Unos naturales de Trivi?o
Est¨¢ la afici¨®n tan acostumbrada a perder el tiempo en los toros -quiere decirse, sin ver torear- que cuando llega un torero y torea, se cree que se le ha aparecido la Virgen. Y eso ocurri¨® en Arganda del Rey: que se apareci¨® la Virgen. Fue cuando al novillero Jos¨¦ Luis Trivi?o le vino a las mientes que a lo mejor pod¨ªa torear al natural al novillo quinto. Y pues se le hab¨ªa ocurrido esa audaz idea, aprovechando que el novillo era un bomb¨®n y que ten¨ªa una muleta en las manos, se la ech¨® a la izquierda. Y acaeci¨® el prodigio. No se crea que se la ech¨® a la izquierda a tontas y a locas. Antes al contrario, convenientemente cruzado, adelant¨® la muletilla, tom¨® la embestida embebiendo los belfos del bomb¨®n en sus bambas, embarc¨® templado, remat¨® donde se debe y lig¨® el pase siguiente sin p¨¦rdida de terrenos, lo que equivale a decir aguantando el tipo. As¨ª la tanda entera, y otra, y otra...
Quinta / Cortijo, Trivi?o, Fern¨¢ndez
Novillos de La Quinta, bien presentados, pastue?os y algunos tambi¨¦n amodorrados.David Cortijo: estocada corta trasera y rueda de peones (silencio); estocada ladeada (pitos). Jos¨¦ Luis Trivi?o: dos pinchazos bajos y bajonazo que asoma (ovaci¨®n y saludos); tres pinchazos bajos, estocada ca¨ªda y rueda de peones (ovaci¨®n y salida al tercio). Fern¨¢ndez Pineda: estocada corta tendida baja y estocada ca¨ªda (silencio y saluda por su cuenta); estocada ca¨ªda, rueda de peones -aviso- y descabello (insignificante petici¨®n y vuelta). Plaza de Arganda del Rey, 10 de septiembre. 5? corrida de feria. Dos tercios de entrada.
Qu¨¦ distinto se ve¨ªa el toreo, al natural. Un halo m¨¢gico hab¨ªa bajado al centro de la plaza argande?a, la Virgen dentro. Los m¨¢s creyentes se persignaron a la antigua usanza: In nomine patri et filii... S¨ª, era como para dar gracias a Dios, a la Virgen y a la corte celestial, pues los novilleros -Trivi?o incluido- se hab¨ªan pasado la tarde dando la paliza con los derechazos dichosos.
Derechazos malos, adem¨¢s. Derechazos corridos; o para mejor precisar se deber¨ªa decir trotados o aun galopados (con perd¨®n). Y al concluir cada una de las agotadoras series, el autor se marcaba una de bravuconer¨ªa y cruel desprecio del inocente derechacizado (se pide perd¨®n otra vez). O sea que tras dejarlo humillado y molido, se iba de la fosca cara con petulante andar y le amagaba un estacazo como diciendo "Te daba as¨ª, desgraciao".
Novillos en sus cabales les soltar¨ªa uno a estos prepotentes. A buenas horas iban a moler, humillar y amagar estacazos a un novillo con poder¨ªo y con lo que hay que tener. Claro que no son ni los ¨²nicos ni los primeros. Al fin y al cabo imitan a las figuras, que se gastan las mismas baladronadas con los borregos indecorosos, inv¨¢lidos y quiz¨¢ tambi¨¦n drogados.
Las malas compa?¨ªas; los malos ejemplos, que causan estragos. Puede que los novilleros (y los matadores) hasta sean incapaces de pegar los derechazos con mediana sustancia, pero de hacer la fanfarronada no se privan nunca, jam¨¢s. A estos modos los castizos les llamaban fantasmadas. Ahora acaso los llamen arte.
Pocas ganas de arrimarse se le advirtieron a David Cortijo. Acaso no tuviera su tarde. A nadie se le puede obligar a ser heroico y genial todos los d¨ªas de su vida. De cualquier manera, en lo que se alcanza (la tarde de autos), se le apreciaron escasez de recursos t¨¦cnicos, menguada decisi¨®n, limitado gusto interpretativo, tanto en su primera faena, muy vulgar y mon¨®tona, como en su segunda que, en realidad, no existi¨®, y se limit¨® a trastear precavido, pese a que el novillo no se hab¨ªa metido con nadie.
Vulgaridad capotera y muletera constituyeron asimismo la t¨®nica de Fern¨¢ndez Pineda. Con un detalle interesante: de inmediato se echaba la muleta a la izquierda. Torero que se echa pronto la muleta a la izquierda ya est¨¢ revelando su deseo de ganarle la partida al toro con la verdad por delante, de alcanzar un triunfo aut¨¦ntico. Luego hay que saber, por supuesto. A Fern¨¢ndez Pineda le salieron poco reunidos y ligados los naturales (y los derechazos, y los restantes pases que dio), mas siendo novillero y joven, no hay problema: aprender la t¨¦cnica y asimilar el toreo s¨®lo es cuesti¨®n de tiempo.
Ah¨ª est¨¢ el caso de Trivi?o, ya placeado, que interpret¨® las suertes con esmero. Aprovech¨® al m¨¢ximo la docilidad de sus novillos tore¨¢ndolos con gusto y templanza. Lo malo fue que abus¨® de los derechazos hasta aburrir al p¨²blico y a los novillos. Hasta que la Virgen descendi¨® a este valle de l¨¢grimas, le insufl¨® la gracia, y se puso a torear al natural como los ¨¢ngeles. Permaneci¨® poco tiempo la Virgen en Arganda, pero a unos cuantos aficionados rebecos, de esos que ni van a misa ni nada, los dej¨® transidos y ya creen en Dios.
Babelia
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