LA CR?NICA Vivir desnudo ISABEL OLESTI
Hace cuatro a?os un cliente de Emili Vives, un industrial de la electr¨®nica de Barcelona, le ense?¨® la foto de una finca de 150 hect¨¢reas con un pueblo en ruinas situada entre For¨¨s y Passanant, en la Conca de Barber¨¤. Emili no se lo pens¨® dos veces y la compr¨® sin verla. Ahora El Fonoll se ha convertido en un pueblo naturista donde es imprescindible ir desnudo todo el d¨ªa y no fumar. Nosotros lo visitamos una de esas tardes bochornosas de agosto, sin saber muy bien el camino ni lo que encontrar¨ªamos: en Sarral un hombre nos indic¨® la carretera pero nos advirti¨®: "Ya ver¨¦is, ya... ?Os har¨¢n desnudaros!" El Fonoll est¨¢ situado en un valle rodeado de un bosque de pinos; las casas en ruinas y el completo silencio nos hicieron presagiar que all¨ª no viv¨ªa nadie o que aquel d¨ªa se hab¨ªan esfumado. Quiz¨¢ se escond¨ªan de los intrusos como nosotros y uno del grupo propuso desnudarnos para que vieran que ven¨ªamos en son de paz. La propuesta no col¨®. Hasta que divisamos dos hombres en cueros dedicados a mezclar cemento. Uno de ellos era Emili Vives. Nos sentamos en un merendero rodeado de infinidad de barbacoas mientras Emili nos explicaba sus proyectos. Nos preguntamos qu¨¦ asar¨¢n all¨ª si se supone que son vegetarianos, pero nos aclara enseguida que son tolerantes con la comida y que un d¨ªa a la semana se organiza una sardinada. Pronto aparece una mujer cargada de trastos de cocina y dos perros que nos husmean los bajos. Cuando se aburren, el macho, un caniche muy espabilado y supuesto defensor de los imposibles, intenta montar a la hembra, un medio lobo de considerable tama?o que se deja querer hasta que el caniche, desalentado, se le escurre del lomo. Emilio hace ocho meses que trabaja como un negro reconstruyendo las casas y montando las instalaciones. Este verano lleg¨® a reunir 100 coches con sus respectivas familias que pasaron parte de sus vacaciones practicando el naturismo en El Fonoll. Se puede alquilar una casa por unas 30.000 pesetas al mes, pero el que quiera vivir aqu¨ª todo el a?o, con s¨®lo 8.000, tiene un cobijo y parte de los servicios gratis. Hay camillas de masaje y un ba?o de barro que ¨¦l mismo ha dise?ado, mesas de ping- pong, alquiler de bicicletas, tiro al arco, equitaci¨®n... Emili cuida un huerto biol¨®gico y tiene una peque?a granja; sus cinco hijos le ayudan cuando pueden, pero todo est¨¢ bajo su control y sin ninguna ayuda econ¨®mica. El Ayuntamiento de Passanant, adonde pertenece el pueblo, le pone toda clase de pegas para boicotear el proyecto. "Estoy hasta el gorro de las instituciones. Ped¨ª una ayuda al Programa Leader de la CEE y hace un a?o que espero respuesta". Sin embargo ¨¦l no ceja y seguir¨¢ trabajando hasta conseguir levantar de nuevo todas las casas de El Fonoll. Mientras paseamos se acerca un coche con un conductor y cuatro se?oras muy puestas. Emili les saluda alegremente, ellas ponen cara de p¨®quer y el coche da media vuelta y se va pitando. "Volver¨¢n", comenta Emili, "muchos no se atreven a hablarnos, pero la curiosidad puede m¨¢s que ellos y regresan". Efectivamente, el coche se detiene y dos de las se?oras bajan. Emili se acerca y las saluda de nuevo. "Es que mi padre era de El Fonoll y me gustar¨ªa encontrar la casa". Emili las acompa?a entre las ruinas; las otras dos mujeres observan a trav¨¦s de la ventanilla cerrada, con el peligro de morir asfixiadas por el calor de las cinco de la tarde. Nosotros nos vamos a refrescar a una fuente que alimenta a los antiguos lavaderos. Bajamos hasta una peque?a iglesia rom¨¢nica que tiene la caracter¨ªstica de tener la ¨²nica cruz en el ¨¢bside de Catalu?a. Su patr¨®n es san Blai, pero el santo est¨¢ en Passanant. La curia tarraconense tampoco permite que se abra la puerta de la iglesia, no fuera que a alg¨²n cura nudista se le ocurriera impartir una misa poco ortodoxa. "Si no nos dan la llave les vamos a cambiar la cerradura, porque una iglesia es patrimonio de todos". Cuando dejamos El Fonoll las se?oras siguen as¨¢ndose en el coche. Emili se va a mezclar m¨¢s cemento.
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