'La cinta roja', una intrincada y extra?a met¨¢fora pol¨ªtica iran¨ª
No falta desde hace a?os una pel¨ªcula iran¨ª en ning¨²n festival de cine que se precie de estar al d¨ªa. El cine iran¨ª nos tiene mal acostumbrados porque uno espera ver lo ¨²ltimo que ha hecho y se encuentra con un poema visual ins¨®lito y de deslumbradora belleza, como los dos ¨²ltimos de Abbas Kiarostami, El sabor de las cerezas, que gan¨® en 1998 la Palma de Oro en Cannes, y El tiempo nos llevar¨¢, que a su vez se ha llevado de Venecia el Gran Premio del Jurado, equiparable al Le¨®n de Oro.O encontrarse con una ficci¨®n de estirpe documental, como las de Muhjfaz Jalili y otros disc¨ªpulos de Kiarostami, que est¨¢n volviendo del rev¨¦s los modelos de la peque?a producci¨®n del cine occidental, tanto europeo como estadounidense, con un estilo realista de enorme precisi¨®n y veracidad, hecho con presupuestos de bolsillo privado y, no obstante, capaces de abrirse camino en casi todos los peque?os circuitos de exhibici¨®n del mundo.
A esta edici¨®n del festival donostiarra ha llegado una curiosa excepci¨®n con La cinta roja, dirigida por Ebrahim Hatamikia, que se sale por completo del modelo realista y, aunque propone un juego metaf¨®rico a lo Kiarostami de El sabor de las cerezas, se escapa hacia un tipo de cine m¨¢s ortodoxo y m¨¢s cercano a los patrones gen¨¦ricos. Aunque no llega a los 40 a?os, Hatamikia es ya un veterano que tiene detr¨¢s m¨¢s de una decena de largometrajes, cosa que se nota en su forma muy experta de rodar (con m¨¢s medios de los habituales en el cine iran¨ª) un relato cr¨ªptico, oscuro e intrincado, cuyo lado metaf¨®rico est¨¢ tan lleno de subentendidos pol¨ªticos y de ¨ªndole religiosa y localista, que no se entienden del todo.
Da la impresi¨®n de que hay en el filme abundantes claves cifradas que, obviamente, nos resbalan y levantan el mort¨ªfero gazapo del aburrimiento. Este cronista, ante el peligro de dormirse durante la proyecci¨®n de una pel¨ªcula en concurso, se levant¨® y tuvo que aguantar la media hora final de pie, lo que es una vieja maturranga de los festivaleros veteranos ante las pel¨ªculas demasiado raras, incomprensibles o simplemente tediosas. Extra?o tri¨¢ngulo
La cinta roja no tiene, visualmente, mala pinta. Alcanza una triangulaci¨®n dura entre dos hombres y una mujer embarrancados en medio de un campo de minas, que los atrapa en su itinerario en pleno desierto, por lo que las pasiones afloran y los s¨ªmbolos tambi¨¦n. Y ah¨ª es donde uno se pierde, pese a la peligrosisdad del terreno que pisa con la mirada, porque, aunque en un patio de butacas no se corra el peligro de aplastar una mina y saltar hecho trizas por los aires, lo que s¨ª asalta es la tentaci¨®n de la indiferencia ante el destino de la aventura que nos est¨¢n contando, ya que la posibilidad de que uno de estos tres excelentes int¨¦rpretes reviente a causa de un mal paso comienza poco a poco a traer sin cuidado a nadie.
Babelia
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