"Cultivarse es aprender el arte de hacer sociedad"
Finkielkraut nada contracorriente. No se siente fascinado por Internet, no cree que el mestizaje sea la soluci¨®n a los problemas de integraci¨®n, defiende las naciones, la ense?anza del lat¨ªn y el griego, el aprender poemas de memoria y el conservadurismo. En su ¨²ltimo libro, L'ingratitude, caracteriza el siglo XX por ser el primero en el que "el hombre no se piensa como un heredero". Pregunta. Hoy, s¨®lo usted defiende el conservadurismo. Liberales y socialistas, cuando quieren acusarse de algo, se tachan de conservadores.Respuesta. El anticonservadurismo general de la ¨¦poca tiene su origen en que hoy el ¨²nico conservadurismo efectivo es el del movimiento. Basta con ver lo que sucede en el Ministerio de Educaci¨®n. Desde hace 40 a?os vive en reforma permanente. El propio ministro no habla nunca de transmisi¨®n de conocimiento, sino de comunicaci¨®n. Y yo en ese sentido estoy totalmente de acuerdo con Hannah Arendt cuando dice que la escuela debiera ser la instituci¨®n conservadora por excelencia porque su misi¨®n es integrar los ni?os en un mundo que es mucho m¨¢s viejo que ellos. Ense?ar consiste en tejer lazos entre los vivos y los desaparecidos, cultivarse es aprender el arte de hacer sociedad con los muertos. P.Pero la democratizaci¨®n de la ense?anza ha obligado a cambiarlo todo.
R.La democratizaci¨®n puede que nos obligue a ense?ar de otro modo, pero no otra cosa. Quienes sostienen que el siglo XXI ser¨¢ el de la inteligencia y que hay que preparar a los ni?os para que se adapten a ese mundo, confunden inteligencia y cultura. Inteligencia significa saber hacer funcionar las neuronas y los ordenadores. La inform¨¢tica es el fetiche del momento. En otros momentos, la t¨¦cnica ha servido para liberarse del oscurantismo, pero ahora es su esencia misma. Octavio Paz dec¨ªa que "hoy el ¨²nico oscurantismo vivo es el del progreso". Idolatramos Internet; Bill Gates es el hombre m¨¢s rico del mundo, el sacerdote m¨¢ximo de la religi¨®n de conectar a todos los analfabetos con todos los libros del mundo.
P.Aprender a expresarse correctamente le parece una de las v¨ªas fundamentales de acceso a la cultura.
R.En Francia, la lengua siempre ha mantenido un v¨ªnculo muy fuerte con la literatura. A medida que el libro desaparece de nuestro horizonte cotidiano, el idioma se empobrece. La escuela, en vez de resistirse a esa tendencia, la legitima. Es una idea distinta de la hospitalidad. Antes, a los ni?os se les dec¨ªa: "He aqu¨ª nuestra lengua", y se les invitaba a aprenderla, a sumergirse en ella, a memorizar poemas; no en vano, los poetas son quienes mejor conocen un idioma. Ahora a los alumnos se les dice: "Habla". Desde el primer instante se prefiere la comunicaci¨®n a la transmisi¨®n. Hemos pasado de la rep¨²blica de los profesores a una rep¨²blica de monitores. Y esos ni?os que hablan sin haber aprendido nada emplean un idioma lleno de anglicismos, contaminado. Si protestas, te tratan de purista, te atacan porque, dicen, est¨¢s contra el mestizaje. Es una supercher¨ªa gigantesca. La palabra inglesa cool [de moda, agradable] no se ha sumado a los treinta adjetivos franceses equivalentes, sino que los ha sustituido, los ha asesinado. El discurso se ha empobrecido. La cultura no es la pureza, sino el matiz. Una persona cultivada es alguien que accede a un mundo de mayor calidad, en el que las cosas no aparecen simplificadas.
P.Y este negarse a la simplificaci¨®n tambi¨¦n le lleva a interesarse por la suerte de lo que usted llama "peque?as naciones", esas que alg¨²n d¨ªa han pensado que pod¨ªan desaparecer: Qu¨¦bec, Catalu?a, Croacia, Israel, etc¨¦tera.
R.En ingl¨¦s se habla de los best and brighest [mejores y m¨¢s listos] para referirse a esa ¨¦lite cosmopolita partidaria ac¨¦rrima de la mundializaci¨®n y del liberalismo, que se quiere ciudadana del mundo y que vive voluntariamente en guetos de lujo, con polic¨ªa privada, escuelas privadas y basureros privados. Son gente que propaga, al un¨ªsono con Benetton, la religi¨®n de los derechos del hombre, que se indigna ante la impunidad de dictadores lejanos y aplaude la creaci¨®n de un Tribunal Internacional de Justicia. Est¨¢n contra el esp¨ªritu de campanario. Son a la vez tribales y enemigos del nacionalismo. En su mundo cerrado defienden una moral abierta. Su compromiso como ciudadanos no va nunca m¨¢s all¨¢ de las fronteras de su barrio protegido. Es el hombre sin cord¨®n umbilical, al mismo tiempo fan¨¢tico de los derechos humanos y ciudadano detestable.
P.Pero ni la condici¨®n de v¨ªctima de las peque?as naciones les da siempre la raz¨®n ni el respeto por la continuidad cultural justifica el mantenimiento de ciertas tradiciones.
R.Claro, la naci¨®n obligada a defenderse constantemente se expande en terrenos que no le corresponden, y la continuada contabilidad de perjuicios contribuye a crear una mentalidad de acreedor. Basta recordar que para Tomas Burke, el hombre, antes que individuo, era heredero, mientras que la Revoluci¨®n Francesa y la doctrina de los derechos humanos han puesto al individuo por encima de todo. Y lo cierto es que sin herencia no se puede acceder a una verdadera existencia individual.
P.Usted cita a Chesterton cuando dice que "la tradici¨®n es la democracia de los muertos".
R.Aunque esa tradici¨®n, esa herencia, no viene precedida de testamento alguno. Una vez conocida, podemos, debemos discutirla y criticarla, pero desde las convicciones y no desde las identidades. La prioridad de los derechos individuales sobre los colectivos va aparejada al elogio del multiculturalismo, que es lo contrario de la universalidad. Las convicciones se discuten, se argumentan, se prueban, mientras que las identidades se afirman. Hay opiniones m¨¢s o menos justas, pero no hay identidades mejores o peores.
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