Fracaso ganadero
Salieron siete toros al ruedo, nos falt¨® uno y nos sobraron cinco. Puede ser un foll¨®n matem¨¢tico, pero seguro que es un foll¨®n ganadero. El sexto, adem¨¢s de inv¨¢lido de los cuartos traseros, parec¨ªa que estaba fumado y bebido en exceso. El p¨²blico fue desde el clamor a la blasfemia. Las entradas val¨ªan entre 6.000 y 15.000 pesetas, la bronca y la decepci¨®n no tuvieron precio porque, adem¨¢s, el fallo afect¨® al torero m¨¢s esperado por la afici¨®n. Y es que Jos¨¦ Tom¨¢s es otra cosa; no lleg¨® a cuajar una faena hist¨®rica, m¨¢s bien anduvo irregular porque lo que ten¨ªa en frente era tan malo y tan poco que no daba para m¨¢s, pero hay que reconocer que lo aborda de otro modo. Para empezar, queda quieto y, si algo no le sale, lo vuelve a intentar tozudamente. La novedad es que, inm¨®vil, se cruza no s¨®lo al pit¨®n contrario, sino al tercer pit¨®n, que, como el tercer ojo, tambi¨¦n existe. Se lo pasa por la faja, por los muslos y por donde haga falta y se clava como el comp¨¢s del dibujante, quedando dispuesto para el siguiente pase. Hubo peligro, que no toro, pero nos hac¨ªa la ilusi¨®n de que hasta toro hab¨ªa.
Zalduendo / Espartaco, Rivera, Tom¨¢s
Seis toros de la ganader¨ªa de Zalduendo, los tres primeros, blandos y parados, el 4? soso, el 5?, m¨¢s grande y m¨¢s parado, el 6?, inv¨¢lido. El 3? fue sustituido por otro de la misma ganader¨ªa. Juan Antonio Ruiz Espartaco: estocada baja, saludos; estocada algo trasera y atravesada, oreja. Francisco Rivera Ord¨®?ez: tres pinchazos, media ladeada, saludos; estocada ca¨ªda ladeada, saludos. Jos¨¦ Tom¨¢s: estocada trasera, dos orejas; pinchazo y estocada, bronca a la presidencia.Plaza de la Real Maestranza, 4 de septiembre, XLIII Corrida Goyesca, en memoria de Antonio Ord¨®?ez. Lleno completo.
La primera parte de la corrida se fue antes de llegar, como el tercer toro, que salvo por los pitones, era insignificante. Quiz¨¢ fue devuelto por birria. Los dos anteriores fueron blandos, no ten¨ªan fuerza. El primero, que hizo pasar apurillos a Espartaco, recibi¨® un puyazo que lo dej¨® clavado en la arena, como una estatua. Lo malo es que, dentro de su poco andar, ca¨ªa de rodillas y a los pies del diestro, que daba medios pases y, en los que daba enteros, adelantaba el pico, pas¨¢ndolo muy lejos de la faja.
El segundo tom¨® una vara y se fue de costado al santo suelo. Andaba tullido de atr¨¢s y quer¨ªa defenderse por delante; lo hizo tan cumplidamente que puso en fuga a los banderilleros y le dio guerra a Rivera, que termin¨® vi¨¦ndose seriamente comprometido en dos cogidas que, por fortuna, no pasaron a mayores.
Espartaco tore¨® correctamente al cuarto. Hay que hacer abstraci¨®n de que utilizaba el tercio externo de la muleta, antes pico, y de que se colocaba a prudente distancia del costillar en postura acostada, pero se trata de detalles para los que apenas se est¨¢. A la hora de matar, entr¨® al cuarto y dej¨® la espada dentro. En Espartaco hay para hacer dos toreros con lo que vimos ayer; indudablemente, ha sido mucho m¨¢s.
El quinto, grand¨®n, era de carne. Ni media arrancada ten¨ªa. Rivera se enfrent¨® al morucho tras brindar ante los chiqueros, en el lugar del ruedo donde reposan parte de las cenizas de su abuelo. Lo que deb¨ªa haber sido noble lucha, qued¨® en ri?a tabernaria, ya que el toro topaba de vez en cuando y el torero, de esa vez en ese cuando, apenas pod¨ªa colocarlos de uno en uno y eso, adem¨¢s, recibiendo trompadas. Hubo calor y falt¨® el color.
El triunfo menor de Jos¨¦ Tom¨¢s no empa?a un fracaso ganadero del que por una vez, y que sirva de precedente, se deber¨ªa tomar buena nota.
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