El tomillo del norte
PACO MARISCAL Por el norte castellonense, el verano ha sido seco y ¨¢rido. Estuvo ausente la humedad, y el fuego, tantas veces intencionado o imprudente, convirti¨® en ¨¢speras y desabridas algunas jornadas vacacionales. Cuando las tres escasas tormentas dejan caer algunas gotas sobre el suelo por estas comarcas, el tomillo luce de su natural y por septiembre sus peque?as hojas lanceoladas y sus diminutas flores blancas o ros¨¢ceas. El tomillo de las laderas levantinas que miran al mar apenas dej¨® de ser este verano ¨²ltimo del milenio otra cosa que un tallo le?oso; un tallo le?oso con hojas secas que perdieron la savia y se agostaron con la misma fugacidad con que brotaron en la humilde mata. Quiz¨¢s lleguen otros veranos con otras tormentas y el tomillo tenga a?ada florida y estaci¨®n olorosa y perfumada. En esta calurosa del 99 resulta un pel¨ªn dif¨ªcil cortar las cuatro ramitas de tomillo y, junto con la ajedrea, adobar las aceitunas partidas de estas tierras norte?as del Pa¨ªs Valenciano. Quienes, humildes imitadores de Hesiodo, observan los cambios de la naturaleza, las labores y los avatares en el campo, no dudan acerca de la poca fortuna que tuvimos este verano seco. Que esa es la cuesti¨®n y el tema principal, junto con el excesivo consumo de aguas superficiales y subterr¨¢neas, la desecaci¨®n de los humedales costeros, la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica y la ruptura del equilibrio de las cosas cuando la mano del hombre act¨²a imprudentemente. El tronco le?oso y seco del tomillo est¨¢ relacionado con tanta imprudencia, seg¨²n la mayor¨ªa de los cient¨ªficos. Y hasta el tomillo sabe que nosotros lo necesitamos, aunque ¨¦l no nos necesite. Aunque casi nadie se va a preocupar del tronco le?oso y seco del tomillo entre tanto matojo. Porque si desde la planta arom¨¢tica se han observado de soslayo los avatares sociales o pol¨ªticos valencianos del verano, el campo fue un erial sin labrar y cultivar. Un suelo con matojos en exceso, unas veces triviales y otra divertidos. Esos matojos de nuestras vida p¨²blica, valenciana y veraniega, no sirven para nada, no tienen sales alcalinas ni puede extraerse de sus cenizas la sosa que extraen en las comarcas alicantinas m¨¢s meridionales. Aqu¨ª en el norte fueron menos que agua de borrajas las peregrinaciones a Oropesa, donde Les Platgetes de Bellver, de los parientes del PP cargados de ofrendas y cestas con productos hortofrut¨ªcolas con que agasajar al presidente del Gobierno. Mucho Portal de Bel¨¦n, posmoderno y rid¨ªculo, hubo en Les Platgetes. Como esos matojos o partidas de p¨¢del con que los afines ideol¨®gicos intentaron imitar al ol¨ªmpico maestro Aznar. Apenas gramina entre rastrojos fueron tambi¨¦n aqu¨ª esas no menos rid¨ªculas disputas protocolarias y festivas en Morella entre el alcalde Ximo Puig y el provincialmente omnipresente Carlos Fabra. Un campo sin labrar y la nada por horizonte, como esa novela con los cap¨ªtulos repetidos y por entregas de amores y desamores entre las diferentes sensibilidades socialistas o lo que sean esas sensibilidades, a lo largo del verano. Y habr¨¢ que esperar otras estaciones y otros veranos, otras a?adas y otras lluvias o tormentas, otro tomillo y otras realidades sociales y pol¨ªticas que no sean la sombra de los matojos que nos ofrecieron los meses veraniegos y vacacionales del 99.
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