Candidatos "fast-food" JORDI S?NCHEZ
Nadie puede dudar que la comunicaci¨®n pol¨ªtica en las campa?as electorales ha progresado enormemente desde las primeras convocatorias electorales. Las im¨¢genes de calles abarrotadas de pancartas, de aceras forradas de octavillas y de miles de carteles de los candidatos enganchados en las paredes corresponden ¨²nicamente al pasado. En muy buena medida, el voluntarismo que reinaba en las campa?as electorales de los primeros a?os de nuestra democracia ha sido desplazado por el profesionalismo de equipos especializados en vender candidatos y candidaturas como si de una pastilla de jab¨®n o un cosm¨¦tico se tratara. Hoy los candidatos de los principales partidos desarrollan -o tendr¨ªan que desarrollar- una campa?a previamente dise?ada por esos equipos no s¨®lo en sus elementos gr¨¢ficos, sino tambi¨¦n en sus contenidos. La profesionalizaci¨®n ha llegado a tal extremo que incluso algunos de esos equipos de asesores en comunicaci¨®n son contratados en el extranjero como si de simples jugadores de f¨²tbol se tratara. Sin ir m¨¢s lejos, en la actual campa?a para el Parlament tres formaciones (PSC-CpC, CiU y PP) cuentan o han contado con el asesoramiento de expertos en comunicaci¨®n pol¨ªtica provenientes de Estados Unidos y de diversos pa¨ªses europeos. Mientras que de las otras dos formaciones, ERC e IC-V, como m¨ªnimo la primera se ha puesto en las manos de uno de los equipos de comunicaci¨®n con m¨¢s prestigio de nuestro pa¨ªs. No hay duda de que la profesionalizaci¨®n en el dise?o y direcci¨®n de las campa?as electorales tiene ventajas, especialmente est¨¦ticas, pero tambi¨¦n tiene inconvenientes, como es el predominio de la forma del mensaje por encima del propio contenido de ¨¦ste. Por otra parte, se puede observar en la mayor¨ªa de las formaciones una excesiva tendencia a dirigir el mensaje principal como si de una bendici¨®n papal urbi et orbi se tratara, con el curioso resultado de lanzar mensajes perfectamente intercambiables entre los diversos candidatos. No es casualidad que si repasamos los principales esl¨®ganes utilizados en los ¨²ltimos a?os en las campa?as electorales podremos apreciar que fuerzas opuestas han utilizado id¨¦nticas construcciones o casi las mismas palabras para intentar seducir al electorado, eso s¨ª, en elecciones y a?os distintos. Llevado al l¨ªmite, uno puede pensar que esta tendencia puede acabar convirtiendo al candidato en una especie de fast-food donde el sabor y el color tienden a homogeneizarse entre los diversos productos que se ofrecen y s¨®lo alguna salsa con mucho conservante (por supuesto) puede darle un toque de una cierta peculiaridad.
Por suerte nuestro car¨¢cter latino hace que los candidatos en nuestro pa¨ªs, o la mayor¨ªa de ellos, se resistan a dejarse llevar s¨®lo por los asesores, y aunque s¨®lo sea por esa m¨ªstica de l¨ªderes redentores que poco o mucho todos llevan en su interior (imprescindible si no se quiere morir en el intento o simplemente si no se quiere ser un mero payaso), el candidato aporta materiales de su cosecha en la construcci¨®n de su discurso. Son esas intuiciones que todos ellos dicen tener y que no son reducibles a la l¨®gica de la estrategia de la comunicaci¨®n elaborada en un despacho de dise?o con vistas a la ciudad con mesas llenas de datos de encuestas y predise?os y protoesl¨®ganes que nunca llegar¨¢n a salir a la luz, pues s¨®lo uno de ellos -el mejor y m¨¢s convincente en opini¨®n de los expertos- est¨¢ predestinado a ocupar las calles y los medios de comunicaci¨®n.
Pues bien, en esta campa?a hay muy poca intuici¨®n libre y un exceso de predecibilidad en las actuaciones y declaraciones de los contendientes. Los candidatos est¨¢n consiguiendo hacer que la anunciada madre de todas las campa?as catalanas no pase de ser una campa?a m¨¢s. A 10 d¨ªas para el cierre de la campa?a y con un puente que puede desconectar durante cuatro d¨ªas a un n¨²mero muy importante de la poblaci¨®n, y muy a pesar de los asesores norteamericanos que habitan entre nosotros, nada parece indicar que esta campa?a pase a la historia como aquella que marc¨® un antes y un despu¨¦s. El cenit de lo ya visto y del desinter¨¦s fue sin duda el debate organizado por TV¡¤3 y emitido junto con TVE Sant Cugat. A estas alturas y con tanto asesor suelto, alguno podr¨ªa caer en las televisiones p¨²blicas para convencer de que este tipo de debate no s¨®lo no aporta nada al inter¨¦s general (funci¨®n b¨¢sica de la televisi¨®n p¨²blica), sino que adem¨¢s no interesa a los telespectadores (funci¨®n de la p¨²blica y de la privada). Debates como el del pasado viernes s¨®lo sirven para que el ciudadano aborrezca un poco m¨¢s la pol¨ªtica y para que las televisiones p¨²blicas digan que ya han cumplido con su deber. El primer error fue celebrar un debate en este formato, el segundo fue aceptar la elaboraci¨®n de una agenda para el debate tan r¨ªgida y tan conocida (tanto que casualmente respond¨ªa a los ejes de campa?a de CiU) y el tercer error, y no menor, fue la actitud que mantuvieron los candidatos, que en la mayor¨ªa de sus intervenciones prefirieron el mon¨®logo y la justificaci¨®n de lo bonitos que les ven, al contraste y la confrontaci¨®n de proyectos.
Si de verdad queremos apostar por una modernizaci¨®n y profesionalizaci¨®n de las campa?as electorales, habr¨¢ que empezar por cambiar la actitud de esos medios de comunicaci¨®n hacia la pol¨ªtica. Es posible que la pol¨ªtica interese poco a los ciudadanos, pero con estos desaciertos en la forma ofrecida para el debate y la actitud de los candidatos creo que les va a interesar a¨²n menos en el futuro. Concluyo con la convicci¨®n de que el desarrollo ins¨ªpido (hasta el momento) de esta campa?a no tiene por qu¨¦ beneficiar m¨¢s una formaci¨®n que a otra. La desmovilizaci¨®n puede causar sorpresas incluso a aquellos que no se las esperan.
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