La resistencia timorense denuncia m¨¢s de 800 asesinatos en Dili en s¨®lo dos d¨ªas
Un dirigente de la resistencia timorense en Dili que fue trasladado a Kupang (la capital de Timor Occidental) y logr¨® escapar hacia Yakarta asegur¨® ayer a este peri¨®dico que "las milicias integracionistas y el Ej¨¦rcito indonesio asesinaron a unas 800 personas en Dili s¨®lo en los dos d¨ªas posteriores al anuncio del resultado del refer¨¦ndum", el 4 de septiembre. "La ciudad", dice, "fue arrasada". Organizaciones humanitarias y religiosas estiman que 200.000 timorenses han sido deportados al ¨¢rea occidental de la isla, y m¨¢s de 100.000 se encuentran refugiados en las monta?as.
En una habitaci¨®n del hotel Mandar¨ªn Oriental de Yakarta, donde se alojan la mayor¨ªa de los periodistas, el dirigente independentista (cuya identidad se reserva por su seguridad y que es miembro del Comit¨¦ Nacional para la Resistencia Timorense, CNRT) explica que "antes del refer¨¦ndum" ya observaron "que las milicias se estaban rearmando y movilizando". "Alertamos de los riesgos que se avecinaban, pero nadie nos hizo caso. Informamos de que los l¨ªderes del partido autonomista FPDK, en su propia sede, hab¨ªan entregado armas a las milicias, y denunciamos las concentraciones de paramilitares en los barrios de Komoro, Balibar y Hera. "Tras el anuncio de los resultados", a?ade, "las milicias, con el apoyo y la complicidad del Ej¨¦rcito, tomaron la ciudad y sembraron impunemente el terror". Las gentes se encerraron en sus casas, pero las milicias y el Ej¨¦rcito lo arrasaban todo. "S¨®lo en esos dos d¨ªas", dice, "nuestros servicios del frente pol¨ªtico interno contabilizaron 164 muertos en el barrio independentista de B¨¦cora y 42 asesinatos en el obispado, donde se hab¨ªan refugiado m¨¢s de 3.000 personas".
El dirigente independentista explica que "la resistencia timorense pudo comprobar c¨®mo tres camiones repletos de cad¨¢veres llegaron el d¨ªa 5 al lago Tacitolo, a unos ocho kil¨®metros al oeste de Dili, donde los cuerpos fueron lanzados al agua. Todos nuestros presentimientos se estaban confirmando e intentamos trasladarnos a Bacau, el noreste de la capital, pero no pudimos. Mientras tanto, las tropas indonesias y las milicias incendiaban y saqueaban las casas sin piedad". El independentista fue sacado de su casa por siete militares, y dos grupos de las milicias Aitarak se llevaron a un grupo de 120 personas en siete camiones.
"Me escond¨ª entre la gente", dice, "y afortunadamente no me detectaron. All¨ª iban mi mujer, mis hijos, cu?ados, vecinos, ancianos, mujeres y ni?os. Tardamos nueve horas en llegar a Atambua, nada m¨¢s cruzar la frontera hacia Timor Occidental, y pasamos siete controles de las milicias. No llev¨¢bamos comida ni agua. En Atambua hay varias zonas para los deportados, pero la mayor¨ªa est¨¢n en el campo de f¨²tbol, hacinados y protegidos s¨®lo por algunas lonas".
Campos de deportados
Nuestro interlocutor pas¨® por otro campo de deportados en Kefa Menano, a 10 kil¨®metros al oeste de Atambua. Posteriormente, el convoy de refugiados sigui¨® camino hacia Kupang, donde est¨¢n concentrados todos los que son enviados por avi¨®n y barco. "En el campo de Noel Baki", explica, "asesinaron a machetazos a una funcionaria de las Naciones Unidas, creo que india, mientras los paramilitares buscan a los independentistas. Esos centros est¨¢n controlados por las milicias Aitarak (Espino), de Dili, y la Besi Merah Putih (Hierro Rojo y Blanco, los colores de la bandera indonesia), de Liqui?a, la m¨¢s sanguinaria de todas". "En Dili", a?ade, "hemos tenido noticias de que en la noche del viernes un grupo de j¨®venes fueron asesinados en el puerto cuando esperaban ser evacuados. La venganza por el resultado del refer¨¦ndum es salvaje. Han arrasado Dili, han incendiado la mayor¨ªa de las ciudades del litoral y saquean todo lo que encuentran a su paso. Nadie se libra. Ni siquiera los miembros de la Iglesia, ni los misioneros, que siempre fueron respetados. Es una desgracia". El dirigente independentista logr¨® escaparse de Kupang y salir hacia Yakarta, donde ayer se entrevist¨® con el l¨ªder de la resistencia, Xanana Gusm?o. "Me ha pedido", dice, "que no vuelva a Timor, pero tengo que regresar para ayudar a la gente. De todas formas, incluso en Yakarta no estamos seguros. Ya han amenazado a algunos miembros de la CNRT, y uno de ellos, Julio, ha huido al extranjero ante las amenazas. Su casa ha sido asaltada e incendiada".
Diversas organizaciones humanitarias y el superior espa?ol de un seminario claretiano en Kupang, Santos Hern¨¢ndez, aseguran que m¨¢s de 200.000 timorenses se encuentran ya deportados en el ¨¢rea occidental de Timor, mientras alrededor de 100.000 han huido hacia las monta?as. M¨¢s de un tercio de la poblaci¨®n."La situaci¨®n", dice el sacerdote, "es muy tensa y la gente se siente muy insegura; cada d¨ªa llegan centenares de personas, mientras algunos campos de deportados est¨¢n controlados por las milicias, y sabemos que est¨¢n buscando a los independentistas. Los servicios sociales no tienen medios para atender a la gente".
El jefe de la misi¨®n de la ONU, Ian Martin, describi¨® as¨ª el panorama de la capital: "Dili es una ciudad fantasma donde no queda nada por saquear". El coordinador de las milicias integracionistas, Herm¨ªnio da Silva Costa, justifica la barbarie diciendo que ellos construyeron Timor Oriental y ahora tienen "todo el derecho para destruirlo". Pese a la ley marcial, las bandas paramilitares a¨²n campan por Timor, con el apoyo y la complicidad del Ej¨¦rcito.
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