Abbas Kiarostami y Alberto Seixas Santos logran dos obras magistrales
'El viento nos llevar¨¢' y 'El mal' coinciden en su lenguaje contracorriente
ENVIADO ESPECIALEl iran¨ª Abbas Kiarostami y el portugu¨¦s Alberto Seixas Santos aportaron las dos primeras pel¨ªculas que dan raz¨®n de ser a un festival de cine, El viento nos llevar¨¢ y El mal. Son obras opuestas estil¨ªsticamente, pero coincidentes en el alto riesgo que afrontan. Son cine contra la corriente, comprometido con la busca de identidad entre poes¨ªa y verdad, que contrasta con las dulces facilidades del caramelo M¨²sica del coraz¨®n, donde Meryl Streep da una nueva lecci¨®n de talento melodram¨¢tico.
Abbas Kiarostami, austero y exquisito poeta de la imagen, da forma en El viento nos llevar¨¢ al modelo m¨¢s libre y mejor elaborado de composici¨®n cinematogr¨¢fica que persigue sistem¨¢ticamente desde hace d¨¦cadas. Ha contado en esta ocasi¨®n, a trav¨¦s del productor Marin Karmitz, con una holgada financiaci¨®n europea, y esto le ha permitido dar a su pel¨ªcula un acabamiento muy brillante, sin salirse de los bajos presupuestos inherentes a su asc¨¦tica forma de filmar y componer lo filmado. El resultado es un admirable poema, un radical ejercicio de cine-lenguaje, completamente antinarrativo, sin percha argumental, cuyos ritmos interiores, sus m¨²sicas deducidas de los sonidos de la realidad y de la ritualizaci¨®n, realmente prodigiosa, de la secuencia, alcanzan no s¨®lo la maestr¨ªa, sino el virtuosismo.
Es una obra de gran vuelo metaf¨®rico, de la que deben huir quienes busquen en una pantalla lo que llamamos argumento, trama, intriga o acci¨®n. Nada de esto hay en El viento nos llevar¨¢. La an¨¦cdota es casi inexistente: el viaje de un reportero de la televisi¨®n de Teher¨¢n a una remota aldea de las monta?as del norte de Ir¨¢n, en lo m¨¢s abrupto del territorio kurdo, para all¨ª elegir encuadres, paisajes y rostros, en un trabajo de desbroce preparatorio de la grabaci¨®n de un reportaje sobre la vida cotidiana en el Kurdist¨¢n.
Nada m¨¢s que esto hay en El viento nos llevar¨¢: naturaleza, rostros naturales, palabras espont¨¢neas, no fingidas, no interpretadas, cuya fluencia ante la c¨¢mara llena de generosidad de Kiarostami va poco a poco desvelando que por debajo de la inmediatez documental asoman pudorosamente las cuestiones mayores, irrenunciables e imperecederas, de la vida de la gente en cualquier lugar o tiempo. Un puro poema de deslumbrante audacia visual y estructural, que lleva bien visible el sello de la elocuencia de uno de los m¨¢s refinados, profundos y elegantes cineastas modernos. Ya que Kiarostami es due?o de la Palma de Oro de Cannes, que gan¨® con El sabor de las cerezas, puede el pr¨®ximo s¨¢bado hacerse tambi¨¦n due?o del Le¨®n de Oro, el otro gran premio del cine europeo, si no se opone a ello cualquiera de los frecuentes cortocircuitos de intereses que conducen al disparate las decisiones de los jurados festivaleros.
Y esto puede aplicarse tambi¨¦n a El mal, un filme sorprendente por su casi insostenible intensidad y su tumultuosa dureza. Su escritor y director, Alberto Seixas Santos, es un completo desconocido fuera de Portugal, donde en los cen¨¢culos de la cinefilia se le considera una especie de genio escondido del oficio cinematogr¨¢fico. Ciertamente, Seixas Santos tiene mucho de artista escondido -hace cine con cuentagotas desde hace casi 40 a?os y siempre de espaldas al comercio de pel¨ªculas-, y sin duda su pulso posee un vigor excepcional, en la medida que El mal tiene mucho de relato instalado en el filo de lo insostenible, y, sin embargo, Alberto Seixas Santos lo sostiene con una seguridad de trazo magistral, insuperable. Y tambi¨¦n parad¨®jica, porque bordea el exceso con un alarde de sentido de la mesura y construye una pantalla convulsa y explosiva, en estado febril de crispaci¨®n, con la serenidad de quien mueve las piezas de una exhibici¨®n de armon¨ªa e ingenio geom¨¦trico. Incontables hilos de tres d¨¦cadas de la vida en Lisboa se entrelazan en una hora y media de la que no se escapa ni una sola hilacha. Cine grave, dif¨ªcil de ver, pero indispensable.
Babelia
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