Amores
Siempre me han interesado los misteriosos vaivenes de amor de las muchedumbres: como, por ejemplo, el inesperado y espont¨¢neo dolor popular tras la muerte de Kraus. Interpretar tus propios sentimientos ya resulta un trabajo dificil¨ªsimo, de modo que intentar entender el magma emocional de un colectivo me parece poco menos que imposible. No hay analista capaz de predecir los estallidos pasionales de un grupo social; el inusitado y repentino fervor de los iran¨ªes por el imam Jomeini, por ejemplo, derroc¨® al sah de Persia ante el estupor de los expertos.A menudo estas enigm¨¢ticas explosiones de amor p¨²blico no se corresponden con la realidad: el adorado Jomeini inund¨® su pa¨ªs en un ba?o de sangre, y la histeria desatada en torno a la pobre y desequilibrada princesa Diana tuvo mucho de absurda. Incluso aquellas veces en las que los personajes ensalzados parecen ser verdaderamente dignos de elogio, el misterio perdura. Por ejemplo, Kraus era a no dudar un hombre ¨ªntegro y admirable, pero ha habido muchas otras personas tan admirables como ¨¦l que fallecieron discretamente, sin se crease en torno a ellas ese sentimiento de orfandad popular. Me pregunto por qu¨¦.
Influye, estoy segura, el morir en plena fama: la popularidad es as¨ª de fr¨ªvola y de injusta, y hay una muerte primera y definitiva que es la de la vejez callada y el olvido. Pero adem¨¢s, y en el caso de Kraus, creo que tambi¨¦n cuenta la transparencia de sus emociones. Me refiero al cari?o a su mujer, que sonaba tan sincero; y al dolor de la p¨¦rdida. Las sociedades eligen ciertos s¨ªmbolos p¨²blicos para compartir con ellos sus propios duelos. Es lo mismo que est¨¢ sucediendo con Gorbachov.
Kraus y Gorbachov parecen dar fe de un milagro de la cotidianidad: el cari?o que no muere, el amor que triunfa, pese a las canas, y a la derrota del cuerpo, y al contacto corrosivo de la convivencia. Sin duda ambos atravesaron por momentos horribles con sus parejas: no puede ser de otro modo cuando se vive juntos tantos a?os. Pero eso es lo m¨¢s fascinante y lo m¨¢s meritorio: a pesar de las inevitables cat¨¢strofes, perseveraron. Se les ama, me parece, porque son los h¨¦roes de la vida peque?a.
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