Ideas concretas para la paz
Se cumple ahora un a?o de la tregua unilateralmente declarada por ETA y el consiguiente relanzamiento del proceso de paz. Durante estos 12 meses han abundado las l¨®gicas cautelas y los in¨²tiles desplantes y superabundado las palabras hueras, ya de exigencia, ya de impugnaci¨®n, tanto como los est¨¦riles silencios. Lo que por doquier han escaseado han sido las ideas concretas y operativas, ¨²tiles no para herir al adversario, sino para construir en beneficio com¨²n. Por eso creemos conveniente enunciar unas cuantas con el prop¨®sito de contribuir a un proceso que, en palabras recientes del lehendakari Ibarretxe, ni puede dejar las cosas como est¨¢n ni tiene por qu¨¦ abocar a la independiencia de Euskal Herria. Primero y ante todo es preciso apoyar el proceso de paz y distender los ¨¢nimos mediante el acercamiento de los presos. Por ello debe aplaudirse sin reservas la reciente iniciativa del Gobierno en este sentido. S¨ª es de lamentar se haya decidido 10 meses despu¨¦s de la resoluci¨®n un¨¢nime adoptada en pro del acercamiento por el Congreso de los Diputados y, en consecuencia, al hilo, no de la voluntad pol¨ªtica de la representaci¨®n popular, sino de la presi¨®n de circunstancias de las que siempre se dice querer prescindir, la medida adoptada puede y debe ser positiva. Claro est¨¢, siempre que se extienda a mayor n¨²mero de presos -ahora no rebasa el 25%- y suponga un acercamiento -afectiva y pr¨¢cticamente- real a las familias de los detenidos.Una nueva pol¨ªtica, mera aplicaci¨®n del esp¨ªritu del art¨ªculo 12 de la Ley General Penitenciaria, no es pagar un precio pol¨ªtico por la paz, es hacer pol¨ªtica en pro de la paz, que ser¨¢ tanto m¨¢s eficaz cuanto m¨¢s audaz y r¨¢pida sea y que, a la inversa, puede embotarse si, una vez adoptada dicha l¨ªnea de acci¨®n, se aplica de manera tan prudente que resulte cicatera. Una medida positiva no debe envolverse en ret¨®rica negativa.
Segundo, el acuerdo de Ajuria Enea, al que tantas veces se hace referencia, afirma en su punto 10: "Apoyamos el proceso de di¨¢logo entre los poderes p¨²blicos competentes del Estado y quienes decidan abandonar la violencia, respetando en todo momento el principio democr¨¢tico irrenunciable que las cuestiones pol¨ªticas deben resolverse ¨²nicamente a trav¨¦s de los representantes leg¨ªtimos de la voluntad popular". Hace un a?o se declar¨® por ETA una tregua indefinida empa?ada pero, felizmente, no rota por la violencia callejera. ?Es realista esperar que la tregua indefinida sea declarada formalmente definitiva? No lo creemos. Los hechos en pro de la paz son cien veces m¨¢s elocuentes que las palabras. Y los hechos permiten y, a la vez, exigen hablar con todos y de todo, remitiendo, siempre, la ¨²ltima decisi¨®n pol¨ªtica a la voluntad del pueblo vasco, principio democr¨¢tico al que, ret¨®rica aparte, tambi¨¦n reenv¨ªa la Declaraci¨®n de Estella.
Tercero, hay cuestiones en apariencia espinosas en extremo, pero que m¨¢s vale abordar posibilistamente que recluirlas en el "todo o nada" de los dogmatismos. As¨ª, por ejemplo, el abertzalismo ha sustituido el principio de integridad territorial de Euskal Herria por el de "territorialidad". Hace pocos meses, incluso Eusko Herritarrok hablaba de una "Navarra soberana" dentro del marco pol¨ªtico vasco y de coordinaci¨®n entre las Diputaciones. En lo que a Espa?a se refiere, eso puede conseguirse a trav¨¦s del organismo permanente de colaboraci¨®n entre Navarra y Euskadi, que cuenta con expreso apoyo en el Estatuto de Guernica (art¨ªculo 22.2) y en la Ley Org¨¢nica de Reforma y Amejoramiento del Fuero de Navarra (art¨ªculo 70.7), elementos ambos de nuestro bloque de constitucionalidad.
Respecto de la presencia en instancias comunitarias, ?por qu¨¦ no ensayar, por de pronto, la f¨®rmula de los l?nder alemanes? El poder exterior del Estado puede ser ¨²nico, pero es l¨®gico que lo ejerza en el exterior -?es Europa exterior?- quien tiene en el interior atribuidas competencias sobre las materias en cuesti¨®n.
En cuanto Iparralde, la integraci¨®n ni es posible en un futuro previsible ni pende del Estado Espa?ol ni, en consecuencia, tiene por qu¨¦ ser ¨¦ste quien se encargue de negarla. Pero las relaciones transfronterizas permiten hacer muchas cosas, algunas de ellas ya en marcha y que el com¨²n buen sentido exigir¨ªa elevar de categor¨ªa. Europa ofrece numerosos ejemplos a tomar en cuenta -acuerdos ¨ªtalo-austriacos sobre el Alto Adigio; colaboraci¨®n cultural de Flandes y los Pa¨ªses Bajos; acuerdo revisado recientemente entre Suecia y Finlandia sobre los suecos y la cultura sueca en este pa¨ªs, entre otros muchos-, Francia ha firmado ?finalmente! la Carta de las lenguas minoritarias y, por lo tanto, del euskera y el tiempo trabaja a favor del "departamento vasco". ?No es hora de transformar las ya inexistentes fronteras de anta?o en zonas no s¨®lo de buena, sino de espacialmente buena vecindad?
Cuarto y ¨²ltimo. M¨¢s all¨¢ de la violencia, ya en v¨ªas de erradicaci¨®n, hay un tema pol¨ªtico pendiente. Si aqu¨¦lla ha impedido, hasta ahora, abordarlo, mientras ¨¦ste no se resuelva no se desactivar¨¢ definitivamente aqu¨¦lla. Lo dec¨ªa Pi i Margall ante la euforia antiforalista del canovismo: quedar¨¢n las brasas. Y ¨¦stas son que, desdichadamente, m¨¢s de la mitad de los vascos no votaron en 1978 la Constituci¨®n y un sector importante de la poblaci¨®n vasca se mantiene al margen. El sentimiento constitucional, la verdadera lealtad constitucional, exige hacer cuanto se pueda por conseguir que todas las fuerzas pol¨ªticas vascas se "enganchen" al bloque de constitucionalidad. Y eso hay que hacerlo no reabriendo un periodo constituyente, pero s¨ª reviviendo el esp¨ªritu constituyente de imaginaci¨®n, generosidad, transacci¨®n y consenso. Sin aferrarse a las palabras, sino atrevi¨¦ndose a escribir palabras nuevas.
Felizmente, la Constituci¨®n y el Estatuto dan cauce para ello porque se trata de normas flexibles -se pueden modificar de acuerdo con sus propias cl¨¢usulas de reforma, aunque no lo creemos necesario en el caso de la Constituci¨®n- y, m¨¢s a¨²n, abiertas -al remitirse ambas a unos Derechos Hist¨®ricos que legitimar¨ªan una situaci¨®n constitucional especial¨ªsima y pactada, como ya ocurre en Navarra, sin que nadie se escandalice-. La autonom¨ªa vasca es fruto de un pacto pol¨ªtico que trasluce la propia letra del Estatuto, y as¨ª lo ha reconocido la doctrina m¨¢s as¨¦ptica. La revisi¨®n del Estatuto, de acuerdo con sus propias previsiones, abrir¨ªa, as¨ª, la v¨ªa al pacto pol¨ªtico y quien pacta se autodetermina.
Estas ideas son, sin duda, muy discutibles y mejorables, aunque no m¨¢s que cualquier otra. ?Ojal¨¢ un grupo de expertos desbrozara el terreno para las opciones de los pol¨ªticos con muchas m¨¢s sugerencias y f¨®rmulas, por ejemplo, a la hora de completar y desarrollar el Estatuto! Lo ¨²nico que no cabe oponerles es la enso?aci¨®n de la utop¨ªa o la somnolencia de la inacci¨®n.
Miguel Herrero de Mi?¨®n es miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Pol¨ªticas, y Ernest Lluch es catedr¨¢tico de la Universidad de Barcelona.
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