Feliz aniversario
En un art¨ªculo escrito con motivo del primer aniversario del alto el fuego de ETA y reproducido por numerosos peri¨®dicos, el lehendakari Ibarretxe constata que "la mente humana tiene el h¨¢bito de olvidar r¨¢pidamente aquellas cosas que originan sufrimiento, temor o desaz¨®n, y tiende a incrustar en la memoria los momentos que nos aportan felicidad y consuelo". Esta peculiar tendencia acarrea, dice Ibarretxe, ventajas e inconvenientes: a ella se debe que un a?o sin atentados "nos haya servido para olvidar c¨®mo est¨¢bamos hace s¨®lo doce o diecis¨¦is meses". Lo que no aclara el lehendakari es si esta amnesia parcial debe ser considerada como inconveniente o como ventaja.En cualquier caso, tiene raz¨®n Ibarretxe: los tiempos de ETA van siendo olvidados con una celeridad maravillosa, lo mismo que se olvidaron r¨¢pidamente -?quiz¨¢ demasiado r¨¢pidamente?- los tiempos del franquismo. Y no s¨®lo se difuminan en las brumas del pasado aquellos cr¨ªmenes, no tan remotos, sino tambi¨¦n los tics ideol¨®gicos y la mala ret¨®rica que ha fomentado persecuciones y legitimado atrocidades: si no fuera porque los guardianes de las esencias siguen dando la tabarra, la ciudadan¨ªa vasca estar¨ªa tan preocupada por la territorialidad y la definici¨®n del sujeto colectivo como por los principios fundamentales del Movimiento Nacional y el brazo incorrupto de santa Teresa. Y es que el ser humano se olvida en cuanto puede de lo doloroso o lo terrible, pero sobre todo cuando esos males responden a la arbitrariedad de unos cuantos y no a las necesidades de la mayor¨ªa. Ning¨²n hambriento olvida que necesita comer, ning¨²n esclavo olvida que se le ha privado de libertad, ning¨²n ni?o sin educaci¨®n ni cuidados deja de intuir que padece un intolerable abandono; pero los vascos que hace veinte a?os se gobiernan aut¨®nomamente, los pr¨®speros vascos del negocio y del turismo a quienes tantas comunidades envidian, los vascos a los que nadie impide hablar o estudiar en cualquiera de sus lenguas, los vascos que gozan hoy de fueros que anhelaron durante tantos a?os y que han rentabilizado mejor que nadie la fertilidad del mestizaje dentro del Estado espa?ol, los vascos del Guggenheim y los cubos de Moneo... esos vascos est¨¢n dispuestos a pasar enseguida la p¨¢gina de los desafueros aborrecidos de ETA y se obsesionan poco con reivindicaciones at¨¢vicas que puedan comprometer su presente y su futuro. Para decirlo con la desde?osa expresi¨®n de Arzalluz -fiel al "contra malicia, milicia"-, han echado michelines y miran con tanto fastidio como recelo a los voluntariosos profesores de gimnasia que se les quieren imponer.
Lo cual preocupa mucho, l¨®gicamente, tanto a los independentistas cuya imaginaci¨®n ha convertido algunas aldeas vascas de cien habitantes en la maqueta de una posible Euskadi sin maketos como a quienes, siendo tan poco independentistas como yo, quieren asentar su hegemon¨ªa pol¨ªtica en la gesti¨®n indefinida del independentismo ret¨®rico. Unos y otros claman contra el "inmovilismo" del Gobierno y de los partidos constitucionales frente a la tregua de ETA. En efecto, la tregua de ETA ha suscitado un cierto inmovilismo gubernamental, pero de un g¨¦nero que algunos de quienes lo denuncian deber¨ªan m¨¢s bien agradecer. Hace poco m¨¢s de un a?o se hab¨ªa puesto por fin en marcha una seria ofensiva judicial contra la trama financiera de ETA, los negocios de medios de comunicaci¨®n o educativos que le eran afines, la desviaci¨®n de subvenciones p¨²blicas hacia usos sospechosamente partidistas, la utilizaci¨®n de espacios electorales para propaganda terrorista, etc¨¦tera. Desde el alto el fuego, esas pesquisas (que contribuyeron por cierto a que los violentos as¨ª apremiados optasen por la v¨ªa m¨¢s prudente) se han detenido: ?van a quejarse ahora de este inmovilismo sus directos beneficiarios? ?Protestar¨¢ Arnaldo Otegi de que el juez Garz¨®n no indague hoy sobre posibles remuneraciones etarras a pol¨ªticos abertzales con la misma elogiable urgencia empleada en desvelar los cr¨ªmenes de Pinochet? ?No se felicita por este clima "inmovilista" la reci¨¦n liberada mesa Oldartzen de HB? Reconozcamos al menos que tambi¨¦n hay inmovilismos nada agresivos y de buena voluntad hacia el proceso de paz.
Queda el tema de los presos, desde luego. Cuando se protesta contra el inmovilismo gubernamental, la ¨²nica referencia inteligible -salvo la de quienes piden que se d¨¦ la raz¨®n por las buenas a quienes no han podido imponerla por las malas- es la pol¨ªtica penitenciaria. Pero seamos claros: acerque a pocos o muchos presos el Ministerio del Interior, siempre resultar¨¢ una medida insuficiente a ojos de los que pretenden que se les libere a todos de una vez. Porque lo que est¨¢ en juego no es un inexistente derecho humano penitenciario, sino la satisfacci¨®n de una reivindicaci¨®n pol¨ªtica en aras de la concordia. No estoy seguro de que ese objetivo sea del todo justo, pero lo evidente es que tiene un precio, el ¨²nico que sus v¨ªctimas -con ¨ªntimo sacrificio- podr¨ªan asumir: la renuncia definitiva a la lucha armada y el reconocimiento del da?o causado. M¨¢s afortunados que aquellos a quienes asesinaron, los terroristas podr¨¢n un d¨ªa dejar de serlo e incorporarse a la legalidad social y pol¨ªtica: pero ser¨¢ a la legalidad constitucional (y constitucionalmente modificable) que hemos defendido contra ellos, no a una derogada a su antojo como pago por el favor que nos hacen dejando de matar.
?Que sigue existiendo en el Pa¨ªs Vasco un conflicto pol¨ªtico? Probablemente no uno, sino varios, como en tantos otros sitios. ?Hay que reactivar entonces la Mesa de Ajuria Enea, o potenciar otra mesa nueva o quiz¨¢ un velador de tres patas como los que sol¨ªan utilizarse anta?o en las sesiones de espiritismo? Pues quiz¨¢ sea ¨²til, aunque no acabo de ver por qu¨¦ no basta como espacio pol¨ªtico nuestro flamante Parlamento aut¨®nomo, con sus miembros reci¨¦n elegidos de todas las tendencias.
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?Les votamos para que inventasen nuevas mesas o para que debatiesen en la C¨¢mara apropiada las discrepancias y los proyectos de reforma? Almas bienintencionadas recomiendan a los partidos no nacionalistas ofrecer nuevas f¨®rmulas de relaci¨®n institucional entre la comunidad aut¨®noma vasca y Navarra, o con el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, o la relectura de tal o cual art¨ªculo de la Constituci¨®n. ?No ser¨¢ mejor esperar a que sean los nacionalistas quienes expliciten sus demandas de esas medidas u otras alternativas, puesto que son ellos los disconformes con el marco vigente que otros consideramos razonablemente satisfactorio? ?No deberemos esperar a que aclaren lo que quieren, c¨®mo lo quieren y a que convenzan a la mayor¨ªa de que debemos quererlo tambi¨¦n? Porque lo que corresponde ahora no es hacer concesiones ni cerrarse en banda a cualquier reforma, sino jugar en serio a la pol¨ªtica, ya que no tenemos que seguir jugando a la guerra.
Mientras tanto, sigue siendo urgente la tarea de educar para la ciudadan¨ªa. Por muchas reformas y pactos que se logren, ser¨¢ dif¨ªcil la convivencia mientras haya quien contin¨²e pensando que el hecho diferencial vasco es biol¨®gico (?y eso lo dicen en Estrasburgo para apoyar ventajas fiscales, anhelo en el que la biolog¨ªa de todos los europeos coincide clamorosamente!) o mientras Arzalluz sostenga sin inmutarse que los inmigrantes que constituyen las seis d¨¦cimas partes del pa¨ªs son como los turcos en Alemania (?son "turcos" tambi¨¦n los miles de vascos que viven y trabajan tranquilamente en cualquier otro lugar de Espa?a?). Volvemos a lo de siempre: no se puede edificar ni la paz ni la concordia sobre disparates cuyo potencial crimin¨®geno conocemos ya demasiado bien.
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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