Vuelve el toro que se bebe el co?¨¢

La feria de Guadalajara iba de cine, con toros ¨ªntegros; incluso sali¨® el toro del co?¨¢, ¨¦se que se parece al que anuncia un co?¨¢ en la carretera. Pero ha vuelto a salir el que se lo bebe.No se afirma que los toros de Millares le daban al frasco; s¨®lo que lo parec¨ªa.

El cuajo que sacaron, la seriedad de la cara, la arbolada cornamenta, el engallado otear, no guardaban relaci¨®n alguna con el volatineo que se tra¨ªan. O iban cocidos o no se explica.

Les daban un capotazo, y al suelo; un ping¨¹¨ª, y al suelo tambi¨¦n. O peor, porque, a veces, aguantaban de pie, fijos en la pa?osa sugerente, y la deb¨ªan ver doble pues acud¨ªan a tomarla inciertos, azarosos y trastabillantes. Y luego se paraban, desnortados y azarosos.

Eso ocurri¨® con los toros de lidia ordinaria y un sobrero, sustituto del quinto devuelto al corral, que a¨²n estaba m¨¢s sopa. Los de rejoneo, en cambio, no se ca¨ªan. A lo mejor eran abstemios.

Suele ocurrir. La afici¨®n lleva a?os pregunt¨¢ndose por qu¨¦ los toros de lidia ordinaria se caen siempre y los de rejoneo no se caen nunca. Los taurinos tienen la respuesta: "Porque los de rejoneo no se emplean".

Creen los taurinos que han descubierto la p¨®lvora con ese argumento y, sin embargo, el propio sentido lo desbarata: los toros de rejoneo se la pasan galopando sin parar, les meten una tunda de hierros que los dejan convertidos en acericos, y no se caen; mientras los toros de lidia ordinaria apenas saltan al redondel y pegan dos carreras ya est¨¢n rodando por la arena.

Los toros de Millares destinados al rejoneo no deb¨ªan ser del mismo encaste que los dedicados a lidia ordinaria pues, sobre no caerse, luc¨ªan muy distintos en lo f¨ªsico y en lo pol¨ªtico. En realidad dieron juego y Pablo Hermoso de Mendoza lo aprovech¨® con la facilidad y la sobriedad propia de los caballistas buenos; pero sin emoci¨®n ni brillantez. ?nicamente los cruces, las pasadas y las templanzas jinete de Cagancho -tampoco muchas- ofrecieron variedad a una tarea que result¨® bastante aburrida.

Cierto que si se compara con lo acaecido en la lidia ordinaria, el rejoneo result¨® ser la alegr¨ªa de la huerta. Porque la lidia ordinaria -la ordinariez de lidia, para decirlo con propiedad- consisti¨® en perpetrar puyazos a unos toros que no ten¨ªan dos tortas, fingir faenas de muleta imposibles alegando pinturer¨ªas diversas.

Pep¨ªn Jim¨¦nez, en sus porf¨ªas a los obtusos inv¨¢lidos, logr¨® sacar algunos derechazos y naturales r¨¢pidos. Juan Mora tambi¨¦n a su primer toro. El otro, sexto de la tarde, se iba al suelo con s¨®lo mirarlo y Juan Mora, que quiz¨¢ no le miraba por si acaso, le anduvo alrededor componiendo las castizas posturas que muestran los daguerrotipos de las a?ejas tauromaquias. Con lo cual, al contemplar aquella surrealista situaci¨®n, era el p¨²blico el que cre¨ªa que la hab¨ªa cogido de zapatero. Y a algunos les entr¨® la llorera.

Curro V¨¢zquez puntualiza

Antonio V¨¢zquez, hermano y representante de Curro V¨¢zquez, puntualiza que el diestro no se cay¨® del cartel de la corrida del pasado domingo en Guadalajara porque cambiaron los toros como se dijo en la correspondiente cr¨®nica (ver EL PA?S del pasado d¨ªa 13), sino porque los toros cambiados no entraron en sorteo. Y lo explic¨® as¨ª: "Conforme con que se le asignaran a Curro Romero los de Juan Pedro, pues eso hab¨ªa pactado con la empresa, y a Anto?ete uno de Las Ramblas, por lo mismo. Pero los restantes debieron sortearse entre Anto?ete y mi hermano; y no imponerle a este los de Sayalero. ?se fue el motivo de que Curro V¨¢zquez decidiera no torear, pues ofend¨ªa su dignidad".