Felipe Turover, un aventurero en el Kremlin
Retrato del espa?ol cuyas revelaciones sobre el desv¨ªo de fondos implican al entorno de Yeltsin
El hombre que ha hecho las revelaciones implicando en el nuevo esc¨¢ndalo de corrupci¨®n que sacude a Rusia al presidente Bor¨ªs Yeltsin, a sus hijas Yelena Ok¨²lova y Tatiana Diachenko, y a una serie de otros altos funcionarios tiene pasaporte espa?ol. Verdad es que dicen que tiene otro, israel¨ª, adem¨¢s de permiso de residencia en Suiza. Y, por supuesto, ha tenido tambi¨¦n pasaporte sovi¨¦tico. Su nombre: Felipe Turover Chud¨ªnov. Su edad: 35 a?os. Jud¨ªo sefardita, Felipe naci¨® en Mosc¨² y se nacionaliz¨® espa?ol, como consta en el registro del Consulado General de Espa?a, en el que figura como residente en Mosc¨² pero desaparecido de circulaci¨®n hace tiempo. Su padre es Gu¨¦nrij (Enrique en Espa?a) Turover, conocido ling¨¹ista y excelente hispanista, autor del mejor diccionario ruso-espa?ol que existe.Felipe se cas¨® con Dolores, la hija de una ni?a de la guerra, Rosa Seij¨® (quien muri¨® de c¨¢ncer a los 60 a?os, antes de que la familia emigrara), y de Lev Ar¨®nov. Con ella, Felipe tuvo un hijo, pero hace a?os que est¨¢n divorciados. Dolores viv¨ªa en Boadilla, en las inmediaciones de Madrid, con su hijo y su suegro, que emigr¨® a Espa?a con su esposa, Natasha, cuando la URSS todav¨ªa no hab¨ªa desaparecido, pero aparentemente se ha mudado a Barcelona. Enrique y Natasha Turover siguen en Boadilla, y, seg¨²n un amigo de la familia, las relaciones con su hijo son muy malas. Felipe tiene una historia de aventuras y de vida alegre, acompa?ada de fama de estafador. En la ¨¦poca sovi¨¦tica trabaj¨® como contable en el departamento del distrito Proletarski de la Sociedad de Defensa del Medio Ambiente de Mosc¨². El primer intento de emigrar, a Israel, la familia lo hizo en 1981, pero no recibieron el permiso correspondiente. Lo consiguieron dos a?os m¨¢s tarde, cuando Felipe ya estaba casado con la hija de Rosa. Habr¨ªa hecho estudios tambi¨¦n en Espa?a y en Francia, viajado por M¨¦xico y retornado a Espa?a. Finalmente, en los ¨²ltimos a?os del comunismo, vuelve a Rusia. Esta vida agitada y algo misteriosa hizo preguntarle al Corriere della Sera si no ser¨ªa un agente secreto. Felipe se r¨ªe y niega ser o haber sido esp¨ªa.
Sus viajes a M¨¦xico son comprensibles. En Mosc¨², Felipe era un asiduo visitante de la Embajada mexicana, lo que se explica por el hecho de que Turover padre daba clases de ruso al embajador. Adem¨¢s, la cu?ada de Turover se cas¨® con un funcionario de esa embajada. As¨ª, es natural que Felipe viajara a M¨¦xico: su familia ten¨ªa dinero y pod¨ªan permit¨ªrselo.
A su regreso a Rusia en 1988, se dedica a los negocios: comercio de objetos antiguos, ordenadores, finanzas. El diario N¨®viye Izvestia dice que, a juzgar por una serie de documentos, fue representante en Rusia de la firma GATT, del banco suizo del Gottardo -donde, seg¨²n asevera Felipe, fueron a parar las comisiones ilegales dadas a altos funcionarios rusos por Mabetex-; de Finance Beratung, una firma suiza de Z¨²rich; del United European Bank (ex United Overseas Bank, que financiaba proyectos pretrol¨ªferos y de gas).
A Felipe le gustaba estar junto a los poderosos: conoce a senadores y diputados, frecuenta la Duma estatal y el Consejo de la Federaci¨®n. Pero su hora estelar en este aspecto llega cuando logra hacer amistad con un pariente de Yuri Skur¨¢tov, el fiscal general hoy suspendido de sus funciones. Se trata de Vlad¨ªmir Metiolkin, director del Centro Medicinal de la Fiscal¨ªa en Istra. En ese centro -una especie de club ubicado a orillas de un r¨ªo en las cercan¨ªas de Mosc¨², donde los funcionarios de la fiscal¨ªa van a descansar, practicar nataci¨®n o jugar el tenis-, Felipe conoce primero a ?gor V¨®ronov, jefe del departamento internacional-legal de la fiscal¨ªa, y al mismo Skur¨¢tov.
A partir de entonces, se puede ver a menudo el autom¨®vil de Felipe en el patio de la fiscal¨ªa, de la que se hace asiduo visitante. A la fiscal¨ªa lleva incluso a amigos y utiliza la oficina de V¨®rovov como la suya propia: desde all¨ª hace llamadas telef¨®nicas, all¨ª le llaman a ¨¦l. Al poco tiempo, comienza a presentarse como asesor de Skur¨¢tov y usa un coche oficial. Precisamente en esa calidad, Felipe hace una de sus estafas: el embajador de M¨¦xico le presenta a una mujer cuya hija tiene un problema con la justicia. Felipe promete ayudarla y le pide 3.000 d¨®lares, supuestamente para sobornar al jefe del departamento de investigaci¨®n del distrito oriental moscovita del Ministerio del Interior. Resultado: la mujer simplemente perdi¨® el dinero y Turover no movi¨® un dedo. El mismo Felipe habla de los casos instruidos contra ¨¦l, pero asegura que est¨¢n montados por el ex director del Servicio de Seguridad (SFS) y actual primer ministro, Vlad¨ªmir Putin. En una entrevista con el Corriere, Felipe dice que una tal Elena Rodr¨ªguez ha aceptado declarar contra ¨¦l para lograr que su hija salga de la c¨¢rcel. No se sabe qu¨¦ papel ha desempe?ado el SFS o Putin para conseguir que las estafadas acusen a Felipe, pero s¨ª se sabe que la historia relacionada con el embajador mexicano es verdad, porque ha sido confirmada a este corresponsal por fuentes de esa embajada.
Los otros casos por estafa se refieren a una ex amiga, a la que habr¨ªa robado un reloj Cartier que cuesta 24.000 d¨®lares y una gran suma de dinero no especificada. La chica dice que Phillip (nombre por el que le conocen en Rusia) la llev¨® al centro de la fiscal¨ªa a orillas del Istra, que all¨ª le vio con Skur¨¢tov y que, por supuesto, cre¨ªa que era una persona honrada en la que se pod¨ªa confiar. Aparentemente, la muchacha es Ludmila M¨¦lnik, de la que Felipe dice en su entrevista que trabaja para los servicios secretos. Por ¨²ltimo, est¨¢ la denuncia de los jubilados cuyo apartamento alquilaba Felipe: se fue sin pagar y dejando astron¨®micas cuentas en llamadas telef¨®nicas internacionales. Por eso, N¨®viye Izvestia lo califica de "estafador de segunda". Y es en las revelaciones hechas por este "mentiroso incurable" en las que se basa el caso abierto por Skur¨¢tov contra Mabetex. En la nota de la Fiscal¨ªa General rusa enviada a la Fiscal¨ªa Suiza pidiendo colaboraci¨®n y asistencia legal, se dice que "se est¨¢ investigando el caso criminal n¨²mero 18/221042-98, instruido el 8 de octubre de 1998 a consecuencia de la declaraci¨®n del ciudadano de Espa?a Turover-Chud¨ªnov F. sobre los abusos en el Directorio de Bienes de la Administraci¨®n presidencial de la Federaci¨®n Rusa".
Los delitos cometidos por ese directorio, que encabeza P¨¢vel Borodin, ser¨ªan abuso de poder y soborno. Seg¨²n las acusaciones de Felipe, a la cuenta Dean abierta por Borodin en el banco del Gottardo Mabetex habr¨ªa transferido 11 millones de d¨®lares. Pero la fiscal¨ªa suiza por el momento ha comprobado que a trav¨¦s de esa cuenta se han hecho s¨®lo tres pagos, el menor de 100.000 d¨®lares y el mayor de 1.252.000. Estas transferencias estar¨ªan relacionadas con las actividades de constructoras que, seg¨²n N¨®viye Izvestia, no tienen ninguna conexi¨®n con el Kremlin.
La raz¨®n que habr¨ªa tenido Felipe para hacer las ¨²ltimas revelaciones ser¨ªa nuevamente el deseo de venganza contra el banco del Gottardo, del que fue expulsado. Por cierto, Felipe tambi¨¦n acus¨®, en 1998, a Franco Fenini, un ex alto funcionario de ese banco y despu¨¦s de Mabetex; con ¨¦l tuvo una larga amistad, de extorsionarle: en 1993, el banquero suizo habr¨ªa llegado a Mosc¨² y, pistola en mano, le habr¨ªa exigido 1.400.000 d¨®lares. Felipe habr¨ªa callado durante cinco a?os porque tem¨ªa por su vida y que los amigos de Fenini -los entonces jefe de la Seguridad de Yeltsin, Alexandr Korzhakov, y director del SFS, Mija¨ªl Barsukov, y el ya citado Borodin- se vengaran.
Ahora, Felipe asegura que hay "puntos de contacto" entre el esc¨¢ndalo de Mabetex, que ha salpicado a Yeltsin, con los presuntos desv¨ªos del dinero del FMI a trav¨¦s del Bank of New York. Y pronostica que Borodin, que sabe demasiado, terminar¨¢ como el tesorero del PCUS Nikol¨¢i Kruchina: volando a trav¨¦s de una ventana de la misma oficina que hoy ocupa Borodin. El tiempo dir¨¢ si tiene raz¨®n.
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