La trampa del destino
Los tres hombres permanecieron durante casi toda la semana pasada alojados en el hotel One UN Plaza, en la Primera Avenida, frente al rascacielos de Naciones Unidas en Nueva York, con ocasi¨®n de las sesiones de la Asamblea General de la ONU. Los tres son ministros de Asuntos Exteriores: Abel Matutes, Robin Cook y Juan Gabriel Vald¨¦s representan a los pa¨ªses -Espa?a, Reino Unido y Chile- envueltos en el caso Pinochet, el ex dictador de Chile cuyo juicio de extradici¨®n comienza ma?ana en Londres."Choc¨¢bamos hasta en los ascensores", dijo Juan Gabriel Vald¨¦s a este peri¨®dico. Pero el hombre de Pinochet no estaba all¨ª. ?se es Jack Straw, ministro del Interior del Gobierno de Tony Blair, que viaj¨® de visita oficial a Madrid para entrevistarse el pasado jueves con el ministro Jaime Mayor Oreja. Aprovech¨® para reunirse, afinidades partidarias obligan, con Joaqu¨ªn Almunia, secretario general de los socialistas espa?oles. Ni una palabra, ni en privado ni en p¨²blico, seg¨²n se asegura, sobre Pinochet.
Toda esta historia comenz¨® hace ahora un a?o, a primeros de septiembre de 1998. La Embajada brit¨¢nica en Santiago de Chile fue informada de que el general-senador Augusto Pinochet visitar¨ªa el Reino Unido. "La embajada fue avisada informalmente de una visita a primeros de septiembre. Era una visita privada y la embajada no particip¨® en las gestiones pr¨¢cticas. No obstante, como en ocasiones anteriores, transmiti¨® una petici¨®n de asesoramiento sobre la amenaza f¨ªsica de su seguridad", inform¨® la baronesa laborista Symons of Vernham Dean. La baronesa suele entregar a la C¨¢mara de los Lores la informaci¨®n que por escrito solicita el ex ministro de Hacienda conservador Norman Lamont, quien, adem¨¢s de ser uno de los defensores pol¨ªticos del general Pinochet, se ha convertido en un sabueso que busca armar la presunta trama conspirativa de Scotland Yard que condujo al arresto de Pinochet.
Seg¨²n la baronesa, "a petici¨®n de la Embajada de Chile en Londres, una sala VIP fue puesta a disposici¨®n del general Pinochet para su llegada a Heathrow el 22 de septiembre de 1998". El entonces embajador chileno en Londres, Mario Artaza, actualmente en la representaci¨®n diplom¨¢tica en Washington, inform¨® el 16 de septiembre al Foreign Office (Asuntos Exteriores) de la intenci¨®n de Pinochet, al solicitar una sala VIP en Heathrow para su llegada al Reino Unido. "La embajada hizo una petici¨®n rutinaria", seg¨²n la baronesa.
En Santiago, quien comenz¨® a intranquilizarse por el viaje fue el entonces canciller Jos¨¦ Miguel Insulza. Seg¨²n explic¨® en su d¨ªa a este peri¨®dico, los representantes de Pinochet no terminaban de comunicarle la fecha del viaje ni otros datos necesarios para elaborar la nota verbal dirigida al Foreign Office informando de la visita diplom¨¢tica del ex dictador. Pinochet nunca proporcion¨® los datos, lo que impidi¨® el env¨ªo de la citada nota.
La canciller¨ªa le otorg¨®, pues, en septiembre de 1998, un pasaporte diplom¨¢tico en calidad de senador. Poco despu¨¦s, en una segunda operaci¨®n, para darle m¨¢s cobertura antes de viajar, la canciller¨ªa orden¨® inscribir en la p¨¢gina 9 del pasaporte la leyenda: "Embajador en Misi¨®n Especial de Chile en Londres, Inglaterra". Este apa?o no resolv¨ªa lo esencial: la nota verbal de Chile al Reino Unido sobre el viaje de Pinochet. El ex dictador lleg¨® a Londres el 22 de septiembre de 1998, y, tal como era previsible, no le esperaba funcionario oficial alguno. "Ning¨²n funcionario del Gobierno estaba presente cuando el general Pinochet lleg¨® el 22 de septiembre de 1998", inform¨® la citada baronesa. Ante una pregunta de Norman Lamont sobre si el Foreign Office suele advertir a ex jefes de Estado o de Gobierno de la ausencia de inmunidad soberana y la posibilidad de ser objeto de procedimientos de extradici¨®n durante sus visitas al Reino Unido, la baronesa respondi¨®: "No es funci¨®n del Foreign Office o las embajadas brit¨¢nicas hacer estas advertencias. La interpretaci¨®n sobre la Ley de Inmunidad de Estado corresponde a los tribunales".
Si el Foreign Office no est¨¢, como dice la baronesa, para hacer ese tipo de advertencias, la organizaci¨®n de derechos humanos Amnist¨ªa Internacional Reino Unido (AI), tras saber por la prensa de Santiago que Pinochet hab¨ªa viajado a Londres, advert¨ªa en un documento repartido profusamente sobre la "responsabilidad de los Gobiernos europeos ante la visita del general Pinochet". Los abogados y activistas de AI ya hab¨ªan intentado, sin ¨¦xito, el arresto de Pinochet durante varias visitas anteriores.
Pinochet, empero, se hallaba por fin alojado en un hotel de cinco estrellas, en Londres. Se daba cita con militares amigos en Harrod's, mientras esperaba que su amigo el empresario de origen zuriqu¨¦s Peter Schaad, residente en el Reino Unido, arreglara un visita a la baronesa Margaret Thatcher. Schaad mantiene una buena amistad con Robin Harris, uno de los principales asesores de Thatcher. Ten¨ªa tambi¨¦n planes para visitar Francia, para lo cual solicitar¨ªa, sin ¨¦xito, un visado, poco despu¨¦s de llegar a la capital brit¨¢nica.
En Londres, Pinochet se aloj¨® y recibi¨® nuevamente al periodista Jon Lee Anderson, quien, a iniciativa de Luc¨ªa Pinochet Hiriart, ya le hab¨ªa entrevistado unas semanas antes en Santiago con la idea de escribir un perfil para el semanario norteamericano The New Yorker. Ya en su primera entrevista, seg¨²n el periodista, Pinochet defini¨® al Reino Unido como su pa¨ªs favorito por sus virtudes c¨ªvicas y su talante moderado. "El lugar ideal para vivir", le dijo.
Al reunirse otra vez, Pinochet ya sent¨ªa dolores de espalda y hab¨ªa consultado a los m¨¦dicos, pero, seg¨²n Lee Anderson, estaba en forma. Acud¨ªa al Museo de Cera Madame Tussaud, al Museo del Ej¨¦rcito Nacional Brit¨¢nico. Y comieron en la casa de t¨¦ Fortnum & Mason. El 25 de septiembre, el mismo d¨ªa que Amnist¨ªa Internacional alertaba a toda Europa sobre la presencia de Pinochet en Londres, el fot¨®grafo Steve Pyke hizo una sesi¨®n fotogr¨¢fica con Pinochet con vistas a ilustrar el reportaje de The New Yorker, previsto para la semana del 19 de octubre de 1998. En los primeros d¨ªas de octubre, el ex dictador, ya con dificultades para mantenerse en pie, decidi¨® operarse de la espalda en la London Clinic. Fue la operaci¨®n fatal. El viernes 16 de octubre de 1998, tras varios escarceos esa semana, el juez Baltasar Garz¨®n pidi¨® el arresto de Pinochet a las autoridades brit¨¢nicas a trav¨¦s de Interpol.
Como en El Proceso kafkiano, el ex dictador est¨¢ "en una rueda... promesas, apelaci¨®n, fallo, apelaci¨®n...". La maquinaria judicial le ha devastado psicol¨®gicamente. Sus asesores intentaron dar una ¨²ltima batalla en los medios de comunicaci¨®n a mediados del pasado mes de julio. El general comenzar¨ªa por una entrevista con un ¨®rgano que le ha sido bastante fiel hasta entonces, The Daily Telegraph, el domingo 18 de julio. El resultado fue terrible. Se le pregunt¨® si era verdad, como declar¨® el general Manuel Contreras, al frente de la temible Direcci¨®n de Inteligencia Nacional (DINA), que no hab¨ªa hecho nunca nada sin la autorizaci¨®n de Pinochet. El ex dictador respondi¨®: "Es muy dif¨ªcil de contestar porque hay muchas cosas que le orden¨¦ hacer. Yo ten¨ªa que ejercer el poder. No podr¨ªa decir que yo dirig¨ªa la DINA. Estaba bajo supervisi¨®n de toda la Junta de Gobierno... El jefe del Ej¨¦rcito siempre pregunta: "?Qu¨¦ vas a hacer?". La cuesti¨®n de c¨®mo, esto es, ?c¨®mo lo voy a hacer?, es un asunto del jefe de inteligencia antes que del jefe del Ej¨¦rcito".
Un d¨ªa m¨¢s tarde, el lunes 19 de julio, el agente de relaciones Patrick Robertson dijo a este peri¨®dico: "La campa?a de prensa ha empezado y ha terminado con la entrevista de ayer". Un a?o y d¨ªas despu¨¦s de su llegada a Londres, ma?ana, comienza en Londres una nueva vuelta de tuerca de la maquinaria judicial: el juicio de extradici¨®n de Pinochet.
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