Re¨ªrse de las mujeres SERGI P?MIES
La mercadotecnia decidi¨® hace unos meses que Ally McBeal y Bridget Jones eran el vivo retrato de la treinta?era moderna, a pesar de que ambas hero¨ªnas repiten conductas m¨¢s propias de finales del siglo pasado que de ¨¦ste. Aspirar a recuperar aquel maravilloso novio perfecto con el que convivimos en la universidad o esperar a que aparezca un pr¨ªncipe azul que nos libere de la bulimia son argumentos ideales para levantar una buena comedia televisiva o un sarc¨¢stico diario, pero carecen de la p¨®lvora suficiente para dinamitar las muchas perrer¨ªas contra las que todav¨ªa tienen que luchar las mujeres. En poco tiempo, en cambio, se han publicado dos saludables libros que tienen en com¨²n el sexo, la profesi¨®n y el estado de ¨¢nimo de sus autoras. Ambas son mujeres. Ambas son dibujantes. Ambas est¨¢n furiosas, pero se lo toman con buen (y corrosivo) humor. La primera se llama Maitena Burundarena (su nombre art¨ªstico es Maitena, el t¨ªtulo de su ¨²ltimo libro de historietas, Cantidad necesaria), es argentina y tiene un sentido del humor tan expresivo e irreverente como el que demuestran sus dibujos. La otra se llama Claire Br¨¦techer, es francesa, lleva d¨¦cadas metida en esto de la historieta y con su ¨²ltimo libro, Les mares, consigue retratar las contradicciones que la maternidad pone en evidencia tanto en los hombres como en las mujeres. Los t¨ªtulos de las historietas de Maitena definen perfectamente la geograf¨ªa de sus obsesiones: "Esos hombres a los que hay que dejar antes de que sea demasiado tarde", "Las seis t¨ªpicas reacciones que nos provoca la ex... de ¨¦l", "Los seis m¨¦todos anticonceptivos m¨¢s eficaces" (tomen nota: el preservativo, el diafragma, la pastilla, el DIU, el de los d¨ªas y... visitar a tus sobrinos) o el cruel "Dime qu¨¦ cuerpo tienes y te dir¨¦ qu¨¦ animal te sientes". Claire Br¨¦techer, en cambio, quiz¨¢ por tener algunos a?os m¨¢s que Maitena, destila un cinismo m¨¢s existencialista y melanc¨®lico, tipo rive gauche en un d¨ªa lluvioso. Las dudas ante la maternidad, la hipocres¨ªa al respecto, el trauma y la responsabilidad que puede llegar a representar cuando no es deseada (o cuando es deseada), las dificultades de hacerla compatible con una vida de mujer independiente (je, je) y la lata a?adida que representan los hombres, la familia, las amigas, los animales dom¨¦sticos, las plantas de interior o los compa?eros de trabajo son algunos de los elementos de Les mares. (Ejemplo de historieta bretecheriana: una mujer embarazada que visita a su ginec¨®logo para conocer los resultados de la amniocentesis escucha como el m¨¦dico le anuncia, con todo lujo de detalles, que la criatura que lleva dentro ser¨¢ un ni?o normal. Pero, animado por los avances de la tecnolog¨ªa, tambi¨¦n le comunica que tendr¨¢ los ojos casta?os, ser¨¢ bajito, obeso y so?ador. Al enterarse de tantas cosas y ver que ninguna coincide con lo que ella hab¨ªa imaginado, la mujer pregunta: "?Puedo hacer una llamada?". Habla con su marido y, despu¨¦s de colgar el tel¨¦fono, le dice al m¨¦dico: "Doctor... tal como usted lo pinta, no lo queremos"). Con el humor sobre mujeres parece que los l¨ªmites de lo pol¨ªticamente correcto ya est¨¦n establecidos de antemano y que el margen de libertad sea mucho menor que con el cachondeo aplicado a cualquier otro grupo humano. A veces tambi¨¦n ocurre que la mujer se siente tan furiosa con su situaci¨®n que considera el humor una frivolidad cuando, como demuestran estas inteligentes dibujantes, la sonrisa es la mejor manera de ablandar prejuicios, de convencer y de decir verdades (aunque tambi¨¦n puede utilizarse el tradicional sistema aparteu-les-criatures que tanto domina la veterana Lidia Falc¨®n y despacharse con p¨¢rrafos tan l¨²cidos como el que, hace unas semanas, solt¨® en una entrevista: "Es curioso lo que les sucede a los hombres: algunos hasta llegan a creer que las prostitutas se acuestan con ellos por placer. Cosas de la mitolog¨ªa masculina. Piensan que siendo viejos, tontos y feos, pueden enamorar a cualquier jovencita"). En este caso, tampoco falta -y esa es la novedad- la cr¨ªtica al propio comportamiento femenino, un tipo de reflexiones que, si las hiciera un hombre (o similar), ser¨ªan desprestigiadas por el feminismo m¨¢s radicalmente papanatas (o por el suficiente neofeminismo wonderbra que tanto arrasa en nuestros d¨ªas) y que, en cambio, desarrolladas como una forma de conocimiento propio, fortalecen la efectividad de un discurso sobre los hombres a los que, m¨¢s que criticar con t¨®picos facilones, prefiere describir. As¨ª que ya lo saben: para completar los efectos del allymacbilismo y de la bridgetjo?ez reinantes, Maitena y Br¨¦techer.
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