LA CR?NICA Periodistas ante el mantel AGUST? FANCELLI
A los periodistas se nos suele otorgar un conocimiento de los restaurantes de la ciudad por encima de la media. La profesi¨®n, es cierto, empuja a comer fuera de casa con frecuencia. Pero hace unos a?os eso ocurr¨ªa bastante m¨¢s que ahora: no hab¨ªa presentaci¨®n de alguna novedad, por ¨ªnfima que fuera, que no se saldara con un ¨¢gape m¨¢s o menos potable, por lo general m¨¢s menos que m¨¢s. La modalidad, que hab¨ªa llegado a provocar hilarantes sorteos por las redacciones, ha ido decayendo, seguramente porque los convocantes han llegado a la conclusi¨®n de que por un suelto no hace falta gravar tanto el cap¨ªtulo del gasto. De manera que los almuerzos han sufrido un vistoso retroceso, proporcional al incremento de desayunos y aperitivos. En cualquier caso, a los periodistas se nos sigue considerando tipos (y tipas) a los que hay que alimentar antes de explicarles las cosas. Pero los periodistas tambi¨¦n tenemos nuestra parte de responsabilidad en el mito. Tendemos a pensar que cuando media la comida, los ca?os de nuestras fuentes informativas se dilatan y proporcionan un caudal noticioso m¨¢s abundante. La verdad es que esto, fuera de las pel¨ªculas, ocurre raras veces. Cuando a alguien, por efecto de la ingesta, se le desata la lengua, como suele decirse, m¨¢s bien se pone pesadito y explica asuntos sin el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s. En fin, el caso es que, por un motivo u otro, mesa de redacci¨®n y mesa de restaurante mantienen lazos estrechos en el imaginario colectivo. Por eso, cuando los periodistas vamos de civil y salimos a cenar con amigos que nada tienen que ver con la profesi¨®n a menudo nos o¨ªmos decir c¨¢ndidamente: "T¨² que conoces sitios, escoge uno, el que quieras, que sea agradable y se pueda hablar con tranquilidad, mejor uno nuevo". En otras palabras: "Sorpr¨¦ndeme, t¨² que sabes". La periodista Isabel de Villalonga se ha hartado de quedarse en blanco cada vez que le han supuesto tanta rapidez de reacci¨®n. Para contestar de una tacada a todos sus amigos y de paso a los que no lo son ha escrito el libro Restaurantes de Barcelona (editorial ?ptima). Es una gu¨ªa esencialmente period¨ªstica. Esto es, una gu¨ªa con punto de vista, como mandaba Gonz¨¢lez-Ruano. No hay que buscar entre sus p¨¢ginas sesudos juicios de cr¨ªtica gastron¨®mica, sino simplemente pistas bien organizadas para usuarios. La clasificaci¨®n de los 120 establecimientos se efect¨²a no s¨®lo por el convencional sistema alfab¨¦tico, de precios o de zonas de la ciudad, sino por localizaciones mucho m¨¢s precisas: "comer al sol en invierno", "cenar al aire libre en verano", "los m¨¢s rom¨¢nticos", "despu¨¦s de medianoche", "para ir con ni?os". "La mayor¨ªa de veces, cuando salimos, nuestro objetivo principal no es la comida, siempre que sea correcta, sino el ambiente que encontraremos, la situaci¨®n que se crear¨¢ con las personas con las que vamos. Yo no soy especialista en gastronom¨ªa, pero me gusta salir. Y para hacer este libro me puse a hacerlo de forma regular, con el objetivo de recoger datos y organizarlos para que pudieran consultarse f¨¢cilmente". Primero, norma n¨²mero uno, la documentaci¨®n. Villalonga cotej¨® sus propias fuentes documentales con las de gente que sigue circuitos urbanos muy diferentes a los suyos, como sus propias hijas. Luego, norma n¨²mero dos, procedi¨® a la fase emp¨ªrica. Durante siete meses recorri¨® muchos locales, naturalmente sin darse a conocer. S¨®lo despu¨¦s, si consideraba que aquel restaurante val¨ªa la pena, llamaba para hablar con los responsables y recabar otras informaciones de utilidad. Pero b¨¢sicamente el grueso de su ficha estaba hecho, pues hab¨ªa tocado, olido, escuchado, visto y paladeado. Un periodista, norma n¨²mero tres, no necesita mucho m¨¢s para ponerse a escribir. "La dificultad que plantea este sistema es, sin embargo, la irregularidad. Yo puedo hablar a partir de mi propia experiencia, pero luego los restaurantes tienen d¨ªas buenos y d¨ªas en los que las cosas les salen peor. En cierto modo hubiera preferido escribir un reportaje de diario porque es m¨¢s inmediato, vale el d¨ªa en que se publica y luego desaparece. Pero una gu¨ªa con ¨ªndices cruzados en un diario no se puede manejar". Ilustrado por otro periodista, el dibujante Gallardo, Restaurantes de Barcelona es, pues, un libro de sugerencias, m¨¢s que de certezas. Dudar de la verdad deber¨ªa ser la norma m¨¢s importante de la profesi¨®n.
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