UN RATERO SIN TEMOR DE DIOS

Por mucha tradici¨®n cat¨®lica que tenga este pa¨ªs -o tal vez precisamente por ello-, desvalijar los cepillos de las iglesias es una poco honrosa pero tradicional actividad de los rateros hispanos que ¨²ltimamente parec¨ªa un tanto abandonada. Aunque, por lo que se ve, la competencia tambi¨¦n se ha incrementado en los negocios de esa ¨ªndole, y a algunos no les queda m¨¢s remedio que buscar su hueco en el mercado retornando al m¨¢s puro clasicismo. En Pontevedra, la polic¨ªa acaba de detener a un hombre de 48 a?os, natural de Barcelona, a quien atribuye "numerosos antecedentes delictivos" y cuya ¨²ltima fechor¨ªa fue privar a varios templos de la ciudad de las limosnas depositadas por los fieles. El detenido responde a las iniciales P.C.E., una conjunci¨®n de letras que, en otros tiempos, hubiese inclinado a la curia a concluir que el individuo estaba predestinado a profanar recintos religiosos desde el mismo momento en que sus padres le escogieron el nombre. Al ratero no le pillaron con las manos en la masa, pero s¨ª con el kit de herramientas al completo: dos linternas del tama?o de un bol¨ªgrafo, un alambre de un metro, unas pinzas quir¨²rgicas y un chicle. P.C.E. puede que no sea muy temeroso de Dios, pero ingenio y habilidad no le faltan. Entraba en una iglesia, hac¨ªa como que rezaba, se iba acercando a los cepillos, y cuando comprobaba que nadie le pod¨ªa ver, as¨ªa el alambre con las pinzas, lo introduc¨ªa por la rendija y gracias a la goma de mascar pegada en el extremo del cable lograba pescar las limosnas.-