Experimento sobre el umbral del futuro
JOS? LUIS MERINO No se sabe qu¨¦ ser¨ªa del individuo si le faltara la experiencia de la vuelta de vacaciones. De entrada, con esa vuelta su psique se va a poblar de depresiones y s¨ªndromes posvacacionales. En los primeros contactos con lo que va a ser la realidad inapelable de los once meses siguientes, el individuo no se parece nada a lo que era apenas unos d¨ªas antes. Acostumbrado a dotarse de alicientes para sobrellevar su existencia, trata de iniciar en esa vuelta una renovaci¨®n de su yo. Es posible que no lo consiga; sin embargo, el intento es en s¨ª mismo un aliciente que se le figura bals¨¢mico. Y mientras empieza a experimentar sobre el umbral del futuro, llegan a su mente las pr¨®ximas Navidades y el principio de a?o. No le es dif¨ªcil llegar a la conclusi¨®n en que el a?o, lo que se dice el a?o, comienza justamente con la vuelta de vacaciones. Nadie le va a convencer de lo contrario. El calendario es una cosa y las reacciones ps¨ªquicas y f¨ªsicas otra. Para refrendarlo llegar¨¢n las primeras exposiciones de arte, los estrenos de las pel¨ªculas, las novedades de libros... y para los padres el costo de los colegios y la compra de libros de texto. Todo ello conforma lo que es el inicio de la temporada, que es como decir el arranque del a?o nuevo. Puede ocurrir que el buen tiempo en los d¨ªas de vuelta de vacaciones sea tan espl¨¦ndido, tal como est¨¢ pasando en estas fechas -dicha la palabra espl¨¦ndido con todas las reservas-, que no se acabe de dejar del todo de pensar en las vacaciones. El sol har¨ªa de nexo entre el reciente pasado y la cruda realidad. A esto se a?aden los ¨²ltimos esl¨®ganes que quedan por los murales publicitarios, record¨¢ndonos que nos llevar¨ªan el cuerpo all¨¢ donde estaba nuestra mente. Faltar¨¢ poco para que unos nuevos anuncios sustituyan a aquellos que a¨²n nos hacen prolongar imaginariamente el pasado inmediato. Mas casi de repente, el bronceado del verano se ir¨¢ con la primera docena de duchas. Vendr¨¢n d¨ªas de pertinaz lluvia. Por todos los lados nos propondr¨¢n el inicio de coleccionables de todo tipo y condici¨®n... Y entre tanto, la antolog¨ªa de momentos felices se reparte entre los que se casaran dentro de poco; otros van a cambiar de trabajo y ganan m¨¢s con ello; algunos afortunados encontrar¨¢n trabajo despu¨¦s de mucho esperar; m¨¢s de un proyecto se cumplir¨¢, para gozo de quien los tiene; dos seres van a conocerse y a disfrutar de esa amistad posible; parecer¨¢ ins¨®lito, pero para una determinada persona el descubrimiento de un determinado escritor va a conseguir el deslumbramiento de su vida; alguien va a conseguir dejar de fumar para siempre. En resumen, surgir¨¢n los atributos benefactores que proporcionan al individuo la alegr¨ªa de vivir y estar en el mundo como si fuera suyo... Por el contrario, llegar¨¢n los acontecimientos dolorosos: la muerte de uno de los padres o la muerte de un hermano, de un hijo, de un amigo; las enfermedades de diverso tipo har¨¢n aparici¨®n sin pausa ni tregua; para otros caer¨¢ como un estigma doliente la falta de trabajo; sin olvidarnos de los incontables desenga?os que har¨¢n vivir horas de negrura a quienes los padezcan; como no hay que soslayar la de p¨¦rdida de fuerzas de las personas mayores. Por lo dicho, dolor y alegr¨ªa se enfrentan en esa experiencia de la vuelta de vacaciones. La completud del individuo en toda la extensi¨®n del ser a la vista, en vivo, sin ning¨²n atisbo ficcional. M¨¢s real, imposible. Un poeta, Robert Browning, parece decirnos que no hay naturaleza sin estaciones, y lo hace con estas palabras: Cuando nos sentimos seguros ocurre algo,/una puesta de sol, la muerte de un amigo,/el final de un coro de Eur¨ªpides,/y otra vez estamos perdidos.
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