Campos de N¨ªjar
AUNQUE no sean obra de un misterioso Ku Klux Klan, las agresiones sufridas por varios trabajadores agr¨ªcolas inmigrantes en los campos de N¨ªjar (Almer¨ªa) son lo suficientemente graves como para que las autoridades -pol¨ªticas, judiciales y policiales- se las tomen muy en serio. La prontitud con que han reaccionado no s¨®lo condenando p¨²blicamente y sin eufemismos los hechos, sino poniendo en marcha su investigaci¨®n, muestra una decisi¨®n de cortar de ra¨ªz lo que tiene todos los visos de ser un brote de xenofobia.De momento, s¨®lo dos personas han sido detenidas en relaci¨®n con las agresiones de N¨ªjar, aunque el juez las puso en libertad provisional tras tomarles declaraci¨®n. Pero al menos son nueve los agresores se?alados por los inmigrantes africanos atacados. Y todo da a entender, tanto por la constancia de los actos (m¨¢s de una veintena de asaltos en menos de dos semanas) como por el n¨²mero de atacantes, que se trata de una banda constituida con la expresa finalidad de hacer la vida imposible a trabajadores inmigrantes. Les resta, pues, mucho que investigar tanto a la Guardia Civil como al Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 18 de Almer¨ªa, que tramita las diligencias sobre el caso.
Estas agresiones que han aflorado son s¨®lo la parte visible de otras muchas silenciadas por miedo a las represalias o a la expulsi¨®n. Y han tenido que ser graves y frecuentes para que el colectivo de inmigrantes en la zona de N¨ªjar (que puede rozar los dos millares entre documentados e indocumentados) decidiera protestar en la calle y recurrir incluso a la huelga. Una vez que los hechos se conocen, corresponde a las autoridades tomar las medidas para que no se repitan. Pero la verdadera garant¨ªa est¨¢ en que los habitantes de la zona, y a la cabeza los empleadores de esos trabajadores, adopten una inequ¨ªvoca actitud de rechazo de los brotes xen¨®fobos. No s¨®lo por elementales motivos humanitarios, sino por inter¨¦s. Sin esta mano de obra llegada del Magreb y del ?frica subsahariana hubiera sido imposible el desarrollo econ¨®mico y social alcanzado en los ¨²ltimos a?os en unos campos de N¨ªjar otrora sumidos en la pobreza y el subdesarrollo, tal y como los describiera Juan Goytisolo en un libro ya cl¨¢sico de 1959. Estos inmigrantes, integrados en el sistema productivo y en muchos casos adaptados a los modos de vida espa?oles, son cada vez menos extranjeros. Merecen la consideraci¨®n y el trato de ciudadanos de pleno derecho.
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