"La Celestina"
LUIS GARC?A MONTERO Como vivir es recordar y hacer camino significa intuir el futuro con las matem¨¢ticas volubles del pasado, los almanaques se nutren por igual de sorpresas y evocaciones, de profec¨ªas y aniversarios. Se cumplen ahora 500 a?os de la publicaci¨®n de La Celestina, la obra de un joven estudiante llamado Fernando de Rojas, que quiso avisarnos de los peligros del amor, de los enga?os de las viejas alcahuetas, y acab¨® anunciado la llegada de una nueva sociedad, nuestra sociedad, ese modo de pol¨ªtica, rutina y pensamiento que despu¨¦s de muchas vueltas y met¨¢foras se apoya en un ¨²nico lema: "Sobre dinero no hay amistad". Aceptar el encargo de una versi¨®n teatral moderna de La Celestina, signific¨® para m¨ª a?adir de manera imprevista la responsabilidad y la incertidumbre a los muchos placeres que esta obra me hab¨ªa regalado como lector, bien en la soledad de mi casa, bien en las discusiones con los alumnos, porque un profesor de literatura no es m¨¢s que un lector que habla en p¨²blico de sus libros preferidos. Hay versiones teatrales que actualizan a los cl¨¢sicos a trav¨¦s de las costumbres m¨¢s pintorescas del presente, ofreciendo un S¨¦neca rockero o un Shakespeare punky. Yo consider¨¦ que la ocasi¨®n merec¨ªa un tratamiento respetuoso con la obra y con su edad, porque ni siquiera los libros suelen tener la suerte de cumplir 500 a?os. Al margen de la inevitable modernizaci¨®n del vocabulario y de las reducciones exigidas por el tiempo de representaci¨®n, me arriesgu¨¦ a llevar al espectador hasta el mundo de La Celestina, en vez de traer sus negocios y sus tretas a nuestro fin de siglo. La aventura es compleja, porque las miradas de los espectadores se hacen y se deshacen en la Historia. El Romanticismo nos ense?¨® a juzgar de un modo preciso el argumento de los amores fracasados, y sin embargo Calisto y Melibea sufrieron sus pasiones mucho antes de que la primera crisis de la modernidad inventara la tragedia rom¨¢ntica. La novela decimon¨®nica impuso un modo positivista de entender los tonos del realismo, y sin embargo la palabra descarnada de Fernando de Rojas se esforz¨® por describirnos sin mentiras la realidad mucho antes de que Flaubert o Gald¨®s atraparan en sus ficciones el vivir y el sinvivir de la clase media. ?C¨®mo presentar una historia de amor imposible, contada con una rotundidad literal, sin caer en la tradici¨®n rom¨¢ntica o en las estrategias de la novela realista? Decid¨ª devolverle la palabra a Fernando de Rojas, convertirlo en personaje de su propia obra, llevar a escena sus preocupaciones, sus excusas, su mirada. Aunque hubiese sido m¨¢s f¨¢cil reducir la trama a un ejercicio l¨²dico, acorde con las diversiones p¨²blicas actuales, los 500 a?os de La Celestina se merec¨ªan un homenaje m¨¢s serio, una apuesta por el respeto y la admiraci¨®n literaria. Ahora que la vieja alcahueta llega a Granada, con sus consejos envenenados y su complejidad hist¨®rica, deseo agradecerle al director Joaqu¨ªn vida, a Nati Mistral y a todos los actores el esfuerzo hecho por demostrar que las burlas y las veras son compatibles con la dignidad est¨¦tica. As¨ª lo quiso Fernando de Rojas cuando escribi¨® una f¨¢bula en la que se encuentran "sentencias dos mil en forro de gracias".
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