Batalla entre izquierda y derecha
La batalla entre socialistas y populares es desigual. Aqu¨¦llos s¨®lo han sido relativamente duros -tanto en la comparecencia como en la sesi¨®n cerrada- con De Palacio, pero no con los otros candidatos conservadores. Los populares han cambiado el cromo de su aspereza en muchas audiencias por la obtenci¨®n de ventajas institucionales y protagonismo parlamentario. Aunque al menos la mitad del PPE se ha mostrado moderado evitando ese juego torticero, las voces que m¨¢s se oyen y marcan la pauta en el partido son la de los perif¨¦ricos brit¨¢nicos y los irritados alemanes, que disponen de la ventaja del liderazgo del grupo en la persona de P?ttering. Pero es que ¨¦stos, aunque hayan tenido que renunciar al maximalismo inicial porque no cuentan con la mayor¨ªa y dado el ¨®rdago dimisionario de Prodi, han establecido la l¨ªnea program¨¢tica hasta la investidura, forzando a los socialistas a seguirles. Para votarla, el PPE exige cinco concesiones: que Prodi "tenga en cuenta" una moci¨®n de censura mayoritaria contra un comisario (le haga renunciar); que sus funcionarios acudan a los despachos de los diputados y no al rev¨¦s; que someta sus reformas al visto bueno de la C¨¢mara; que apoye un mayor papel en la reforma del Tratado; y, lo m¨¢s importante, que comparta parcialmente el derecho de iniciativa -la competencia decisiva de la instituci¨®n- utiliz¨¢ndolo a petici¨®n de ¨¦sta.
Sin condicionar a ellos su voto favorable a la investidura, rebajando el tono perentorio y present¨¢ndolos como un "contrato con los ciudadanos", el l¨ªder socialista Enrique Bar¨®n, que apoy¨® al profesor bolo?¨¦s en los peores momentos de la semana, asumi¨® enseguida casi todos esos puntos como propios. A?adi¨¦ndoles la petici¨®n de un "programa de acci¨®n" anual con nuevas propuestas "que recojan el inter¨¦s de los europeos".
En esta batalla doble -Parlamento/ Comisi¨®n, y derecha/ izquierda-, los socialistas, segundo grupo de la C¨¢mara, aparecen como los m¨¢s institucionales. Los populares, que son el primer grupo, asemejan la oposici¨®n y act¨²an como tal. Quiz¨¢ porque consideran que tanto en el Ejecutivo como en el Consejo Europeo hay demasiados rojos. Pero estas contradicciones y perplejidades seguramente son las propias de un sistema tan diferente al cl¨¢sico y bien delimitado de los tres poderes de Montesquieu.
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