Cacho, el diez del medio fondo
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Dos finales ol¨ªmpicas, cuatro finales de Mundial, tres finales de Europeo. Todas las grandes finales de 1.500 de la d¨¦cada han contado con la presencia de Ferm¨ªn Cacho, el soriano de 30 a?os que se exhibi¨® por primera vez en el gran escaparate internacional en los Europeos de 1990, a sus 20 a?os reci¨¦n cumplidos y que acumula una medalla oro y tres de plata. "Es mi d¨¦cima final y quiero disfrutarla. Y lo que pase, bienvenido sea", dice. "Todas las que he disputado han sido dif¨ªciles y competidas y ¨¦sta ser¨¢ muy parecida a las anteriores, en las que he visto desfilar a varias generaciones de atletas. As¨ª que puedo ser primero o ¨²ltimo". M¨¢s f¨¢cil lo primero que lo segundo, de todas formas, por lo menos atendiendo a su historial y la transformaci¨®n que sufre llegado el momento, porque m¨¢s que nada y que nadie, Cacho es un gran competidor.Cuando Cacho alcanz¨® su primera final, en Europa el 1.500 brit¨¢nico daba sus ¨²ltimos estertores con un envejecido Steve Cram que alargaba su carrera al m¨¢ximo; en Espa?a, Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez daba las ¨²ltimas zancadas de su carrera, y el alem¨¢n Jens Peter Herold aprovechaba el periodo de interregno. Mientras, en el ancho mundo, el marroqu¨ª Said Auita, el gran dominador de la d¨¦cada, se planteaba ya dejar paso a los m¨¢s j¨®venes. Cacho termin¨® und¨¦cimo de aquellos Europeos. El a?o siguiente su gran final fue la del Mundial de Tokio, aquella en la que ascendi¨® al trono el argelino Nurred¨ªn Morceli, un a?o m¨¢s joven que el soriano, el hombre de los 90 y, quiz¨¢s, el mejor mediofondista de la historia. Cacho termin¨® quinto en aquella final de Tokio, la m¨¢s r¨¢pida de la historia, con unos 3.32.84 que a¨²n estremecen. Morceli mostr¨® al mundo c¨®mo se deben correr los ¨²ltimos 400 metros de un 1.500 y Said Auita pas¨® al olvido. Herold tambi¨¦n estaba all¨ª, donde Cacho ya se encontr¨® con caras que le acompa?ar¨ªan a lo largo de toda la d¨¦cada, como el italiano Gennaro di Napoli y el atleta de Qatar Mohamed Suleiman.
En 1992, cuando Cacho se coron¨® campe¨®n ol¨ªmpico, tambi¨¦n andaban por all¨ª Morceli, que sufri¨® su derrota m¨¢s dolorosa, y Suleiman, ya tambi¨¦n en Stuttgart 93, cuando Morceli se tom¨® cumplida revancha relegando al soriano a la plata. Gotemburgo 95 supuso una octava plaza para Cacho en la final, su peor actuaci¨®n de nunca, y tambi¨¦n la irrupci¨®n de una nueva generaci¨®n, la del 74, guiada por El Guerruj (plata) y con el burund¨¦s Venuste Niyongabo como gran esperanza del ?frica negra, una gente que a¨²n tuvo que esperar para tomar el poder.
Morceli y Cacho a¨²n dominaron los Juegos de Atlanta 96, pero llegado el Mundial de Atenas 97 lleg¨® el fin de Morceli (cuarto). Cacho (segundo), y Suleiman (sexto) ya parec¨ªan los abuelos de los nuevos. Ya no era s¨®lo El Guerruj (primero), tambi¨¦n eran Reyes Est¨¦vez (tercero), John Mayock (noveno) o Laban Rotich (und¨¦cimo) quienes asomaban sus intenciones. Cacho, ya campe¨®n de Europa en el 94, dej¨® paso a Est¨¦vez en el Europeo del 98. Y as¨ª han llegado a Sevilla 99, donde ya confluir¨¢n tres generaciones. La pasada, pero con rabia, de Cacho y Morceli. La presente de El Guerruj y Est¨¦vez, y la futura, simbolizada por el keniano Ngeny. Ser¨¢, no lo olviden, la d¨¦cima gran final de Cacho.
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