"No reconozco a Picasso en otras fotos que no sean las m¨ªas"
Supo sostener y fijar la mirada de la Gran Gorgona del arte del siglo XX. No fue el ¨²nico, pero es ¨²nico. Andr¨¦ Villiers, a sus 69 a?os, es uno de los pocos fot¨®grafos-testigos que han sobrevivido a Picasso. Villiers ha estado en M¨¢laga acompa?ando una gran exposici¨®n suya, monogr¨¢fica, con 118 fotograf¨ªas: Picasso, leyenda de un siglo, muestra que se clausura el 30 de agosto y que se podr¨¢ ver en Vigo a partir del 9 de octubre. Para los expertos, es uno de los fot¨®grafos que mejor han sacado la veta histri¨®nica del pintor, su vanidad hiriente, su ternura o su creatividad.
Anda encorvado y con bast¨®n. Una enfermedad ¨®sea cr¨®nica le ha hecho gestionar con precisi¨®n sus recursos corporales. Hace 46 a?os, un joven aficionado al jazz y a la fotograf¨ªa, conoci¨® a Picasso en Vallauris. "Me dec¨ªan ¨¦se est¨¢ loco; yo no sab¨ªa nada de Picasso, pero lo abord¨¦; luego ¨¦l me acept¨®. Claro que eso cambi¨® mi vida: mi enfermedad me hizo conocer a Picasso, trabajar con ¨¦l; le debo much¨ªsimo; desde hace a?os yo y mi familia repetimos cuando pasa algo bueno, Gracias, Pablo, porque creo que est¨¢ ¨¦l detr¨¢s", recuerda una suerte de druida tras unas gafas de vista cansada que a?ade: "pero hubiera preferido tener salud a conocer a Picasso".Quienes no conocen a Villiers, cuyo curr¨ªculo fotogr¨¢fico es apabullante, le acusan de hura?o. ?l recuerda que estuvo cinco a?os postrado en cama. Su mujer advierte: "contestar¨¢ lo que ¨¦l quiera, no se preocupe". Sabe cu¨¢l es su sitio: "nunca he dicho que fuera amigo de Picasso; ¨¦l s¨ª, lo ha dejado escrito varias veces; dijo que era como su hijo, pero yo nunca lo consider¨¦ mi padre: era dif¨ªcil estar con Picasso. Si me separaba un tiempo de su lado, comenzaba a sentir la aureola de su fama; cerca de ¨¦l, eso se desvanec¨ªa", recuerda.
Un artista generoso
Dice que al pintor no le gustaba hacerse fotos, que "era demasiado inteligente para eso", pero que sab¨ªa el valor que ten¨ªan. "Por eso dejaba que la gente del pueblo se las hiciera, sab¨ªa que as¨ª ganaban alg¨²n dinero a su costa". Villiers insiste en un rasgo muchas veces discutido del genio: "es el hombre m¨¢s generoso que he conocido"."He hecho millones de fotos; a Fellini, a Mir¨®, a Dal¨ª, a Cocteau... Pero todos me preguntan por Picasso, aqu¨ª o en Jap¨®n; ni una vedete de los a?os treinta tiene esa demanda... Y no, no es por su fuerza: es porque es Picasso. Es su obra descomunal lo que le hace parecer ¨²nico". Recuerda que empez¨® a fotografiar sin ninguna pretensi¨®n. Con una Rolleiflex de doble objetivo que la firma le restituye temporalmente, pero que a ¨¦l ya le cuesta manejar y ha sustitudo por una Mamiya de paso universal. "Picasso sab¨ªa que yo estaba empezando, y encontr¨® en m¨ª algo". Luego acab¨® haciendo collages a medias con ¨¦l. Picasso se comportaba de forma distinta con cada fot¨®grafo: con Cartier-Bresson, Duncan, Doisneau, Brassai, Clercq...
"?l ve¨ªa m¨¢s all¨¢, hilaba muy fino, cortaba con un bistur¨ª o pintaba con pluma de cisne: sab¨ªa que tipo de trabajo hac¨ªamos cada uno". ?Y qu¨¦ le parecen los Picassos de sus ilustres colegas? Villiers se sale por las ramas y dice que todos eran excepcionales fot¨®grafos. Y por fin, entra al trapo: "no reconozco a Picasso, a mi Picasso, en ninguna de sus fotograf¨ªas, en otras fotos que no sean las m¨ªas". Luego, durante un almuerzo deja caer una opini¨®n "creo que en su ciudad admiran menos a Picasso que nosotros en Francia". Nadie le desmiente: han sido muchos a?os.
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