisfecho al p¨²blico que acudi¨® a la cita en el centenario coso.Anto?ete, enrabietado como un principiante, salud¨® con garbo a su primero, el toro de menor presencia del encierro. El animal, muy encastado, soport¨® una fuerte pelea en varas, lo que no le rest¨® movilidad para que el diestro madrile?o se acomodara a su embestida. Faena reposada, para aprovechar las energ¨ªas del morlaco, con momentos de gran calidad cuando el maestro Anto?ete tore¨® en redondo. El viento racheado no fue tampoco obst¨¢culo para que en la tercera tanda, con la derecha, Chenel ligara los pases con los pies atornillados en el suelo. Prodigio de temple y ligaz¨®n que provoc¨® el delirio en los tendidos. Trincherazos con hondura adornaron una faena que creci¨® en poder¨ªo tanda a tanda. Traz¨® algunos naturales, pero el toro se quedaba m¨¢s corto. Le falt¨® firmeza con la espada y el premio qued¨® en una calurosa ovaci¨®n.
El Pilar / Anto?ete, Romero, Paula
Seis toros de El Pilar, anovillados, con escasa presencia, sospechosos de pitones. 3? y 4? inv¨¢lidos.Antonio Chenel Anto?ete: dos pinchazos y descabello (ovaci¨®n); pinchazo y media atravesada (silencio). Curro Romero: pinchazo, media desprendida, tres descabellos (ovaci¨®n); media al paso y tres descabellos (silencio). Rafael de Paula: bajonazo (bronca); pinchazo y media atravesada (ovaci¨®n). Plaza de toros de Antequera, 20 de agosto. Corrida Goyesca. 1? del abono de feria. Dos tercios de plaza.
Inv¨¢lido el segundo de su lote, el presidente lo dej¨® en el ruedo a pesar de que se estuvo arrastrando por la arena en los primeros tercios. Adem¨¢s, el toro manse¨®, resultando imposible siquiera sacar alg¨²n muletazo suelto. A favor de querencia el morlaco apretaba mucho y Anto?ete, no sin enfadarse, tuvo que buscar la espada. El de El Pilar se ech¨® por su cuenta, aunque el diestro lo levant¨® para entrar a matar. Bronca a la presidencia por no mandar al toro por donde vino.
Curro Romero disfrut¨® el mejor lote de la tarde. El primero, tan falto de fuerzas como sus hermanos, colabor¨® con el de Camas para una faena exitosa. Antes, con el capote, Curro empap¨® de arte el ruedo, sobresaliendo una media con la rodilla genuflexa plena de poder¨ªo y arte. Cuatro ver¨®nicas lent¨ªsimas en el quite. El p¨²blico le oblig¨® a saludar. La faena huele a ¨¦xito y Curro rompe con unas excelentes tandas con la mano izquierda. Mucho temple, trazos lentos en los muletazos y el arte que impregna un hombre que parece incombustible. Los ayudados de cierre para guardarlos en una caja fuerte. Pero con la espada este torero es otro. Alivi¨® el embite y mat¨® mal. Aunque perdi¨® las orejas qued¨® el sabor grat¨ªsimo de una faena sin altibajos, compacta e incluso larga para el tiempo que emplea el fara¨®n.
El quinto de la tarde, el m¨¢s sospechoso de pitones, se le qued¨® siempre muy corto a Romero. Su noble embestida invit¨® al sevillano a perfilar la faena, pero una vez probado por los dos pitones termin¨® por retirarle la confianza al toro. Vuelta y vuelta, trasteo por bajo y ah¨ª se esfum¨® el perfume del camero. Sartenazo para acabar con su enemigo. El p¨²blico, con el alma suspirando por lo visto antes, le perdon¨® el alivio.
M¨¢s ingrato fue el tendido con Rafael de Paula en el tercero de la tarde. Otro inv¨¢lido, con amagos de zombi, incapaz de andar en el ruedo. Entre la incapacidad f¨ªsica del toro y tambi¨¦n de la de Paula, la faena de muleta no existi¨®. El toro amorcillado y Paula adormilado. Los dos se aburrieron, el p¨²blico que se enfad¨® y el toro que se ech¨® antes de que el gitano pinchara con la espada. El toro muri¨® de pena.
Para que nadie se fuera a disgusto el sexto ayud¨® al jerezano para una faena de destellos. La noble embestida del toro provoc¨® el despertar en Paula. Esta vez su incapacidad f¨ªsica no fue obst¨¢culo para ponerse ante la cara del animal, al que consigui¨® muletear con gran empaque. Se cruz¨® en el toreo en redondo, con pases templados a media altura. Desde el tendido se le jale¨® y el torero termin¨® por coger confianza. Gan¨® altura la faena en su tramo final, siempre con la mano derecha.
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