"Cuando muera, que echen mis cenizas al Main" RAM?N DE ESPA?A
Pregunta. Antes que nada, enhorabuena por los 30 a?os de Anagrama. Y espero que no me guardes rencor por no haber acudido a tu fiesta, pero es que llov¨ªa a c¨¢ntaros.... Respuesta. ?Mi dinero me costaron esos efectos especiales! No te imaginas lo que cobran los de Industrial Light & Magic, la compa?¨ªa de George Lucas, por sus servicios... P. Llevas ya un mont¨®n de fastos de aniversario. ?No te cansas de tanta vida social? A veces te imagino en alguna de tus fiestas, en plan Jay Gatsby, encerr¨¢ndote en una habitaci¨®n a pensar en tus cosas mientras los invitados se beben tu whisky. R. Es cierto que tengo una vida social muy intensa, pero creo que est¨¢ bastante organizada. Transcurre de lunes a viernes. Los fines de semana me convierto en un recluso que se queda en casa viendo los partidos del Bar?a. P. Y leyendo manuscritos, como si lo viera. R. Pues s¨ª, tambi¨¦n. Lo m¨ªo debe de ser una perversi¨®n, una tara gen¨¦tica o algo as¨ª, porque me apasiona mi oficio y a¨²n me emociono descubriendo autores nuevos. P. Pero seguro que antes del Herralde editor hubo un Herralde escritor. R. Dur¨® poco. No te negar¨¦ que de joven escrib¨ª cuentos y poemas, pero enseguida me di cuenta de que lo m¨ªo era editar. Me gusta todo el proceso: elegir a un autor, publicar su libro, cuidar amorosamente ese libro, participar en las tareas de promoci¨®n... P. Da la impresi¨®n de que tu vida es la vida de tu editorial. ?Tienes amigos fuera del mundo literario? R. La verdad es que muy pocos. En general, sigo trat¨¢ndome con los amigos de la adolescencia. Con los que quedan vivos, claro, pues m¨¢s de uno se ha quedado por el camino, como Carlos Dur¨¢n. P. ?Con qu¨¦ dinero empezaste Anagrama? R. Con medio mill¨®n de pesetas que me prest¨® mi padre y con un cr¨¦dito que ped¨ª al Colegio de Ingenieros, carrera que estudi¨¦ y que nunca ejerc¨ª... P. Todo un detalle lo de tu padre: un empresario de derechas financiando al hijo rojeras... ?Qu¨¦ tal te llevabas con ¨¦l? R. De joven bastante mal. Yo le quer¨ªa, evidentemente, pero era un hombre de orden, un franquista, para qu¨¦ negarlo. Supongo que mi relaci¨®n con ¨¦l evolucion¨® de la forma habitual. Al principio, discusiones y broncas. Y, con el tiempo, una tolerancia mutua basada en evitar temas de conversaci¨®n conflictivos. P. Es que t¨² eras muy rojo: no hab¨ªa m¨¢s que ver los profundos textos pol¨ªticos que editabas al principio... R. Un rojo con un pie en la contracultura, que conste, con tiempo para el whisky y tambi¨¦n para el canuto... P. Creo que estaba muy mal visto lo del canuto. Tengo amigos que fueron llamados al orden y obligados a efectuar una autocr¨ªtica si no quer¨ªan ser apartados de la revoluci¨®n inminente... R. Yo estaba en el ala izquierda del PSUC, y no tard¨¦ mucho en desvincularme del partido. Ahora lo ¨²nico que hago es recopilar firmas en favor de la candidatura de Maragall. No es que espere grandes cosas del cambio, pero creo que nos merecemos que haya vida despu¨¦s del pujolismo. No es que me haya perjudicado mucho, por otra parte, como no sea por omisi¨®n, por ninguneo... Por lo menos, Pujol nunca me ha enviado a la polic¨ªa a la editorial para secuestrarme libros, cosa que al franquismo le encantaba hacer. P. Tras algunos problemas, pol¨ªticos y econ¨®micos, Anagrama es ya un negocio saneado, ?no? R. No siempre lo ha sido. Al principio con los secuestros y luego con la crisis de finales de los setenta, estuvimos a punto de irnos al carajo. P. Pero todo empieza a ir bien cuando optas por la ficci¨®n. R. Bueno, como me dijo una vez el due?o de Cinc d"Oros, que, como sabes, es la librer¨ªa m¨¢s roja del continente, los lectores de ensayo pol¨ªtico se pasaron a Patricia Highsmith... P. ?Ya no lees ensayo pol¨ªtico? R. Tengo la impresi¨®n de que cada d¨ªa hay menos pensadores y m¨¢s tertulianos. O, por usar el t¨¦rmino italiano, tut¨®logos, gente que tiene opini¨®n sobre absolutamente todo. P. En Anagrama est¨¢s rodeado de mujeres, empezando por la tuya... R. Tenemos un hombre. P. De muestra. Eres un pionero de la discriminaci¨®n positiva. R. Son muy eficaces. P. Lo que me admira es que tu mujer, Lali Gubern, trabaje contigo. La convivencia suele basarse en una cierta falta de contacto f¨ªsico... R. Bueno... Habr¨¢s observado que el piso es bastante grande y que cada uno est¨¢ en un extremo. P. ?En casa tambi¨¦n? R. No, hombre, en casa no... La verdad es que lo estuvimos dudando bastante antes de que Lali se integrara en la empresa. Pero la verdad es que el asunto tiene m¨¢s ventajas que inconvenientes. P. Tu mujer es tu socio. R. M¨¢s o menos. Y es muy buena en asuntos pr¨¢cticos de la editorial en los que yo soy algo torpe. P. No ten¨¦is hijos. ?Has pensado en la sucesi¨®n? R. Tener hijos no es una garant¨ªa de nada para un editor. F¨ªjate en el pobre Gaston Gallimard. Sus hijos, que no eran precisamente unas lumbreras, convirtieron Gallimard en un gallimart¨ªas, je, je... La verdad es que no he pensado en el futuro, ni en la sucesi¨®n ni en nada de eso. P. No pareces ser de la gente que se jubila. Siempre te imagino reventando de un ataque en un c¨®ctel de la feria de Francfort despu¨¦s de haberle levantado un par de autores a la competencia... R. ?Qu¨¦ gran final! No hace falta ni que repatr¨ªen el cad¨¢ver a Espa?a. ?Que me incineren y echen mis cenizas al r¨ªo Main!
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