El parapente Esquerra
Esquerra Republicana de Catalunya se desliza en la campa?a electoral como un parapente entre dos monta?as muy pr¨®ximas. Si se da contra una de las paredes, corre el riesgo de perder altura r¨¢pidamente. Carod Rovira acaba de dar por hecho que Jordi Pujol ganar¨¢ las elecciones y apela directamente al electorado convergente ofreci¨¦ndose como garante de una pol¨ªtica nacionalista. Desde la izquierda puede que se interprete como una ruptura de la equidistancia que Esquerra Republicana ha tratado de mantener durante la precampa?a. Carod estar¨ªa postul¨¢ndose para una mayor¨ªa nacionalista que impidiese que Pujol fuera reh¨¦n del Partido Popular, abandonando la hip¨®tesis del cambio. Creo, sin embargo, que el movimiento t¨¢ctico de Carod es algo m¨¢s sutil. Carod piensa que Pujol ganar¨¢. Lo piensa y adem¨¢s le conviene pensarlo; y, sobre todo, decirlo porque es una manera de quitar tensi¨®n bipolarizadora a la campa?a. Si la victoria de Pujol ya no se cuestiona puede que los partidos peque?os tengan un poco m¨¢s de aire que respirar. Carod quiere quitar de la campa?a la presi¨®n del voto ¨²til. La Esquerra Republicana que Carod intenta renovar y acercar al territorio del realismo pol¨ªtico despu¨¦s de una etapa de sobresignificaci¨®n ideol¨®gica, es un partido que tiene un espacio limitado cuyo posible crecimiento ser¨¢ forzosamente lento. En cierto modo, la hip¨®tesis del cambio llega demasiado pronto para Esquerra. Necesitar¨ªa haber crecido un poco m¨¢s. Los partidos peque?os afrontan con recelo las alianzas de amplio espectro. Pocas veces han sobrevivido a la sombra del aliado mayor. Carod se aleja de la pared del cambio para arrimarse a la pared nacionalista. ?Est¨¢ prefigurando una futura alianza o simplemente busca pescar en los sectores m¨¢s afines del pujolismo? La izquierda puede deducir que Carod no est¨¢ por la apuesta del cambio. Al fin y al cabo, el propio Carod ha dicho que este cambio no es el suyo ni le parece que sea un cambio de verdad. Tengo la impresi¨®n de que, por inter¨¦s de partido, Carod piensa en un Pujol debilitado, gobernando solo y pidiendo ayuda un d¨ªa a la derecha y otro a la izquierda, porque cree que ¨¦sta es la mejor hip¨®tesis para que Esquerra pueda situarse bien en la perspectiva del pospujolismo. ?Deber¨ªa Carod sacrificar el inter¨¦s de partido a un inter¨¦s m¨¢s general de cambio? Lo menos que se puede decir es que Carod no parece seducido por esta idea. Probablemente porque el cambio no ha generado una din¨¢mica tan fuerte como para que el que se distancie de ella tenga un castigo electoral. Y, de momento, Carod se centra en cortejar el voto nacionalista cuando Pujol ya ha agotado todas las existencias de la t¨®mbola. El ¨²ltimo regalo que se ha sacado de la chistera es el rebautizo de las carreteras catalanas. A esto se le llama hacer cosquillas al electorado. Cosquillas nacionalistas, por supuesto.
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