"Aqu¨ª no ha venido nadie a ayudarnos"
Familias afectadas por el se¨ªsmo en Estambul se sienten abandonadas por las autoridades
Avcilar, un distrito de Estambul situado en las proximidades del aeropuerto, corri¨® la peor suerte la noche del terremoto. Decenas de bloques de edificios quedaron all¨ª destruidos por el movimiento s¨ªsmico, que dej¨® en esa zona un tr¨¢gico saldo de m¨¢s de un millar de muertos. Su situaci¨®n, sobre la falla que recorre el norte de Anatolia y se prolonga hacia la Tracia turca, ha sido la previsible causa de su desgracia.Mientras la gran mayor¨ªa de los edificios de Estambul (ciudad con 12 millones de habitantes) sobrevivi¨® al se¨ªsmo con apenas unas grietas en las escayolas -como en el caso de las sedes del consulado espa?ol o del Instituto Cervantes-, en Avcilar todas las fachadas est¨¢n marcadas por las cicatrices de la cat¨¢strofe. Casi nadie se atreve a volver a su casa.
Cerca de la mezquita de Avcilar, en un terrapl¨¦n ajardinado junto a una curva de la autopista, acampan bajo el t¨®rrido sol de agosto tres docenas de familias. Unas, con el Mercedes o el Volvo aparcados junto a flamantes tiendas de campa?a. Otras, instaladas bajo cuatro palos, con mantas y pl¨¢sticos por techo, como la improvisada chabola en la que tres comadres charlan a la sombra mientras siete chiquillos corretean entre edredones. Incluso en medio del desastre, la sociedad turca muestra con crudeza sus desigualdades sociales.
"Aqu¨ª no ha venido nadie del Ayuntamiento a ayudarnos. S¨®lo nos traen comida de vez en cuando algunos tipos ricos que pasan por la autopista", sentencia Rabia Sert, de 47 a?os, una castiza de Estambul, donde vive desde hace 30 a?os, frente a sus dos amigas, Emine Kiraz, de 33 a?os, y Bedriye Meslek, de 50, que emigraron desde el Kurdist¨¢n turco (sureste) hace un par de a?os. Cerca de medio mill¨®n de personas se instalan cada a?o en la capital econ¨®mica de Turqu¨ªa.
No hay servicios sanitarios ni fuentes. Para lavarse, tienen que acudir a la mezquita. "Hace fr¨ªo por la noche y los ni?os lo pasan muy mal. No tenemos ni pa?ales. Estamos muy preocupadas porque no ha venido ning¨²n m¨¦dico a verlos... no est¨¢n vacunados", tercia Emine. Sobreviven desde hace cinco d¨ªas con galletas y leche gracias a la solidaridad de otros habitantes de Estambul. "Nos dan m¨¢s miedo las noticias de la radio que los terremotos", se queja Bedriye, al referirse a la alarma que cundi¨® la noche del jueves en Estambul cuando las autoridades advirtieron de que pod¨ªa producirse un nuevo movimiento s¨ªsmico. Tienen tanto p¨¢nico metido en el cuerpo que no dudan en asegurar que la tierra tiembla por las noches. Pero, ante todo, se sienten abandonadas a su suerte, sin poder regresar a sus hogares. "Las viviendas de este barrio no valen para nada, y eso que pagamos 100 millones de liras de alquiler", asegura Rabia, "pero no tendremos m¨¢s remedio que volver a casa".
A tres manzanas de all¨ª, el Ej¨¦rcito acordona los inmuebles desplomados mientras las palas excavadoras retiran monta?as de escombros. Hay un silencio en la calle de Resitpasa cuando el capit¨¢n Cetin Arsalan da la orden de vacunar a un pelot¨®n de soldados. Un responsable de Protecci¨®n Civil le acaba de pedir ayuda: "Necesito 10 soldados con guantes para sacar cad¨¢veres". Los operarios del Ayuntamiento roc¨ªan la zona con desinfectante. "La situaci¨®n est¨¢ bajo control", declara el oficial antes de impedir que el periodista extranjero presencie el recuento de los muertos. El centro de crisis del Gobierno es el que maneja esa informaci¨®n.
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