El Michael Jordan de la velocidad
Maurice Green salv¨® a Estados Unidos en el ¨²ltimo relevo del 4x100 ante la amenaza del equipo de Reino Unido
Mo Greene salv¨® la vida a una discreta colecci¨®n de velocistas estadounidenses. Para ellos el relevo es una fiesta que no pocas veces ha derivado en fiasco. Les gusta el sentido festivo de esta disciplina. Se sienten como un equipo, ondean la bandera de barras y estrellas, se lo pasan bien, pero su preparaci¨®n para las pruebas de relevos suele ser deficiente. Mejores equipos que el actual han perdido medallas o han sido eliminados por errores en la entrega del testigo. Pero en esta ocasi¨®n los estadounidenses funcionaron con bastante precisi¨®n y se pusieron en manos de Maurice Greene, que deslumbr¨® en la recta final.Detr¨¢s de Greene no hay una cosecha abundante de velocistas estadounidenses. La prestigiosa revista Track and Field News lleg¨® a publicar un n¨²mero sobre la regresi¨®n en las pruebas de 100 y 200 metros. "Why Johnny cann?t run?" (?por qu¨¦ Johnny no puede correr?). Johnny era el americano medio, el americano que casi siempre hab¨ªa ganado las carreras cortas. En los ¨²ltimos a?os, esa especie ha decredido de manera apreciable. Las causas son muchas, y pasan por el desinter¨¦s hacia el atletismo en beneficio de deportes que resultan m¨¢s rentables econ¨®micamente a los j¨®venes, como el b¨¦isbol, el f¨²tbol americano o el baloncesto. Marion Jones, buque insignia de las americanas, lleg¨® al atletismo a ¨²ltima hora, a punto de comenzar una carrera profesional en el baloncesto. Si la WNBA (versi¨®n femenina de la NBA) se hubiera fundado un a?o antes, Jones probablemente estar¨ªa jugando en dicha Liga. Pero ten¨ªa condiciones para correr y vio la posibilidad de ganarse la vida en Europa, gran reserva econ¨®mica del atletismo.
La llegada de atletas de todo el mundo a las universidades estadounidenses tambi¨¦n ha influido en la p¨¦rdida de protagonismo de los nativos. Gente como el namibio Frankie Fredericks se?al¨® el camino a mucho velocistas extranjeros. La victoria de las relevistas de Bahamas apunta por ese lado. Todas ellas se formaron en universidades de Estados Unidos. Las condiciones, por tanto, para la supremac¨ªa de los estadounidenses en la velocidad se han complicado en los diez ¨²ltimos a?os. Un vistazo a su equipo bastaba para saber que no se trataba del mejor de los ¨²ltimos tiempos. Ni de lejos. Brian Lewis y Tim Montgomery tuvieron un papel irrelevante en la final de 100 metros. Jon Drummond es un tiro al aire. En sus mejores d¨ªas se atreve a bajar de los diez segundos, pero sus mejores d¨ªas son escas¨ªsimos. Sin embargo, les quedaba Mo Greene, un cheque al portador.
Si no andaban listos en la entrega del palo, se ver¨ªan en dificultades frente a los brit¨¢nicos, que han reunido una generaci¨®n estupenda. Se tem¨ªa el vac¨ªo posterior a la retirada de Linford Christie. No se ha producido la ca¨ªda. Temporada tras temporada surgen velocistas jovenc¨ªsimos en el Reino Unido. El ¨²ltimo campe¨®n mundial junior, Christian Malcom, no pudo ganarse un puesto en el equipo de Sevilla, integrado por atletas con una media de 23 a?os. Y en el horizonte aparece Michael Lewis, un muchacho de 16 a?os que parece mejor que nadie.
La carrera dijo dos cosas: que los brit¨¢nicos ten¨ªan un equipo capaz de batir a los estadounidenses, y que los norteamericanos dispon¨ªan de un atleta capaz de ganar a todos los que se le pongan enfrente. Es Mo Greene, alias Cannonball (Bala de ca?¨®n). Hizo el ¨²ltimo relevo y marc¨® la diferencia. Hasta ese momento, los norteamericanos superaron las carencias de velocidad punta con una mejor t¨¦cnica en el paso del testigo. Por detr¨¢s, los brit¨¢nicos apretaban como leones. En la curva, las cosas estaban definitivamente igualadas. Chambers, tercero en la final de 100 metros, tom¨® el testigo a la vez que Greene. Ah¨ª la carrera se desequilibr¨®. Por muy bueno que fuera Chambers, y lo es, Greene no admite comparaciones.
Durante 40 metros, Chambers -un atleta de s¨®lo 21 a?os- aguant¨® la embestida de Greene, que corr¨ªa desatado: un cohete con la lengua fuera. El Michael Jordan de la velocidad. A mitad de recta, el brit¨¢nico afloj¨®. No pod¨ªa alcanzar la aceleraci¨®n de Greene. Los ¨²ltimos cien metros del estadounidense fueron estruendo puro, la coronaci¨®n de un atleta que ha ganado tres t¨ªtulos en los Mundiales despu¨¦s de nueve d¨ªas de intens¨ªsimo trabajo. El ¨²ltimo no fue sencillo. Ten¨ªa que salvar la gran reputaci¨®n de los velocistas de su pa¨ªs y lo hizo a lo grande. Como siempre.
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