Igual
Lo peor de regresar de vacaciones consiste en constatar que las cosas que no te gustan siguen igual (empezando por uno mismo: pero eso es otra historia). Por ejemplo, me he quedado turulata al comprobar que la prensa ha seguido engordando los m¨¢s bajos instintos de la gente con la histeria sobre el peligro de los perros. Es verdad que los dos ni?os muertos a mordiscos son dos sucesos espantosos. A la atrocidad del hecho en s¨ª se suma un terror oscuro y ancestral, el miedo primigenio del ser humano a ser devorado por las bestias. Pero convertir esos casos en una cruzada de p¨¢nico antiperros es delirante; no doy cr¨¦dito a mis ojos cada vez que veo que un nimio incidente con un chucho aparece recuadrado en los peri¨®dicos con gruesos y truculentos titulares. Mientras tanto, en Espa?a han muerto m¨¢s de mil personas en dos meses en accidentes de tr¨¢fico, y a nadie se le ocurre pedir una ley que proh¨ªba la circulaci¨®n, ni los diarios publican un recuadro de cada siniestro, aunque los millares de ciegos, mutilados y parapl¨¦jicos que produce la chatarra humeante dar¨ªan mucho juego sensacionalista.
Hace un par de d¨ªas le¨ª en El Mundo que un grupo ecologista asalt¨® un recinto de perros de pelea llamado Atlas-As¨ªo, en la calle de Boyer, Vic¨¢lvaro (Madrid). Quer¨ªan liberar a los animales, pero los infames propietarios se los hab¨ªan llevado. Hab¨ªa cadenas que terminaban en hogueras: entre otras atrocidades, parece que quemaban vivos a los perros. Ya ven, eso s¨ª que creo que merece un recuadro. Y una ley, y represi¨®n policial, y repudio social. Pero lo cierto es que nadie hace gran cosa.
No es casual esta histeria antiperros: nace de las entra?as de un pa¨ªs que siempre ha sido b¨¢rbaro y cruel contra los animales. Y justamente ahora, que empez¨¢bamos a civilizarnos ligeramente, vienen de nuevo el miedo y el prejuicio a embrutecernos. M¨¢s de 70.000 perros han sido abandonados a ra¨ªz de la campa?a sensacionalista. Solos, asustados, heridos y hambrientos, pueden provocar alg¨²n incidente menor. Pero a m¨ª lo que m¨¢s me preocupa es todo ese humilde dolor de las pobres bestias. Y que los humanos sigamos manteniendo la misma crueldad indiferente, la misma burricie.
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