Zoon politikon
Sorprende que, despu¨¦s de las elecciones del 13 de Junio, su principal consecuencia apenas haya suscitado atenci¨®n: la elevada abstenci¨®n habida. En medio del optimismo de unos (que inmediatamente ha llevado a la ratificaci¨®n de El Deseado candidato) y de la pat¨¦tica histeria de otros (pues a la p¨¦rdida de algo m¨¢s de 480.000 votos en todo el pa¨ªs se ha sumado la adversa pol¨ªtica de pactos post-electorales en muchos municipios y alguna c¨¢mara auton¨®mica), el que una buena parte de la ciudadan¨ªa permanezca ajena a la elecci¨®n de sus representantes pol¨ªticos no es s¨®lo el mal menor de cualquier democracia, sino que denota un problema de fondo sobre el que es necesario reflexionar, pues la esencia del sistema democr¨¢tico es la participaci¨®n interesada de los ciudadanos en la soluci¨®n de la res publica. La difusi¨®n de ideas y pr¨¢cticas democr¨¢ticas es antigua, suscitando discusiones en torno a la noci¨®n de ciudadan¨ªa y el propio car¨¢cter de la representaci¨®n pol¨ªtica desde la vieja consideraci¨®n aristot¨¦lica del hombre libre como zoon politikon, ese "animal c¨ªvico" que de forma natural desea desempe?ar un cargo p¨²blico en su comunidad bajo el imperio de la ley constitucional. El debate contempor¨¢neo sobre la moderna democracia representativa contin¨²a en gran medida atrapado en tales presupuestos cl¨¢sicos, no faltando quienes denuncian la creciente separaci¨®n entre el principio democr¨¢tico de la soberan¨ªa popular y el creciente elitismo y autonom¨ªa de sus representantes pol¨ªticos. No deja de ser una realidad esa profesionalizaci¨®n de la pol¨ªtica, que corre pareja a la actitud ap¨¢tica de un sector importante de la ciudadan¨ªa, en especial de los m¨¢s j¨®venes. La r¨ªgida estructura interna de los partidos, la afloraci¨®n de profesionales que viven de la pol¨ªtica, la creciente tiran¨ªa del calendario electoral sobre el debate p¨²blico y la falta de novedosas propuestas program¨¢ticas ante los retos sociol¨®gicos y ecol¨®gicos de un mundo en constante cambio son algunos factores que pueden explicar el divorcio entre representantes y representados. Las consecuencias son claras: el ejercicio de la pol¨ªtica se reduce cada vez m¨¢s a un c¨ªrculo cerrado de iniciados, sean dirigentes o sean grupos de inter¨¦s, burocratiz¨¢ndose y haci¨¦ndose opaca la gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos. Quiz¨¢ la tan manida y conservadora tesis del fin de la ideolog¨ªa no responda m¨¢s que a los intereses de quienes manejan los entresijos de ese restringido mundo autorreferencial de la pol¨ªtica en nombre de la gesti¨®n y la eficacia de manos de competentes tecn¨®cratas; de nuevo aquello de "todo para el pueblo, pero sin el pueblo" (la propia construcci¨®n de la Uni¨®n Europea es un magn¨ªfico ejemplo de d¨¦ficit democr¨¢tico). Pero tampoco conduce a mucho continuar exaltando la id¨ªlica imagen del pueblo. Lo cierto es que la reducci¨®n del espacio p¨²blico est¨¢ acompa?ada de un creciente d¨¦ficit de cultura c¨ªvica participativa: de forma c¨®moda se exigen derechos, pero se olvidan nuestros deberes comunitarios como ciudadanos; s¨®lo una activa minor¨ªa (generalmente muchos de esos j¨®venes que no votan) se compromete diariamente con algunos de los problemas m¨¢s pr¨®ximos en sus comunidades a trav¨¦s de nuevos movimientos y organizaciones sociales, a los que s¨®lo t¨ªmida y oportunamente se acercan los partidos pol¨ªticos. Por su propia tradici¨®n, he aqu¨ª uno de los retos m¨¢s importantes de la izquierda de cara a su recomposici¨®n. M¨¢s all¨¢ de cualquier pesimismo radical, es necesario plantear soluciones que permitan sortear los nuevos retos profundizando en las esencias democr¨¢ticas, la soberan¨ªa participativa y la igualdad. Es cierto que las soluciones no son sencillas, pero tampoco suelen ser imposibles: en primer lugar, se debe comenzar por la democratizaci¨®n interna de los partidos pol¨ªticos. En este sentido, hay que postular un nuevo modelo de organizaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s abierta, plural, autocr¨ªtica y en la que los dirigentes sean circunstanciales en funci¨®n de un programa. Un sistema de decisi¨®n vertical de arriba hacia abajo y una democracia interna aclamatoria y de fuerte base clientelar no son los mejores avales para cualquier partido que desee afrontar los retos de nuestras complejas y abiertas sociedades actuales. Concretamente, las formas de reclutamiento pol¨ªtico y de toma de decisiones son esenciales si se quiere recomponer el panorama existente. Hasta ahora, la existencia de un liderazgo fuerte y el r¨ªgido control de la militancia y de los cuadros internos y en las instituciones contin¨²a marcando la vida pol¨ªtica de la mayor¨ªa de los partidos. Sin embargo, esta situaci¨®n acaba conduciendo a que la pr¨¢ctica pol¨ªtica se pudra, sobre todo en los escalones medios, como consecuencia del arribismo y la falta de responsabilidades: interesa m¨¢s la proximidad a quien decide la continuidad en un cargo que a los propios ciudadanos. En medio de una agobiante falta de convicciones y de talento pol¨ªtico, pero sobrada de adulaci¨®n, la pr¨¢ctica cotidiana de la pol¨ªtica lleva a primar, en numerosas ocasiones, al incondicional m¨¢s que a la persona con iniciativa y capacidad cr¨ªtica. ?ste, por ejemplo, ha sido el principal problema del Partido Socialista, al que no permanecen ajenas otras formaciones que se tachan de centristas y que proclamaron la segunda transici¨®n. Ante tal postura, la renovaci¨®n del proyecto socialista no puede discurrir simplemente dentro de unos l¨ªmites permisibles para el aparato del partido, sea en Madrid o sea en Valencia. Esta recomposici¨®n del socialismo debe basarse sin remilgos en un nuevo proyecto y unas nuevas formas de hacer pol¨ªtica que replanteen la relaci¨®n entre el partido y la sociedad, implicando al mayor n¨²mero de ciudadanos en la toma de decisiones y en la gesti¨®n de los intereses p¨²blicos a trav¨¦s de nuevos espacios de participaci¨®n. Quiz¨¢ as¨ª el llamado voto progresista tenga de nuevo un partido y los j¨®venes se acerquen m¨¢s a las urnas. Es de desear que una vez solucionados los problemas de convivencia y direcci¨®n dentro del PSPV, ¨¦ste se convierta tambi¨¦n en la punta de la discusi¨®n pol¨ªtica sobre qu¨¦ debe ser el socialismo a las puertas del siglo que viene. Francisco Sevillano Calero, profesor de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Alicante.
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