Instrumentos con alma
Cada instrumento encierra la vida de una persona y simboliza una forma de entender la propia existencia. La Ganbara del centro cultural Koldo Mitxelena de San Sebasti¨¢n muestra hasta el pr¨®ximo 27 de octubre M¨²sica para ver, instrumentos del mundo, una exposici¨®n que re¨²ne m¨¢s de 150 piezas musicales tradicionales de los cinco continentes. Sonajas de Letonia, xilofonos de Camboya, tambores de hendidura de Vanuatu, violines de Afganist¨¢n o la¨²des de Bhutan aproximan al espectador a los valores sociales, religiosos y est¨¦ticos de etnias poco conocidas. La exposici¨®n es tan s¨®lo una peque?a muestra de la colecci¨®n privada del irun¨¦s Jos¨¦ Luis Loidi y su esposa, Lourdes Yarza, que tuvieron desde el principio una intenci¨®n clara: "Quer¨ªamos mostrar piezas un poco extra?as en cuanto a est¨¦tica y a belleza externa e interesantes por su singularidad. Se trata de asombrar al espectador que se acerque a la sala", indicaron. Sorprende la historia, las connotaciones antropol¨®gicas de cada pieza, la simbolog¨ªa de las formas y las costumbres de sus culturas originarias. No deja de ser una muestra de instrumentos de al menos 40 pa¨ªses, en la que no hay una s¨®la manifestaci¨®n de las tradiciones de Occidente. En estas etnias, en determinadas zonas de Angola por ejemplo, no s¨®lo se entiende sino que se exige socialmente que ¨²nicamente una mujer que haya sido madre pueda ser propietaria de un tambor. Le est¨¢ absolutamente vetado, eso s¨ª, aproximarse al instrumento. Su marido es el ¨²nico autorizado a tocar e improvisar m¨²sica. La costumbre es m¨¢s llamativa a¨²n si el tambor tiene forma de mujer y la imagen confirma una m¨²sica que nace de un patriarcado exacerbado que aqu¨ª se llamar¨ªa machismo. El instrumento m¨¢s antiguo, que data de 1866, es una trompa natural construida con una aleaci¨®n de lat¨®n con esta?o. Pero esta no es la norma general de la exposici¨®n. La mayor¨ªa de los instrumentos tienen una historia m¨¢s corta, entre otras cuestiones, afirma Loidi, porque las distintas etnias trabajan "con materiales perecederos, como la ca?a o la madera" y tampoco se obsesionan con su conservaci¨®n. Adem¨¢s, a?ade el coleccionista, "muchos ya no se tocan, porque hay una invasi¨®n de otras formas de hacer y entender la m¨²sica". Pero hay tradiciones que a¨²n permanecen, que se traspasan de generaci¨®n en generaci¨®n y a¨²n llegan hasta nuestros d¨ªas. La muestra exhibe piezas multiusos, reflejo de ideas y necesidades que trasladadas a Occidente ser¨ªan un negocio seguro; hay, por ejemplo, un instrumento que se utiliza a la vez de mortero, o una flauta, a efectos est¨¦ticos similar a una makila, a la que sacan provecho como hacha y bast¨®n. La exposici¨®n obliga a mirar m¨¢s all¨¢ de las propias fronteras. "Muchas veces pensamos que el txistu es un instrumento que no existe m¨¢s que aqu¨ª. Pero la realidad es otra", advierte Loidi, "El ingenio humano ha sabido sacar los mismos sonidos de piezas que pens¨¢bamos que eran ¨²nicas", en puntos geogr¨¢ficos distantes. La distancia est¨¢ en su concepci¨®n. En una aldea de Nueva Guinea el sonido de un tambor lleva, literalmente, mucho de su propietario, que se ha dejado sudor y sangre en la elaboraci¨®n de la masa que se coloca en la membrana. El due?o lo construye y es el ¨²nico que lo utiliza hasta el fin de sus d¨ªas. La muestra nace de una inquietud personal por la m¨²sica, pero tambi¨¦n del inter¨¦s por lo desconocido, por aproximarse, desde el respeto, a las distintas manifestaciones culturales del ingenio humano. "M¨¢s que un hobby, es como una pasi¨®n, como una droga", dice Jos¨¦ Luis Loidi. Este irun¨¦s, ¨®ptico de profesi¨®n, y Lourdes Yarza, han encontrado una afici¨®n que les consume el tiempo de ocio y algunas horas de sue?o. Se adentraron t¨ªmidamente en un terreno desconocido y comenzaron a coleccionar flautas. En 1982 ten¨ªan 18 instrumentos. Hoy, 17 a?os despu¨¦s, pueden vanagloriarse de disponer de una colecci¨®n de cerca de 1.900 piezas. En todo caso, la muestra re¨²ne en la Ganbara tan s¨®lo 152 piezas. Ni las dimensiones de la sala ni la armon¨ªa de la exposici¨®n aconsejaban el empacho de instrumentos.
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