El Arsenal magulla al Bar?a

El Arsenal desfigur¨® al Bar?a en un partido trepidante y en el que la obstinaci¨®n por llevar el cuerpo a cuerpo a sus ¨²ltimas consecuencias le dio un punto al equipo ingl¨¦s. El Bar?a ensuci¨® la portentosa imagen que ofreci¨® hace ocho d¨ªas ante el Fiorentina y que, con m¨¦todos diferentes pero no menos valorables, tambi¨¦n mantuvo en la primera parte de ayer. Fueron tres cuartos de hora excitantes en los que con inteligencia y estilo busc¨® el tiro de gracia. Luis Enrique lo ejecut¨® en su m¨¢s genuino estilo. Fue una jugada larga en la que cuando el rival, Vieira en este caso, se cree que todo est¨¢ solventado, reaparece como si surgiera de la nada el delantero asturiano. En esa situaci¨®n su pegada es inapelable.La jugada premi¨® un inicio en el que el Bar?a mantuvo intacto su poder de intimidaci¨®n. Pero despu¨¦s se desinfl¨®, retrocedi¨® metros ante las embestidas de los ingleses, revitalizados con la irrupci¨®n de Suker y Henry, y acab¨® pidiendo a gritos un ox¨ªgeno con el que Van Gaal no tuvo a bien asistirle. Cuando el Arsenal parec¨ªa m¨¢s desquiciado, cuando en la sucesi¨®n de patadones y golpes se qued¨® con diez jugadores por la expulsi¨®n del franc¨¦s Grimandi, fue cuando encaj¨® el Bar?a el gol del empate. Quedaban nueve minutos y el Bar?a ya no tuvo m¨¢s que decir. Van Gaal, en una prueba m¨¢s de su insobornable ideario, dej¨® de salida a Kluivert en el banquillo y premi¨® el estado de gracia de Dani con la titularidad.

El Arsenal dispuso dos cuartetos defensivos pero que presionaron muy arriba. No iba a poder repetir el Bar?a los arabescos del d¨ªa del Fiorentina; eso estuvo claro desde el primer momento. El Arsenal compareci¨® m¨¢s envalentonado y presion¨® mucho m¨¢s a la vera de la divisoria aunque Bergkamp y Kanu apenas dieron se?ales de vida. El Bar?a desplegaba en aquellos momentos un juego que era digno de ser visto, tanto cuando iba como cuando ven¨ªa, tanto cuando dispon¨ªa del bal¨®n como cuando, sin soluci¨®n de continuidad, lo recuperaba.

La impunidad con la que actu¨® Sergi por la banda izquierda, en la que Parlour apenas se vio, la agradeci¨® Rivaldo con una presencia constante en la punta de ataque, hasta el punto de llegar a ser casi ofensiva para su marcador, Dixon, que tuvo que aguantar estoicamente c¨®mo el brasile?o centraba de rabona una vez o le met¨ªa un t¨²nel al menor descuido.

Por la banda derecha, Figo se fajaba contra el muro de contenci¨®n ingl¨¦s y forz¨® un par de buenos remates antes del cuarto de hora. El Bar?a funcionaba como un reloj, con la precisi¨®n que le demanda Van Gaal tanto en el cuidado y la rapidez con el bal¨®n como en la recuperaci¨®n. Todo fue a las mil maravillas, s¨®lo que desde que Luis Enrique anot¨® el gol, el Bar?a empez¨® a bajar su ritmo infernal.

Los ingleses adelantaron diez metros sus l¨ªneas tras el descanso con lo que ya estaban en las mismas barbas de Hesp sin que nadie acertara a remediarlo. El Bar?a se vio tratado con su misma medicina.

El Arsenal, que oblig¨® a Kanu y a Bergkamp a trabajar a destajo, era el que recuperaba el bal¨®n en un visto y no visto. Estaba claro que era un tipo de partido que no le iba al indolente holand¨¦s con aerofobia ya que, por si fuera poco, sus compa?eros se dedicaron a endurecer sus entradas.

El Arsenal ya hab¨ªa avisado con un tiro del delantero nigeriano y tres o cuatro buenas aproximaciones. Wenger retir¨® a Bergkamp y dio entrada a Suker y a Henry. Lleg¨® el gol del empate y se agrand¨® la sensaci¨®n de b¨®lido sin gasolina que estaba causando el Bar?a. La suerte estaba echada, y el aspecto desinflado del Bar?a, retratado.