Madrid despide los restos mortales de Alfredo Kraus y da la bienvenida al mito
Miles de personas desfilaron ayer ante el f¨¦retro del gran tenor canario en el Teatro Real
Desde ayer, Alfredo Kraus es inmortal. Lo decidieron as¨ª los miles de personas que le rindieron homenaje y se despidieron de la figura de la l¨ªrica espa?ola m¨¢s importante del siglo, para muchos, y una de las m¨¢s grandes del belcanto mundial. Desde las once de la ma?ana y durante todo el d¨ªa y la noche de ayer, el p¨²blico madrile?o, el que m¨¢s le quiso, pase¨® ante su f¨¦retro para hacerle ¨²nico. Fue un homenaje sentido, con flores, llantos, y alguna partitura dejada a sus pies en el vest¨ªbulo del Teatro Real, uno de los ¨²ltimos escenarios que pis¨® en su carrera, larga, intensa y brillante.
Hoy a las diez y media se oficiar¨¢ una misa de cuerpo presente en el mismo lugar donde habr¨ªa querido poner un brote especial a sus 43 a?os de carrera con un Werther que no le dio tiempo a representar por ¨²ltima vez por los da?os que ya le causaba el c¨¢ncer de p¨¢ncreas que el viernes le quit¨® la vida. Ayer, la plaza de Oriente madrile?a era una serpiente de amantes de la m¨²sica. Dos colas se formaron a las puertas del Teatro Real desde antes de las once de la ma?ana, cuando se hab¨ªa anunciado que abrir¨ªan el coliseo de la capital. En una de ellas, estaban los que le quisieron ver por ¨²ltima vez y admirar su porte dign¨ªsimo, de gran figura de la m¨²sica universal. La otra cola llevaba directamente a tres atriles en los que reposaban libros de dedicatorias que sus admiradores han llenado durante todo el d¨ªa de ayer con la partitura del adi¨®s. "Eres el m¨¢s grande". "El ¨²nico". "Gracias por lo que nos has hecho gozar", rezaban as¨ª, a vista de p¨¢jaro.
Romanzas en la calle
Algunos aprovechaban para ver el peri¨®dico, para olvidarse del calor y del term¨®metro que ayer marcaba 33 grados al sol. Otros rememoraban las veces que le oyeron cantar. Algunas, menos compungidas, preguntaban a los que ve¨ªan con cara de organizadores, si iba a acercarse la Reina, como se especul¨® por la ma?ana, cosa que no ocurri¨®. Para amenizar y sacarse unos duros, en los alrededores de la cola recalaron un barquillero vestido de chulap¨®n, dos vendedoras rumanas de La calle y un violinista barbudo, seg¨²n ¨¦l mismo, "m¨¢s conocido que Garibaldi". ?ste rindi¨® homenaje a Kraus atrevi¨¦ndose con las notas de La Romanza de Fernando, de Do?a Francisquita, "porque ¨¦l la cant¨® como nadie". Los hab¨ªa de todas las edades. Algunos superaban claramente los 80, otros de 30, como Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez, que se hab¨ªa acercado all¨ª para decir adi¨®s "al que m¨¢s me gust¨®, a la voz que m¨¢s me llenaba y a la personalidad que m¨¢s admir¨¦ dentro del mundo de la ¨®pera, porque no se daba nada a la publicidad". De todas las edades y de todos los colores. Como Anri, un estudiante de piano japon¨¦s de 8 a?os que hab¨ªa convencido a sus padres para que la llevaran a despedirse del cantante que hab¨ªa visto dos veces por televisi¨®n y que tanto le impresion¨®. A lo largo de toda la cola se pod¨ªa encontrar una definici¨®n perfecta de lo que fue Alfredo Kraus. Todos se mostraban admirad¨ªsimos por esa t¨¦cnica prodigiosa, irrepetible, que le hab¨ªa llevado a conseguir una voz milagrosa y fuerte, capaz de haberle permitido cantar hasta los 71 a?os. Los m¨¢s destacaban su fraseo y esa manera de cantar n¨ªtida, cristalina. La mayor¨ªa se apresuraba a desmentir que ese bulo que le hab¨ªan echado encima de hombre fr¨ªo y distante, que siempre fue mentira.
El maestro Asensio, que andaba por all¨ª, con los ojos enrojecidos, aumentaba el mito contando an¨¦cdotas. "Recuerdo el d¨ªa que le conoc¨ª. Yo era violinista de la Orquesta Nacional y fue en una grabaci¨®n de un disco de canciones espa?olas. Entonces no hab¨ªa las posibilidades t¨¦cnicas que existen ahora y si alguien fallaba ten¨ªamos que repetir. Pues bien, aquel d¨ªa dio 20 dos de pecho. Los daba hasta en los ensayos, acab¨® agotado, pero yo nunca he visto una cosa igual", asegur¨® este director de orquesta con el que Kraus particip¨® en nueve werthers.
Fue la buena cabeza, la sensibilidad, el amor a la m¨²sica y, sobre todo, aquella m¨¢xima italiana que seg¨²n Kraus le hizo estar en plenas facultades hasta el final, la que le ha llevado ya a los altares y la clave de su longevidad art¨ªstica. Dec¨ªa: "No des nunca un paso m¨¢s largo de lo que mide tu pierna". Y a eso fue fiel hasta el final. Lo malo es que, como el joven Werther, partitura que ayer alguien dej¨® escondida entre las flores que se encontraban bajo su f¨¦retro, el final a veces es inesperado y ayer la gente comentaba tambi¨¦n con admiraci¨®n como alguien pod¨ªa a estas alturas morir de amor. Kraus, no hab¨ªa superado la p¨¦rdida de su esposa, acontecida hace dos a?os. Ni el arte le ha podido salvar. ?O no ha querido?
Babelia
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