"Nosotros ya est¨¢bamos en Timor cuando empez¨® la crisis y los ni?os tuvieron que huir"
Hace quince a?os, la organizaci¨®n Aldeas Infantiles SOS apenas era conocida en Espa?a. S¨®lo contaba con 12.000 socios y su complejo proyecto de dar una madre a grupos de entre cinco y diez ni?os abandonados o hu¨¦rfanos se entend¨ªa con dificultades. Hoy, Aldeas Infantiles tiene 80.000 socios espa?oles -seis millones en todo el mundo- y ocho aldeas -361 en total-, de las cuales dos han quedado inauguradas este fin de semana.Para ello ha pasado Helmut Kutin por Espa?a. Kutin es el presidente de la organizaci¨®n, pero tambi¨¦n es el exponente m¨¢s claro de c¨®mo un ni?o de Aldeas Infantiles como ¨¦l puede encarrilar su vida, integrarse y hasta triunfar en la socidad. Tiene 58 a?os y su primer contacto con la organizaci¨®n fue en 1953.
Pregunta. Cu¨¦nteme c¨®mo fue su infancia en Aldeas Infantiles.
Respuesta. Llegu¨¦ a la aldea de Imst, en el Tirol, cuando ten¨ªa 12 a?os y Herman Gmeiner [el fundador de Aldeas Infantiles] era el padre de la aldea. Mi hermana mayor hab¨ªa sido asesinada por un delincuente sexual y cuando la encontraron mi madre muri¨® del disgusto y mi padre era demasiado mayor para hacerse cargo de m¨ª. Me llevaron a Imst y all¨ª Gmeiner dijo que era demasiado mayor para ser aceptado, pero ese mismo d¨ªa me qued¨¦. Yo ven¨ªa de una ciudad del norte de Italia bombardeada por la guerra y llegaba a un mundo completamente verde, as¨ª que me sent¨ª en casa desde el primer momento. All¨ª encontr¨¦ a nueve hermanos, todos marcados por el mismo destino que el m¨ªo, el de la posguerra, con una madre muy buena que cumplir¨¢ el 1 de diciembre 85 a?os.
P. ?Mantiene la relaci¨®n con su familia SOS?
R. S¨ª, la normal, lo que ocurre es que estuve 20 a?os en Asia y eso me hizo perder m¨¢s el contacto, pero lo mantengo con los hermanos de la primera generaci¨®n, pues mi madre cuid¨® luego de m¨¢s ni?os: 25 en total. Kutin sali¨® adelante gracias a aquel apoyo y estudi¨® magisterio, si bien termin¨® dedicado al sector tur¨ªstico; hasta que un d¨ªa de 1967 Gmeiner le llam¨® por tel¨¦fono a su oficina y le propuso montar una aldea infantil en el Vietnam de aquel entonces arrasado por la guerra. Una aldea infantil es lo m¨¢s parecido a una peque?a urbanizaci¨®n de una decena de casas. En cada una de ellas vive una llamada "madre SOS" con unos seis o siete ni?os -nunca se separa a los hermanos-. Los ni?os -m¨¢s de 200.000 en todo el mundo- est¨¢n atendidos por un director de aldea y educadores, pero acuden a las escuelas del entorno procurando que su vida sea lo m¨¢s parecida a la de los dem¨¢s chavales. Helmut Kutin preside la organizaci¨®n desde que en 1986 desapareciera su padre Herman Gmeiner.
P. ?C¨®mo ha ido cambiando el proyecto desde que se fund¨® hace 50 a?os?
R. El reto m¨¢s grande ha sido la ca¨ªda del tel¨®n de acero. Ahora trabajamos en 25 pa¨ªses del Este. La idea base, la madre de los ni?os, la casa y la aldea sigue en pie, tal como al principio. He tenido que adaptarme a nuevas situaciones, aceptar, por ejemplo, a madres casadas y reducir el volumen de las familias, pues la mujer de hoy no puede encargarse de diez hijos como antes.
P. El proyecto naci¨® para acoger a los ni?os hu¨¦rfanos de la II Guerra Mundial. ?Son ahora los ni?os atendidos, con problemas de malos tratos y abandonos, m¨¢s dif¨ªciles que los de antes?
R. S¨ª y no. Lo complicado es trabajar con los padres biol¨®gicos. Eso s¨ª es m¨¢s dif¨ªcil, tambi¨¦n para las madres SOS. El otro d¨ªa me dec¨ªa una en Austria: "Compar¨¢ndome con la madre de verdad, yo siempre ser¨¦ la n¨²mero dos".
P. Parece incre¨ªble que ustedes consigan madres SOS. Serlo requiere una entrega total. ?No es una especie en extinci¨®n?
R. De hecho, sab¨ªamos desde el principio que era la gran dificultad y que por eso nuestro proyecto no pod¨ªa crecer indiscriminadamente. Hay que tener fuerza, vocaci¨®n y un sentimiento fuerte religioso o moral; no nos valen las que pretenden refugiarse aqu¨ª porque han sufrido otros fracasos. Pero, atenci¨®n, tenemos madres SOS en todo el mundo.
P. En Europa se habla ya de hartazgo de solidaridad. Tantas ONG producen cierto rechazo; sobre todo si no se coordinan.
R. Nosotros colaboramos con todas las ONG, sobre todo en las zonas de crisis o guerras. Es verdad que cuando llegas a estas zonas a veces cada pa¨ªs y cada ONG act¨²a por su cuenta, pero hay que insistir en la coordinaci¨®n. Nosotros no nos preocupamos porque nuestro logro salga en la CNN. Ya se nos conoce y se sabe que llegamos a los sitios para quedarnos. En Ruanda nos hemos quedado. Hace dos semanas estuve en Kosovo y supe que hace dos meses no hab¨ªa ninguna ONG en Pristina. Hoy hay 362 ONG. As¨ª no se puede trabajar. Necesitamos cooperar mejor. Es fundamental. Nosotros tenemos 50 a?os de historia y vamos a seguir nuestra labor despacio; no podemos crear fundaciones cada d¨ªa. Nosotros ya est¨¢bamos en Timor cuando empez¨® la crisis y los ni?os de Dili tuvieron que huir. Ahora est¨¢n volviendo y muchos est¨¢n llegando a nuestra aldea en la isla de Flores, muy cerca de Dili. Cada madre SOS de Timor tiene unos diez ni?os, pero van a acoger a otros cinco mientras se resuelven las cosas.
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